La isla de Jamaica es una cantera inagotable de velocistas de primer nivel, y su último producto de lujo se llama Michael O’Hara. Un jovencito de apenas dieciséis años que acaba de correr los doscientos metros en unos impresionantes 20.63 segundos (con viento excesivo), y que también tiene unas marcas de relumbrón en pruebas de 100 y 400. Un talento que recuerda, inevitablemente, al marciano más marciano, Usain Bolt, en sus tiempos mozos.
Son marcas que no le servirán para ir a unos Juegos Olímpicos pero que, por tener dieciséis años, impresionan mucho. Michael O’Hara, adolescente crecidito y espigado, corrió los cien metros lisos en 10.49 segundos el pasado 15 de marzo en Kingston. Un poco antes en Spanish Town, el 19 de enero, corrió los 400 metros en 47.43 segundos. Y el 17 de marzo consiguió la marca que más asusta: unos impresionantes 20.63 segundos ventosos (+3.2) en los 200 metros, metiéndole un buen repaso a atletas mucho mayores que él. Una marca ventosa, pero todos tranquilos, que O’Hara ya ha bajado de veintiún segundos con viento reglamentario, con los 20.78 que le valieron la victoria en los Carifta Games.
En los días previos a esta final, el jovencito O’Hara ya anunció que “la marca va a ser buena, aunque no sé decir cuál será”, y también indicó que correría con poca presión.
Son unas marcas y una estampa que, inevitablemente, recuerdan a un corredor que ha acaparado todos los focos en los últimos años, su compatriota Usain Bolt. Con su edad, los registros del marciano eran apenas un poco mejores: su mejor marca, por aquella época, era de 20.58 en 200 y de 47.12 en 400 metros lisos. Y también recuerda al astro jamaicano en su actitud, adolescentemente chulesca, muy consciente de sus propias posibilidades y amigo de las cámaras y los medios de comunicación.
Parece que, en este caso, al joven O’Hara la genética deportiva le viene por parte de madre, Kereen Williams. Solía correr pruebas de velocidad, cien, doscientos metros y relevos en Manchester. “Yo era una estudiante que dominaba casi todo, está en los genes”, señaló en declaraciones al Jamaica Observer. La señora Williams opina que su hijo es un corredor nato, y parece ser que no se equivoca, a tenor de los resultados: “Cuando sólo tenía dos o tres años, ya ganó una carrera de 50 metros con muchísima ventaja, siendo tan joven”. Este talento tan impresionante obligó a Jermaine Jones a postponer su retirada del deporte para poder entrenar y pulir a este joven diamante de la velocidad. Su madre va un poco más allá defendiendo su teoría genética: cree que su hermano pequeño será más rápido todavía. Por ahora, O’Hara es un seguro de vida para el instituto Calabar, donde estudia el equivalente a la secundaria española, y para el que consigue todos los puntos que puede en cada competición por equipos. Competiciones escolares que en Jamaica se viven como una final de la Copa del Rey en España.
No es sólo a nivel de marcas en lo que se parecen O’Hara y Bolt. Su hechura y su forma de correr son también muy parecidas: corredores delgados, muy altos y espigados que tardan en acelerar pero que, cuando lo hacen, no dejan títere con cabeza. Pero la verdad es que, por ahora, O’Hara es un poco más versátil de lo que lo era Bolt a su edad: también se prodiga en vallas, al menos en las de altura juvenil, donde ha bajado ampliamente de los catorce segundos.
Michael O’Hara, una nueva joya de la velocidad jamaicana que mientras se divierte con el atletismo, a sus dieciséis años va maravillando a propios y extraños. Todavía se encuentra en categoría juvenil, por lo que tiene un mundial de su categoría esperando este verano, donde podrá lucirse y confirmar un paso más en una carrera que todavía tiene muchos años, curvas y recovecos por delante. Por ahora, ha presentado sus primeras credenciales, en forma de marcas y también en forma de actitud.
Fotos | Jamaica Gleaner
Q pasada
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