Atletismo
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Mariano Haro

  1. #1
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    Mariano Haro

    "Lasse Virén me ganó dopado en Múnich 72"

    Mariano Haro es un mito del atletismo. Su carrera de 10.000 en Múnich 1972, donde se clasificó cuarto, permanece imborrable en la memoria. El oro olímpico, el finlandés Lasse Virén, confesó luego que se cambió la sangre. Haro, un atleta honrado, detesta el dopaje que le robó la gloria.

    Sesenta y siete años, jubilado, habitante de un hermoso chalet en Becerril de Campos, recordado por todos... ¿Cómo ve desde aquí el deporte, el atletismo, el dopaje? ¿Qué recuerdos tiene de aquella mítica carrera de 10.000 metros en la que acarició la medalla de bronce en los Juegos de Múnich 1972?
    Los recuerdos son imborrables y únicos. Yo estaba muy fuerte, dispuesto a subir al podio. Fui segundo en las semifinales, pero en la final me dolían los músculos. No estaba acostumbrado a correr en tartán, porque en España casi no había pistas de ese material. Hice todo lo humanamente posible para conseguir medalla, pero fui cuarto en la mejor carrera de la historia hasta ese momento: yo conseguí la cuarta marca de ese año y la quinta de todos los tiempos. Tiré a muerte, pero me aguantaron tres y me ganaron.

    Y se llevó el oro el finlandés Lasse Virén, a pesar de caerse. Años después él confesó que se había cambiado la sangre. Ya por entonces había dopaje.
    Yo había corrido muchas veces en Finlandia y siempre le ganaba. Por cierto, que allí me apreciaban mucho y me recibían como debían recibir al Cordobés en la Feria de Pamplona... Eran muy entendidos. Le ganaba siempre, pero en los Juegos Olímpicos se llevó el título, cayéndose y todo, el tío. Entonces yo no sabía nada, pero luego salió eso de que se cambiaba la sangre cascada por otra también suya, pero de refresco...

    ¿Y qué se siente al saber que el hombre que venció no jugaba limpio?
    Se siente una pena enorme de que la medalla no la ganase alguien honrado, como yo, sino uno que iba dopado, con la sangre cambiada. Te quema mucho que te gane alguien en esas condiciones.

    Un problema gordo, el dopaje... ¿Qué se puede hacer?
    Si se demuestra que el deportista es culpable, nada de dos o cuatro años de sanción. Que no vuelva a correr en su vida, por tramposo. Y si se demuestra que es el médico, pues que no ejerza más la medicina, que le echen de todos los sitios. Y lo mismo los mánagers o los entrenadores. Yo era honrado y, sin embargo, era el vencido. No es justo. ¿Por qué me tienen que quitar la gloria? Mira a Pereiro, el ciclista. Se demuestra que el americano Landis gana el Tour estando dopado y le quitan el título, sí, pero mucho después.

    Pereiro recibió por fin el maillot amarillo de ganador...
    Sí, pero en un despacho. ¡A mí qué me importa que me den la medalla así, casi a escondidas! ¡Como si me dan un hueso! El deportista la quiere en el momento, en el podio, con todas las de la ley. Mira Ben Johnson y esa chica de ahora, Marion Jones, el daño que han hecho. ¡Sanción a perpetuidad!

    Porque, claro, usted de dopaje, nada de nada...
    Alguna vez tomé unas pastillas efervescentes que se llamaban Farmacola, que era como Coca-Cola. Y yo le comentaba a Ignacio Sola y a Pipe Areta, "mira que si da positivo". Nosotros, de dopaje, no sabíamos ni papa.

    Treinta y cinco años ya desde aquel cuarto puesto, entonces mítico, en Múnich 1972. ¡Cómo han cambiado las cosas desde entonces!
    Y tanto. Ahora los atletas buenos cobran mucho dinero, y me parece muy bien. Una vez me preguntó Martín Fiz que cuánto era lo máximo que yo había cobrado por una carrera y le contesté que 60.000 pesetas, pero que casi nunca se llegaba a esa cantidad. "¿Y cuánto has cobrado tú?", le pregunté. Y me contestó que 42 millones, en una carrera de maratón, en Corea o en Japón. Delante de mí Sabugueiro, el organizador de la San Silvestre, le ofreció una vez tres millones y medio de pesetas a José Luis González, por correr. ¡Y dijo que no!

    ¿Y por qué?
    Porque le parecía muy poco. Yo, con las 60.000 pelas, compré unos faros en Andorra y se los puse al coche, que me quedó bien majo.

