Sangre, porque los mejores fondistas del mundo han tenido que sufrir para no sucumbir ante la crueldad del asfalto británico. Sudor, porque los excesos del principio han obligado a todos los corredores a dar el máximo desde el primer kilómetro para aguantar sus propios ritmos. Lágrimas, algunas de rabia como las de Kebede, que ha rebozando una victoria en Londres (2:06.03) por las narices de los mismos seleccionadores que mandaron a ver los Juegos Olímpicos desde el sillón, y otras de alegría como Ayad Lamdassem que se ha hecho con una marca de 2:09.27, mínima para el mundial de Moscú en un maratón de Londres cruel, anárquico y gratificante.
El Virgin Marathon de Londres prometía ser una locura, y no ha decepcionado lo más mínimo aunque no haya dejado un récord mundial: anarquía y descontrol sobre el asfalto. En la línea de salida, mucho gallo en el corral: el recordman mundial Patrick Makau, el keniata Biwott, Geoffrey Mutai, el despechado Kebede, Kiprotich, Kipsang e incluso el debutante local Mo Farah, además de nuestro Ayad Lamdassem. Mucha expectación y liebres a ritmo de locura que prometían una carrera épica con el récord del mundo en el punto de mira.
SALIDA KAMIKAZE Y PINCHAZOS ANTOLÓGICOS
Los atletas y las liebres se pusieron en marcha tras el pistoletazo de salida con una obsesión: el récord mundial de Patrick Makau (2:03.38 en Berlín 2011). Y los ritmos de los primeros kilómetros fueron absolutamente marcianos: alrededor de 14:20 para los primeros cinco kilómetros y un estratosférico paso de 28.57 para el décimo kilómetro que apuntaba a una marca de dos horas y dos minutos pelados, minuto y medio por debajo del récord del mundo. En este primer cuarto de la prueba, el ritmo ya se había cobrado sus primeras víctimas: el recordman mundial Patrick Makau comenzaba a descolgarse significativamente mientras Stanley Biwott sacaba los dientes, Tsegaye Kebede remontaba y Emmanuel Mutai daba muestras de estar muy fuerte.
Un paso de 1:01.35 por la media maratón proyectaba una marca muy por debajo del récord mundial, pero entonces empezaron las verdaderas agonías: Biwott, al que se le escapaba el récord mundial pero que parecía en condiciones de luchar por la victoria, protagonizó un espectacular pinchazo que dejó en solitario a Mutai los últimos kilómetros con Kebede al acecho. Finalmente fue Kebede, a quien la federación etíope dejó en casa para los últimos Juegos Olímpicos, quien pudo neutralizar la escapada de Mutai con una espectacular remontada en los últimos tres kilómetros para ganar con 2:06.03, por delante del propio Mutai (2:06.33) y de Ayele Abshero que se hizo con un trabajado bronce (2:06.57).
Los grandes pinchazos los protagonizaron Biwott y Makau (undécimo): en declaraciones a la organización, el todavía recordman mundial de maratón Patrick Makau se mostraba poco satisfecho con el resultado: «El maratón es así: no me he encontrado bien y se han esfumado meses de buen trabajo y preparación».
AYAD LAMDASSEM APROVECHA SU SEGUNDA OPORTUNIDAD
El pupilo de Antonio Cánovas ha demostrado que aprendió la lección después de estrellarse contra el muro en Lake Biwa. En aquella ocasión, salió como un cohete, cruzó la media rapidísimo (por debajo de 1:04.00) y terminó pinchando miserablemente. Esta vez ha sido más listo: no se ha dejado llevar por los ritmos kamikazes de la cabeza (30.31 los primeros diez kilómetros), ha mantenido los pies en el suelo y ha terminado en décima posición con una interesante marca de 2:09.28, de largo mínima para Moscú y un registro más que interesante en su segunda incursión maratoniana. Lamdassem se ha visto en la tesitura de correr en solitario a partir del medio maratón y, después de correr buena parte de la prueba con el crono apuntando hacia 2:08.30, ha sufrido en los kilómetros finales para terminar en décima posición con 2:09.28 horas. Gran marca para Ayad Lamdassem que ahora tendrá unos meses para seguir su puesta a punto de cara al mundial de Moscú.