Ruth Beitia (oro en altura): resulta irónico que vaya a retirarse la propietaria de la única medalla de oro que ha obtenido España en los Europeos. Su prueba tuvo bajas muy significativas, cierto. Pero ganar títulos significa estar hecho de una pasta especial, dar lo mejor sin miedo al éxito. Ruth, en la madurez, ha encontrado el camino. La cántabra podría dar lecciones de competitividad a los más jóvenes y exprimir las consecuencias económicas de su victoria, pero como Tia Hellebaut tras Pekín-2008, ha dicho que se va al final del verano. Quién sabe si como Tia Hellebaut, volverá. El atletismo español necesita gente como ella.

Luis Felipe Méliz (plata en longitud): plata y mínima olímpica, todo en un pack. Encima se le vio fino en la calificación y en la final. Está capacitado para meterse entre los cinco primeros en los Juegos. Puesto que la longitud española crece a pares, su actitud ganadora de Helsinki tiene que arrastrar a Eusebio Cáceres y llevarles a ambos a cotas que no se veían desde la época de Yago Lamela.

Víctor García (bronce en 3.000 metros obstáculos): salió a ganar y, precisamente por eso, por no conformarse con la plata, acabó con el bronce. O sea, un diez en actitud. Cuando el ser humano cae y se levanta, se vuelve temible. Su victoria habría supuesto una alegría doble por ser español y por batir a un energúmeno como Mahiedine Mekhissi, más famoso por su pelea con Medhi Baala o por agredir a las mascotas (sí, sí he dicho agredir a las mascotas, concretamente de Barcelona-2010 y Helsinki-2012), que por la vistosidad de sus triunfos. Hay que hacer votos para que Víctor mantenga la forma y sea finalista en la Olimpiada.

David Bustos (bronce en 1.500 metros): el penúltimo gran talento del mediofondo español otorgó a la selección una medalla en la que confiaban pocos, incluido el que suscribe, tras la retirada de Manuel Olmedo y la eliminación de Álvaro Rodríguez. Sin embargo, Bustos lo consiguió. Le ha costado entrar en categoría senior y este verano, por fin, ha entrado. Mi felicitación y un consejo humilde. Tiene que darse cuenta de que en nuestro país hay una tradición formidable en 1.500, que no nos conformamos con cualquier cosa. Lleva piernas de serie para correr en 3:31 en el plazo de uno o dos años, ¿lo aprovechará? La medalla en Helsinki tiene que servirle para aprender a) a ser ambicioso y, b) a manejarse mejor en las carreras tácticas.

Antonio Manuel Reina (cuarto en 800 metros): quién lo diría, pero era su primera final en una major. Lo que no alcanzó cuando tenía menos de 24 años y más recursos, lo ha logrado ahora, camino de los 32. Faltaban los polacos y algún inglés, pero se ha defendido como gato panza arriba en una final lenta, desfavorable para sus intereses, que ganó uno de su quinta, el gran Yuriy Borzakovskiy.  Y digo lo de desfavorable porque ya no tiene el mismo cambio que en el trienio 2002-2005, y le vienen mejor las carreras de ritmo medio/alto sostenido (entre 1:44-1:46). En Londres le queremos luchando por los primeros puestos en las semifinales, aunque no pase de ahí.

Carles Castillejo (quinto en 10.000 metros): está en su temporada mágica. Muchos pensaban, a tenor de su rendimiento en los últimos ocho meses, que en Helsinki podía incluso ganar en los 10.000 metros. Bueno, visto lo visto no discuto que prepararando a conciencia las 25 vueltas, hubiera peleado por la victoria. Pero nos olvidamos de que su objetivo son los Juegos de Londres dentro de un mes y en el maratón, una prueba que exige un entrenamiento muy diferente al de pista. Supongo que lo ha hecho porque un quinto puesto equivale a beca, además de enriquecer, naturalmente, el currículo. Pero ojalá este paréntesis finlandés no haya erosionado un ápice la cocción de ese 2.08 con diploma que esperamos todos.