    En su época no había ayudas federativas, ni nada de eso.
    Qué ayudas iba a haber si la Federación no tenía ni para pipas. Cuando llegaba la época de las ferias me cogía un programa de algún periódico e iba de pueblo en pueblo, porque entonces se organizaban carreras en todos.

    Y allí estaba usted.
    Corría por la mañana y por la tarde y ganaba siempre. Me llevaba 3.500 pesetas de premio. Y el bar del pueblo solía dar algo a quien pasase primero por un determinado lugar, algo así como metas volantes. Te daban cien duros y yo iba a por todas, como un sputnik.

    Curiosa forma de ganarse la vida.
    Redondeaba los ingresos vendiendo las cámaras de fotos Zenit y el caviar que traían los soviéticos. Lo compraba a 2.500 pesetas el kilo y se lo vendía a 5.000 a Rafael Cavero, entonces presidente de la Federación, y a sus amigos, que eran gente de pasta. En San Sebastián te daban como premio una nevera. ¿Cómo iba a llevarme yo una nevera a casa? Lo apalabraba con alguno de por allí y se la vendía.

    Pero después supo usted encaminar su vida. Fue empresario y alcalde.
    Hice una empresa de material deportivo y he logrado tener una situación normalilla, económicamente. Como alcalde de Becerril de Campos estuve 24 años. Me fui porque me expulsó el PP por defender al presidente del partido en Palencia, al que querían puentear. Debo ser un caso único en la historia, porque no es normal que le echen a uno por defender a su jefe.

    ¿Sigue usted la actualidad del atletismo?
    A veces me invitan a algunas carreras. Entre los últimos atletas españoles me gustan Martín Fiz y Abel Antón. Y Juan Carlos de la Ossa, al que yo llamo Osita, que es un gran corredor y un chaval majísimo. Recuerdo que en una carrera le iba ganando un marroquí y yo le gritaba "vamos Osita, a por el moro". Los que allí estaban me miraban raro.

    ¿Y ya no hace deporte?
    Alguna vez me hago 30 kilómetros en bici, o andando. Me gusta ir de caza. El otro día maté algunas perdices. No se puede tirar a las liebres, porque los puñeteros topillos les han contagiado la turalemia. Y a mí también, según me dicen los médicos. A veces tengo fiebre y me dijeron que había cogido la enfermedad. Y la tendré durante bastante tiempo. Me aseguran que en unos años se me pasará...

    (Y lo dice tan tranquilo).

    El 'Poulidor' más famoso del atletismo español

    Basó su gloria y su fama en las derrotas épicas

    Cuenta Mariano Haro (Valladolid, 27 de mayo de 1940) que cuando fue subcampeón mundial de cross en 1975, por cuarta vez consecutiva, un periodista español le abrazó al acabar la carrera y le felicitó: "Mariano, eres fantástico. ¡Cuatro veces medallista de plata!". Y añade el León de Becerril que tuvo "palabrotas muy fuertes, a grito pelado" contra el entusiasta informador. Testigos hay de que se acordó de su familia. "Luego me arrepentí", añade, "porque, sí, quedar cuatro veces segundo es importante. Nunca me ganaba el mismo atleta; siempre era uno distinto". Y es que Mariano Haro ha basado su gloria en las derrotas épicas y por eso no le duelen prendas al reconocer que es el "Poulidor español del atletismo".

    Segundo cuatro veces (en puridad, tres, porque la primera correspondió al Cross de las Naciones, considerado, eso sí, como un Mundial oficioso) y cuarto en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, en unos 10.000 metros que rompió estableciendo un ritmo suicida. Le aguantaron tres atletas (el finlandés Lasse Virén, el belga Emiel Puttemans y el etíope Mirus Yifter) y le ganaron los tres en el sprint final.

    Y es que Haro era un atleta rompedor, pero que no podía rematar la faena, porque carecía de velocidad terminal. Si fuera un torero diríamos que hacía faenas magistrales, pero que fallaba al matar.

    Aquellos eran tiempos duros, en los que el vallisoletano, residente en Becerril de Campos (Palencia) desde que tenía seis meses ("llegué aquí corriendo tras el tren", bromea), se ganaba la vida corriendo de pueblo en pueblo, como hacían los cómicos de la legua interpretando obras de teatro. Por un puñado de imprescindibles pesetas. Y sin más dopaje que algún que otro bocadillo de chorizo.

