El atletismo es un deporte cuyos ránkines se encuentran en constante renovación, con la llegada de nuevas generaciones de atletas y la omnipresencia de las grandes figuras de cada prueba defendiendo su lugar en la historia. Los ochocientos metros, al igual que ha sucedido con los cuatrocientos, han sido testigo de honor de un rejuvenecimiento de los ránkines, con tres corredores rompiendo el récord mundial junior de los ochocientos metros, que tan sólo tenía cuatro años de antigüedad, con el subcampeón Nijel Amos a la cabeza.
Los números pueden ser consultados de manera fiable: de las treinta mejores marcas junior de toda la historia, sólo cuatro fueron realizadas antes de 2008. De todas ellas, dieciocho fueron realizadas la temporada pasada. El anterior récord mundial de la categoría fue batido por tres atletas distintos el año pasado. La lata de las grandes marcas en los ochocientos metros de esta categoría fue abierta por el sudanés Abubaker Kaki en 2008: el jovencito descarado irrumpió como un ciclón en la escena internacional en el año 2008, proclamándose campeón mundial indoor en Valencia con tan sólo diecinueve añitos y consiguiendo un nuevo récord mundial junior de 1:42.69 minutos, mejor marca mundial absoluta de ese año.
Abubaker Kaki parecía la viva imagen de la renovación de los ochocientos metros, ligeramente huérfanos de padre mientras el ruso Borzakovskiy se decidía a dominar la distancia y David Rudisha comenzaba a abrirse camino hacia la élite. Pero la juventud atropelló al ya de por sí joven Kaki en un entretiempo de lesiones: un etíope de diecisiete años, Mohammed Aman, se convirtió en la nueva sensación de las dos vueltas a la pista. Todavía en edad juvenil, Aman redimió a Etiopía de tantos años sin un especialista decente en la distancia y comenzó a destrozar todas las reglas del sentido común: con quince años, corrió los ochocientos metros en 1:46.34 minutos, para después proclamarse subcampeón mundial juvenil en Lille. ¿Subcampeón? Sí, por detrás del keniano Leonard Kosencha, que en una final de ensueño rebajó la mejor marca mundial juvenil hasta 1:44.08 minutos, medio segundo por delante de Aman y del también keniano Timothy Kitum. No le duró mucho la alegría a Kosencha, ya que Aman le arrebató esta plusmarca dos meses más tarde en Rieti. Nacido en 1994 y con 17 años, Mohammed Aman corrió en 1:43.37 y fue octavo en la final mundial de Daegu. Se permitió el lujo de ganar a todo un David Rudisha. Estrenó su categoría junior esta temporada proclamándose campeón mundial indoor de la distancia en Estambul, para después ser sexto en los Juegos Olímpicos de Londres y conseguir una marca de 1:42.53 siendo todavía junior de primer año. Con comodidad por debajo del anterior récord de Kaki, y con un año por delante para destrozar sus plusmarcas.
Pero cuando Aman se perfilaba como imagen imbatible de los ochocientos metros de la categoría junior, apareció en escena el botswanés Nijel Amos, también nacido en 1994 y con mucho que decir. Tanto que pasó de haber sido actor secundario en aquella final juvenil de Lille a destrozar el récord mundial junior de Abubaker Kaki, rebajándolo hasta 1:41.73 minutos el mismo día en que se proclamaba subcampeón olímpico en Londres por detrás de Rudisha. Una marca que también le convirtió en el cuarto corredor de toda la historia a nivel absoluto por detrás de Rudisha, Kipketer y Sebastian Coe, y que con otro año más de junior por delante invita a pensar en lo mejor de este jovencito de Botswana. El único que pudo oler la espalda de Rudisha en Londres.
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Estos tres nombres no son los únicos que cabría destacar sin faltarle al respeto al «baby boom» de los ochocientos metros a nivel mundial. En la misma final olímpica de Londres, el tercer escalón del podio lo ocupó el keniano Kitum, antes mencionado, con unos espectaculares 1:42.53 minutos. Se convertía el keniano en el tercer junior, junto con Amos y Aman, en batir el récord mundial de Kaki esa temporada. Sin olvidarnos de corredores como Abraham Rotich o Leonard Kosencha, corredores junior con unos registros espectaculares. nTres juniors llamados a escribir la historia de los ochocietos metros en un momento tan dulce para la distancia en la que no pueden ni hacer sombra a David Rudisha, que a mayor escala sigue su propia carrera hacia las barreras de lo imposible en las dos vueltas a la pista.