Mario Pestano (quinto en disco): ha sido quinto en un Europeo con, al menos, un par de ausencias notables (Alekna, Malachowski). La buena noticia es que en el Viejo Continente existe una feroz competencia en disco, y que a pesar de ello supo dominar los nervios, pasar a la mejora y progresar en ella sobreponiéndose, además, a la lluvia. La mala es que en las finales sigue lanzando a tres metros de su mejor marca del año, y lejos de lo que tira en las calificaciones. Seguimos soñando con que, por una vez, se relaje y suelte el brazo a 67 ó 68 metros en una final.

Eusebio Cáceres (quinto en longitud): quedar quinto de Europa no puede ser, ni es, un mal resultado para un atleta de 21 años. Pero es tan enorme la calidad de Eusebio que siempre queremos más. Tiene una cita pendiente con los 8,30 u 8,40 metros y no debe demorarla si quiere encaramarse de una vez por todas a la élite mundial. Debe aprovechar las oportunidades y pensar a lo grande, por ejemplo en un puesto de finalista en los Juegos de Londres. Su talento lo reclama.

Nuria Fernández (quinta en 1.500 metros): va a cumplir 36 años y lleva muchas muescas deportivas y extradeportivas. Nuria no está como hace dos temporadas y, precisamente por eso, su rendimiento fue muy digno en Finlandia. Si afina un poco más se meterá en la final de los Juegos y formará parte, junto a Natalia Rodríguez y ¡ojalá! Isabel Macías de la versión femenina de nuestra Armada Invencible en Londres.

Abdelaziz Merzoughi (quinto en 3.000 metros obstáculos): carga con el peso de sus grandes marcas como júnior. De momento, lo lleva bien. Está creciendo como demuestra su marca de este año (8:18.03) y su rendimiento, cada vez mayor, en categoría absoluta. No debe despistarse, porque si sus registros evolucionan tal y como se espera –y lo pongo en condicional– es un firme candidato a rondar los 8:10 en un par de años.

Ayad Landassem (sexto en 10.000 metros): tenía una espina clavada desde los últimos Europeos, cuando hizo aquella última vuelta extraña ante Mo Farah. En Helsinki no se la ha sacado, desde luego. Eligió la táctica de dejar hacer, de no tirar ni un milímetro. Y creo que se equivocó. Ignoro si tenía fuerzas, pero Landassem no puede esperar a la campana para moverse. A él, que fue un niño prodigio del cross nacional, la sexta plaza le dice muy poco.

Frank Casañas (sexto en disco): está demostrando que es un tipo muy fiable en las finales. Aunque en Helsinki no soltó el latigazo que todos queremos, lo vale. Esta temporada ha vuelto a pasar con holgura de 67 metros (67,74 concretamente) como en 2008, su año fetiche, cuando se metió quinto en los Juegos de Pekín. Si aguanta ese nivel se hará bien a sí mismo, al atletismo español y a Mario Pestano.

Borja Vivas (séptimo en peso): aunque faltaba Tomasz Majeswki y alguna que otra vaca sagrada, hay que saludar el retorno de un pesista español a los ocho primeros puestos, algo que no se veía desde tiempos del enorme Manolo Martínez. Cuídenle. Le falta regularidad sobre los 20 metros, pero cuando la consiga, se hará respetar en Europa.

Diana Martín (octava en 3.000 metros obstáculos): en semifinales dio la sensación de que vale menos de 9:35. En la final, probablemente, no estaba recuperada y sufrió. Pero no debe conformarse. Tiene que hallar otro pico de forma y coronar su gran verano con un papel brillante en los Juegos. Si Marta Domínguez no remonta, que se vaya preparando para ser nuestra mejor obstaculista en Londres.

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Licenciado en Periodismo y corredor practicante (cada vez más lento) a razón de 4/5 días por semana. Ha desempeñado diversas responsabilidades en instituciones públicas, siempre en el área de comunicación, y ha participado en los equipos de prensa de varias campañas electorales autonómicas, nacionales y europeas. Autor del libro "El Derecho a la Fatiga", un estudio sobre el dopaje en las carreras de fondo y mediofondo.

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