    Ángel Cruz | 10/11/2007

    Hematocrito superior al 70% para el finlandés Lasse Virén

    Entre los Juegos de Múnich y Montreal, en 1972 y 1976, Lasse Virén (22-7-1949, Myrskylä) consiguió lo que nadie, nunca: doblar doblete en 5.000 y 10.000 metros, cuatro medallas de oro. ¿Limpias? Extracto del testimonio del propio Lasse Virén (hoy parlamentario conservador en Finlandia), al arriba firmante, un día de lluvia de agosto durante los Mundiales de Atletismo 2005, en Helsinki. Lasse Virén: "Me entrenaba en la altitud de Font Romeu, Bogotá y Kenia, a las órdenes de Rölf Haikkola. Fuimos los primeros en usar la altitud y nos tuvimos que entrenar casi en secreto hasta 1971, protegidos por la Federación Finlandesa. Lo de usar la altitud era entonces una innovación. Lo hice cuando nadie lo hacía y conseguí mis resultados. Pero lo hice de acuerdo a la legalidad: nadie pudo pillarme en falta. Cuando compites, todo es fortaleza mental para llevar a cabo la preparación táctica de tu carrera. Cuando me caí en Múnich, me levanté y empecé a correr en la dirección equivocada. Si los europeos de hoy quieren ganar a los africanos, primero tienen que superar la barrera mental".

    Declaraciones, ese día de 2005, de Haikkola, entrenador de Lasse: "El objetivo de nuestras concentraciones estaba claro: subir el hematocrito, la tasa de glóbulos rojos, hasta el nivel de los atletas criados en altiplanicie. Lasse corrió en Múnich y Montreal con más del 70% de hematocrito: tenía casi 80% cuando veníamos de la altitud. Era muy fuerte, tenía el cuerpo adecuado. Entrenábamos series de 5.000 metros en una pista de 600, con cambios de ritmo de 200, como si fuera una bala a la espalda de Bedford: hasta 273 cambios de ritmo diarios". Literal.

    Alejandro Delmás | 10/11/2007

    AS.com: noticias deportivas en la red






  2. #2
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    «Me encantaría que De la Ossa lograra igualar mis metas»

    Muy buena entrevista para celebrar que ya soy mileurista... en el foro

    El nombre de Mariano Haro está escrito con letras de oro en las memorias del Campeonato España de Cros. El antílope de Becerril logró once medallas de oro en este nacional, siete de ellas de forma consecutiva, pero su histórica hegemonía en esta especialidad corre peligro. Juan Carlos de la Ossa consiguió la semana pasada su quinto Campeonato de Cros consecutivo y Mariano Haro espera que el conquense logre igualar sus marcas.

    -Parecía imposible que alguien le pudiera hacer sombra, pero De la Ossa le está siguiendo de cerca...
    -Ojalá que consiga igualarme en Campeonatos de España consecutivos. He tenido la suerte de coincidir con él en algunas ocasiones y le deseo la mejor suerte del mundo porque es un atleta de pura raza y una excelente persona. Es un hombre simpático que no se da ninguna importancia y por eso me cae bien, porque no es ningún fantasma.

    -No será un fantasma, pero en unos cincuenta kilos se condensan las cualidades de uno de los grandes del atletismo nacional...
    -No es tan pequeñajo como puede parecer. Tiene más o menos mi estatura y un cuerpo apropiado para correr maratón, ademas de una zancada muy ligera y amplia.

    -¿Ve a Juan Carlos De la Ossa como su sucesor?
    -Me encantaría que lo fuera porque eso significaría que el atletismo español está en buena forma. Han cambiado mucho las cosas desde que yo corrí y me gustaría que alguien como De la Ossa me igualara.

    Por tierras aradas

    -El atletismo de antes poco tiene que ver con el actual. Ahora nadie entrena el fondo por tierras recién aradas...
    -En aquella época había muchos atletas que se dedicaban a correr por tierras recién aradas. A mí me gustaba correr por las tierras 15 ó 20 días después de la siembra. Era una forma de ganar resistencia porque se pegaba un kilo o kilo y medio de barro a la zapatilla y cuando te quitabas de encima ese peso te sentías ligero como un pluma. Ahora hay otros métodos, pero cuando yo corría me dedicaba a hacer esas cosas y me daban resultado.

    -Es que el atletismo ha evolucionado mucho desde que usted corría...
    -El atletismo ha cambiado en todo. Yo terminé de correr en 1977 y desde aquel momento se ha evolucionado mucho, no sólo en el atletismo. Las marcas de antes no tienen nada que ver con las de ahora porque los atletas de ahora saben lo que tienen que comer y hacer para mejorar su rendimiento, pero yo comía lo que me ponían en casa, que era bastante.

    -Ha cambiado todo, y por cambiar también han cambiado los premios...
    -Gracias a Dios. He quedado once veces campeón de España y nunca me han dado nada. Ganabas una medalla de cobre pintada de color de oro en una ferretería, porque por aquel entonces ni se acercaban a las joyerías.

