La vida del señor Kawauchi no es muy diferente de la de cualquier corredor popular. Funcionario natural de Tokio, gasta buena parte de su jornada en trabajar en un instituto público de una de las cuarenta y siete prefecturas del país, la de Saitama, ciudad montañosa del norte de la capital nipona. Y antes de trabajar, como todo hijo de vecino japonés, se dedica a correr por su ciudad, como cualquier otro corredor popular que encuentra la paz interior en el correr de Murakami, con alguna que otra competición de cuando en cuando. Pero con una diferencia: Yuki Kawauchi corre la maratón en una marca de 2:08.37 horas, y ha sido internacional en el Campeonato del Mundo de Daegu de 2011, donde consiguió la décimo octava plaza y medalla de plata por equipos… sin estar siquiera federado.
En un país como Japón, cuya población no tiene ningún problema en hacer un ídolo de cualquier cosa de colores chillones y ritmos pegadizos, la figura de Yuki Kawauchi (05/03/1987) llegó en 2011 como un ejemplo de heroismo puro y duro: un samurai de tiempos pasados que, desposeído del honor de ser una estrella mediática de un centro de alto rendimiento, hace su propio camino por el más que incierto sendero de la maratón. Lo cierto es que las marcas de este funcionario del gobierno nipón ya eran bastante considerables algunos años antes de dar el salto a la fama deportiva: en 2009 ya corrió la maratón de Fukuoka en 2:17.33 horas, rebajando su marca tres meses más tarde hasta unos ya interesantes 2:12.36, esta vez en la maratón de Tokio. Como suele ser tradición en el mundo atlético japonés, con apenas veintiún años de edad ya había probado las mieles de las distancias más largas, algo que en Europa suele evitarse hasta más mayores. También se había prodigado en la distancia de diez kilómetros, con unos interesantes 29:28 minutos fechados en 2006 y 13.59 en. Unas marcas que para nada se corresponden con la figura de un funcionario del estado que entrena en sus ratos libres, unos seiscientos kilómetros mensuales, y de una manera escandalosamente autodidacta, sin seguir ningún método de entrenamiento, al menos dentro de los límites de lo convencional. Se salió de la metodología japonesa de entrenamientos porque no podía compaginarlo con su vida laboral. «Yo elegí esta vida, y la disciplina me mantiene concentrado».
El gran salto a la fama de Kawauchi tuvo lugar el seis de febrero, en la localidad de Marugame, donde el atleta popular completó la media maratón en 1:02.40 horas, un tiempo envidiable hasta para los mejores profesionales. No fue un resultado que tuviera una gran repercusión, pero allanó el camino para poder digerir lo que vendría apenas veinte días más tarde: Yuki Kawauchi, atleta popular que entrenaba en sus ratos libres, era tercero en la maratón de Tokio con una marca de 2:08.37 horas, un registro que, además de dejar con la boca abierta a toda la comunidad atlética y copar las portadas de todos los medios deportivos locales, también le abría las puertas para el Campeonato del Mundo de Daegu ese mismo verano. La mejor representación del modo de vida japonés. La leyenda del «corredor-ciudadano» había nacido.
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UNA PLATA EN DAEGU Y… LA EUFORIA CORREDORA
Después de la gesta, y con el billete para el mundial de Daegu prácticamente ganado, lo primero que tuvo que hacer el señor Kawauchi como atleta profesional de élite fue precisamente federarse. Después, tuvo que lidiar con el hecho de haberse convertido en un auténtico héroe en Japón, no sólo por sus marcas y su historia, sino por ser un corredor carismático, luchador y de característico braceo: en definitiva, todo lo que un corredor necesita para ser buque insignia del atletismo. Su gran éxito a nivel profesional de élite llegó en septiembre de ese mismo año, donde finalmente acudió a la ciudad de Daegu a disputar la maratón en el Campeonato del Mundo: a nivel individual, consiguió una muy meritoria 18ª plaza. Por equipos, en el centro de la foto junto con sus compañeros Yukihiro Kitaoka, Yoshinori Oda, Kentaro Nakamoto y Hiroyuki Horibata consiguió la plata mundial. El maratoniano popular, el «corredor-ciudadano», había llegado a uno de los escalones más altos que se pueden alcanzar en esto del mundo de la maratón.
Por extraño que pueda parecer, la leyenda que se forjó Kawauchi no se limita sólo a los resultados internacionales, sino que también es reconocido por correr una cantidad imposible de maratones y medias en periodos espantosamente cortos de tiempo, preso de algún tipo de «euforia corredora», y a un nivel que ya les gustaría a muchos. Poco después del mundial de Daegu, nuestro intrépido funcionario fue tercero en Fukuoka con 2:09.57 horas, para dos semanas más tarde pinchar y ser segundo en Hofu con 2:12.33 horas. Y no se puede decir que este año haya bajado el ritmo: comenzó a destrozar el asfalto con el objetivo de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres, objetivo que no consiguió, pero sí fue internacional en el pasado mundial de media maratón, vigésimo primero con 1:04.04 horas. Consiguió su mejor marca de 1:02.18 horas este mes de febrero en Marugame.
No se sabe si a Kawauchi le entró prisa por el inminente fin del mundo predicho por los mayas, pero lo cierto es que este año 2012 el japonés ha sido presa de una auténtica esquizofrenia atlética, hasta tal punto que llegó a ganar tres maratones consecutivas en apenas un mes y medio, participando en unas cuantas más, además de medias maratones, carreras de diez kilómetros y pruebas de pista. Ganó la maratón extrema de Hokkaido con unos discretos 2:18.38 horas el 25 de agosto, para después hacer lo propio en Sidney, un mes más tarde, con una nada despreciable marca de 2:11.52 horas, récord de la prueba. Su tercer triunfo consecutivo llegó a finales del mes de octubre, con los 2:17.48 que le dieron la victoria en Chiba con más de diez minutos de ventaja sobre el siguiente clasificado. Todas estas carreras, salteadas con un mundial de media maratón y gran cantidad de carreras, las ganó con la mirilla del rifle puesta en la maratón de Fukuoka del pasado domingo, en la que buscaba un crono cercano a 2:07. «Sólo» pudo ser sexto, con una marca de 2:10.29 horas y perdiendo su particular duelo con Arata Fujiwara. En dos semanas es posible que corra el maratón de Hofu Yumiouri. También comenzó a mejorar sus marcas en pista, con 13:58.72 minutos en los 5.000 metros de los Trials de la Universidad de Nittai, un día después de haber corrido los 1.500 en 3:50.51 minutos.
El futuro de Yuki Kawauchi es realmente incierto: su anárquica forma de correr, competir y entrenar le llevan a realizar auténticas proezas, tanto a nivel de marcas como a nivel de número de victorias. Se trata de un personaje difícil de digerir por el mundo del atletismo profesional, ya que sus objetivos incluyen tanto campeonatos internacionales como cualquier maratón que se ponga a su alcance. También ha señalado que quiere correr los 1.500 metros en los campeonatos nacionales japoneses de 2013. Un funcionario de un instituto que bien podría haberse convertido en el paradigma del atletismo popular, algo así como cuando nuestro Fabián Roncero ganó la San Silvestre sin haber sido invitado por la organización. Un corredor de los que hacen afición, época, y seguramente a estas alturas de su vida, con tan sólo veinticinco años, también ha hecho historia.
Pues nada, a ver si alguien le convence de venir a correr a España 😉
Una pregunta, hace cuánto tiempo que un maratoniano español no baja de 2 hrs. 10′?
Añoranza de la época dorada del maratón español.