Al indagar los orígenes del salto con pértiga, descubrimos que esta disciplina recuerda un gran número de actividades, ya hayan sido cretenses, celtas u holandesas.

La vocación primera de este tipo de salto parece haber sido la superación de obstáculos horizontales. Por otro lado, es bajo la forma de saltos de longitud con pértiga que fueron organizadas determinadas competiciones a principios del siglo XIX. Los ingleses fueron los primeros en transformar este salto, dándole su vocación vertical”. Hacia 1850, en efecto, organizan un “salto con pértiga con impulso” en que los competidores están autorizados a trepar por la pértiga durante el salto. Esta forma de práctica permanecerá durante mucho tiempo como la única utilizada y no se prohibirá hasta 1889.

Un francés, Fernand Gonder, se convertirá en uno de los primeros récordmen del mundo con un salto de 3,74 m en 1905. Pero muy pronto el récord cruzará el Atlántico para convertirse durante largo tiempo en un casi-monopolio americano. Paralelamente a la evolución de este récord, se producirá una mejora constante del material, la pesada pértiga (más de 10 Kg.) dotada de un clavo, se aligera progresivamente. El bambú le sucede y se generaliza desde 1905. Luego aparece el cajetín de batida. La técnica de franqueo también sufre transformaciones importantes. Además, es interesante constatar hasta qué punto están ligados técnica de salto y material utilizado.

Si bien los primeros saltadores superan el listón en posición de “silla”, muy pronto llegan a un esbozo de inversión y a una flexión del cuerpo por encima del listón (el “Jack knife”).

Los saltadores de pértiga más destacados de su época, por otro lado, a menudo han sido los inventores de una nueva técnica de franqueo o los promotores de un material mas optimo. Así, el noruego Charles Hoff populariza el “fly away”, técnica que ya da preferencia a la velocidad horizontal y favorece, de este modo, el paso del listón. Lentamente pero con seguridad, los atletas prosiguen su ascensión:
4 m en 1912 (Wright. EE.UU.).
4,25 men 1925 (Hab, NorLiega).
45 m en 1937 (Sefton. EE.UU.)

Entonces llega el amado de Cornelius Warmerdam (EE.UU.), que llevará el record hasta 4,77 m. en 1942. El año 1950 ve la aparición de las pértigas metálicas (aleación cobre-aluminio), que ya ofrecen cierta flexibilidad. Con la ayuda de tales artefactos Bob Richards se hará con dos títulos olímpicos (Helsinki y Melbourne). El último recordman del mundo antes de la aparición de la fibra de vidrio es el americano Don Bragg, que alcanza 4,80 m en 1960.

Y ¡llega la “revolución”! Los adeptos a las pértigas flexibles baten y rebaten el récord, que pasa a 5 m en 1963 (Sternberg, EE.UU.), luego a 5,20 m en 1964 (Pennel. EE.UU.). 5,36 m en 1967 (Seagren, EE.UU.), etc. Grandes saltadores de pértiga europeos aparecen entonces: el sueco lsaksson, el francés d’Encausse y el alemán del este Nordwig.

Actualmente hay tantos saltadores de calidad que resultaría pesado citar a todos los que han logrado el récord en estos últimos años. El record del mundo es actualmente de 6,13 m (Bubka, URSS).