    -Le hubiese venido bien nacer un poco más tarde...
    -Si hubiera nacido cuando Marta Domínguez, calculo que mi vida deportiva valdría más de 2.000 millones de pesetas.

    -¿Y cuánto ha valido naciendo en 1940?
    -Bastante menos. Los tiempos han cambiado, el atletismo ha cambiado y los premios han cambiado. Ahora a nadie le dan una lavadora por ganar una carrera.

    -El plusmarquista mundial de maratón, el etíope Haile Gebrselassie, se ha negado a correr en los Juegos Olímpicos por la contaminación de Pekín. Los tiempos cambian para bien, y también para mal....
    -Entiendo que lo más importante de una Olimpiada es la salud de los propios atletas. La integridad de los participantes tiene que estar por encima de los intereses económicos y políticos. Hay una docena de pruebas, tanto de atletismo como de otros deportes, en las que los participantes pueden verse afectados por la contaminación. Creo que lo más sensato sería cambiar el lugar en el que se celebren esas pruebas.

    -Otro de los aspectos a tener en cuenta en una Olimpiada es la seguridad. Usted vivió de cerca la masacre de Munich en 1972...
    -Los atletas van a una Olimpiada a competir después de haber trabajado muchísimo y de haber hecho una marca mínima que exige mucho sacrificio. La máxima de cualquier deportista es participar en unos Juegos Olímpicos, pero si además de lo estrictamente deportivo te tienes que preocupar de si te raptan o de si corre peligro tu vida, la magia de estas cosas se desvanece. Ahora hay medios suficientes para prever este tipo de desgracias. Si hay países conflictivos en los que hay riesgo de que ocurran estas cosas, lo lógico sería que no pudieran organizar un evento tan importante.

    Testigo de la historia

    -Steven Spielberg estrenó hace unos años una película en la que se relatan los hechos que vivió usted en Munich. ¿Le gustó la película o le trajo malos recuerdos?
    -Fui testigo de la historia. Compré una cámara de fotos a los rusos y comencé a sacar fotografías de todo lo que estaba sucediendo. Estuve muy cerca del problema y la película me hizo recordar un poco aquella desgracia que dejó consternado al mundo.

    -Usted ha sido deportista, empresario y político. ¿Con qué se queda?
    -Me quedo con mi faceta de deportista, luego con la de empresario y de la política me gustaría olvidarme porque es un cuento y una mentira. Ningún político piensa en los demás, todos piensan en sí mismos y en su provecho. A mí me molesta que un político diga que trabaja, porque es mentira. El que verdaderamente trabaja es el que se levanta de noche para ir a la FASA a estar ocho horas en una cadena de montaje.

    -Después de una vida tan polifacética echará de menos algo de acción ahora que está jubilado...
    -Estoy en la época del descanso del guerrero. Ahora me dedico a pescar, a coger caracoles y a buscar setas. Me gusta disfrutar de la naturaleza y tener el reposo que antes no podía tener por mi profesión.

    -Ha pasado de predador de medallas a depredador de campo...
    -Ahora las medallas son las setas y los caracoles, y no me las cuelgo al cuello, me las como.

    -¿Y las satisfacciones de dónde llegan?
    -De las cosas más sencillas. Disfruto plantando unas semillas de tomate y viéndolas crecer o lavando el coche. Soy un jubilado que ejerce de manera activa como tal.

    -Algunos jubilados se centran en el fútbol para pasar una buena tarde de domingo, pero usted tiene un campo de fútbol con su nombre al lado de casa y ni pisa por allí...
    -No voy por el campo, pero me preocupo mucho por el Becerril. Sé que las cosas están bastante mal, y espero que el equipo se salve del descenso porque amo al deporte y a mi pueblo.

    -¿Sigue corriendo?
    -No. Yo ya estoy muy cascado. No corro, pero ando bastante. Antes corría por deporte, por ser el mejor, pero creo que ya he corrido todo lo que tenía que correr. Ya no tengo prisa.

    Marco Alonso - 23.03.08
    Fuente: El Norte de Castilla

  3. #3
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    Buena entrevista

    Un saludo "mileurista"

  4. #4
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    Emitieron ayer, martes 02 julio de 2013, en Teledeporte (Conexión Vintage) un interesante reportaje sobre este atleta.

    Enlace aquí.

  5. #5
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    Excelente entrevista

  6. #6
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    Que grande el León de Becerril.

  7. #7
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    Me equivoqué con el enlace.

    El enlace es este

  8. #8
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