En Estados Unidos, ir al médico o al dentista no es algo fácil: allí la sanidad pública brilla por su ausencia, y el que quiera solucionar sus problemas de salud, por norma general, tiene que estar metido en el circuito de los seguros privados. Pero lo bueno que tienen los decathletas es que, en la pista y en la vida en general, son gente resolutiva y con apaños para (casi) cualquier cosa. La idea feliz ha sido de Bryan Clay, campeón olímpico de decathlon en Pekín en 2008: sacarle un diente aflojado a su hija Ellie con una jabalina. Tal cual se lo están imaginando: un extremo del hilo en el diente de la niña, y el otro extremo atado a una jabalina de 800 gramos manejada por un campeón olímpico.
Él mismo colgó el resultado en las redes sociales. Asegura que fue idea de la niña.
What you use javelins for once you're retired. pic.twitter.com/gVwqK75bVa
— Bryan Clay (@bryanclay) May 6, 2015
El resultado no fue demasiado malo, la niña sobrevivió y excompañeros de selección como la vallista Lolo Jones incluso pidieron cita para terminar de una vez por todas con una muela del juicio. Pero más allá de la experiencia, ¿qué implicaciones tiene esto? Bryan Clay – decathleta bajito pero potente – tiene una marca de 72 metros en jabalina, marca conseguida durante los mundiales de Helsinki en 2005. Además, cuenta con uno de los currículums más extenso de los decathletas de la última década: una marca personal de 8.832 puntos en decathlon, campeón olímpico en 2008 y subcampeón en Atenas 2004, además de cinco medallas en campeonatos del mundo.