Las pruebas de obstáculos tardaron bastantes años en asentarse en los horarios femeninos de los grandes campeonatos internacionales. En los mundiales, mientras que los hombres disputan esta prueba desde la primera edición en 1983, las mujeres no pudieron hacerlo hasta 2005. En el caso de los Juegos Olímpicos, hasta la edición de 2008 en Pekín. Y desde entonces, ha sido Rusia el país que se ha hecho dueña y señora de esta joven distancia en mujeres. El récord mundial (8:58.81) está en poder de una atleta rusa. Y precisamente ha sido el Nido del Pájaro el testigo de honor de la debacle total de los obstáculos rusos: las tres participantes de este país no han conseguido ni entrar en la final, dejando unas marcas extremadamente pobres en las series clasificatorias.
La historia de los obstáculos y Rusia es una historia de amor a primera vista: plata en los mundiales de 2005, oro y plata en 2007, plata en 2009 y oro en 2011. Nombres como Yuliya Zaripova o Yekaterina Volkova que pasarán a los anales de la historia del atletismo por dominar la ría como si fuera un desfile militar. Por el camino, en los Juegos Olímpicos otra rusa, Gulnara Galkina, reventó el récord mundial dejándolo en 8:58.81 minutos. Mientras las africanas se despeñaban pasando la ría sin pisar el obstáculo, las rusas iban a tres minutos el kilómetro en la alta competición.
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Un dominio a nivel mundial que empezó a esfumarse, precisamente, en Moscú: fue el primer pódium de unos campeonatos del mundo en el que no hubo una atleta rusa. La primera, Natalya Gorchakova, fue duodécima por detrás de nuestra Diana Martín con una marca (digna) de 9:38.57 minutos. La vigente campeona, Zaripova, no compitió alegando una lesión en la rodilla, pero la realidad es que los organismos rusos de lucha contra el dopaje terminaron acusándola de consumir sustancias prohibidas.
La debacle de los obstáculos rusos se ha consumado en Pekín: ninguna de sus tres representantes ha conseguido meterse a la final de la prueba que dominaban con autoridad hasta hace unos años. Y no sólo no han conseguido un puesto de honor: dos de ellas no bajaron de los diez minutos (Aristarkhova hizo 10:02.79 y Doseykina hizo 10:13.26), y la única que rompió esa barrera lo hizo por los pelos (Lebedeva hizo 9:58.65). Es decir, que no hubieran ni cazado una medalla en el campeonato de España sin estar la gran favorita, Diana Martín. En el mundial de Pekín, la mejor rusa ha ocupado el puesto 36 de todas las participantes.
Respuestas a este fenómeno hay de todo tipo. Habrá quien lo achaque a que las atletas africanas – principalmente las keniatas – han depurado algo su técnica de paso del obstáculo y la ría, y han empezado a hacer marcas acordes a su calidad deportiva. Pero otra realidad es que los controles antidopaje han hecho estragos en los ránkines rusos: en enero de este año, Yuliya Zaripova (campeona en Daegu 2011 y subcampeona previamente en Berlín en 2009) fue sancionada por anomalías en su pasaporte biológico. Desde que se han endurecido los controles, las rusas han desaparecido de los ránkines mundiales de varias pruebas, no sólo de los obstáculos, sino también de otras como el 400, pasando del triplete en el europeo de Barcelona a la ausencia total. El positivo de Zaripova coincidió con un escándalo sin precedentes con cinco marchadores rusos – tres de ellos campeones olímpicos – vieron anulados sus resultados por anomalías en sus valores médicos.
«Ahora que no están las rusas…» aseguran las atletas españolas de varias pruebas, apuntando siempre a los controles antidopaje como la causa. El resultado es que las rusas han desaparecido de los obstáculos, una distancia que dominaron de forma imperial desde su nacimiento.