Richardson se niega a entregar su medalla
NUEVA YORK.- Una de las componentes del relevo 4x100 estadounidense en los Juegos Olímpicos de Sydney, Passion Richardson, afirma que compitió "limpiamente" y que no tiene por qué salir "perjudicada" por el hecho de que Marion Jones, integrante de aquel relevo, se confesara culpable de dopaje.
"Competí de forma limpia, no tengo que sufrir las consecuencias de las decisiones y actos de otra persona", anunció Richardson al programa 'Early Show' de la cadena estadounidense CBS.
El Comité Olímpico Internacional (COI) retiró las medallas conseguidas por Jones en Sydney: oro en los 100, 200 metros y relevo 4x400, y bronce en el 4x100 y en longitud, tras reconocer públicamente que tomó esteroides antes de disputar los Juegos Olímpicos.
El COI se reunirá en diciembre para decidir si le retiran a ella, y a todo el equipo, el metal de bronce obtenido en la prueba de relevos del 4x100, mientras que el director del Comité Olímpico Estadounidense, Peter Ueberroth, manifestó que los relevos quedaron manchados por la presencia de Jones y señaló que todas las medallas deberían ser devueltas.
El reglamento de la Federación Internacional de Atletismo estipula que todos los integrantes del relevo tienen que ser descalificados. Sin embargo, no está claro si esta regla existía durante los Juegos Olímpicos de Sydney.
Fuente: El Mundo
Los atletas se drogan, ¿y qué?
Por J. A. Xesteira
Dos estampas olímpicas: en los juegos olímpicos de México, aquellos maravillosos juegos que fueron los que abrieron la edad contemporánea para el deporte, quedaron en la memoria para la posteridad (entre otras cosas) la imagen de un chaval blanco, nervioso, que ganó la medalla de oro en salto de altura dándole la vuelta a la técnica y saltando de espaldas, Fosbury le puso nombre al estilo; la otra estampa, emocionante y fuerte, fue la de los dos atletas negros americanos, John Thomas y Tommy Smith, oro y plata en 200 metros, levantando sus puños enguantados en protesta por la situación de los negros de su país, que sólo eran estimados si subían al podio (el medalla de bronce era un australiano que también se puso la pegatina del poder negro, en solidaridad con sus compañeros). Los dos atletas fueron expulsados del equipo olímpico, condenados al ostracismo y tratados como delincuentes en cuanto pusieron el pie en su país, sus vidas fueron un calvario y se les negó el derecho a un trabajo, sin que su mérito, el de ser los mejores en la pista, fuera nunca reconocido.
Hace unos días, otra atleta, Marion Jones, negra, de las grandes en la pista, reconocía ante las cámaras haberse drogado para conseguir todas las medallas de las que tan orgullosos estuvieron en su país; con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, afirmaba que había traicionado a su patria, a sus vecinos y a todo lo que se le pasó por la cabeza delante de las cámaras. A partir de ahora, también la grande entre las grandes, Marion, la medalla de oro de Sidney, estará condenada al ostracismo. Igual que los dos de México.
Entre las dos estampas hay un denominador común, el de la expulsión de los pecadores del paraíso americano, y una diferencia: la dignidad. Los primeros fueron arrojados a las tinieblas por haber reclamado su dignidad de seres libres, con derechos y merecedores del respeto de ciudadanos. Y lo decían desde el alto del podio, para que todo el mundo pudiera contemplarlo. La segunda, la reina del atletismo, fue obligada a salir ante las cámaras y declararse pecadora en público, en uno de esos arreglos judiciales que los americanos practican con todo el cinismo del mundo (está implicada en un caso de mayor envergadura y así, su posible pena quedará reducida por haberse arrepentido en público).
En medio de todo este tinglado deportivo, lo que hay de fondo es una gran manta de hipocresía. Los atletas se drogan. Bueno, ¿y qué? No es ninguna novedad, es más, desde hace años sería imposible que bajaran las marcas si no se metieran en el cuerpo anabolizantes, estimulantes, testosteronas, reciclado de sangres o lo que sea que aún desconozcamos pero que ya esté en funcionamiento, como si fuera la poción mágica de Asterix (por cierto, este símbolo del chauvinismo de Francia se dopa, como los ciclistas a los que tanto persiguen). ¿Es que alguien cree que un cuerpo humano puede resistir todas las etapas de un Tour de Francia sin meterse nada más que espagueti y zumo de naranja?. ¿Es que alguien cree que se pueden rebajar centésimas de segundo en cien metros lisos de las marcas que ya no son humanas? Los atletas se drogan porque de lo contrario, no cobran. Antes, los juegos olímpicos eran amateurs de aquella manera pero ahora, un atleta es una inversión, un futbolista es una empresa, un corredor de motos, una factoría de experimentación, un ciclista, una pieza de la cadena de montaje. Y a su alrededor hay muchos millones en juego, tantos como para no arriesgarse a que esa máquina imperfecta y frágil que es el ser humano corra, salte, chute, pedalee, nade o haga cualquier esfuerzo físico sin control y sin ayuda suplementaria. Landis perdió su título por dar positivo en el control, lo cual es una tontería por su parte, porque sabía que estaba en el punto de mira. Pero seguramente su antecesor Armstrong también se dopaba de alguna manera y seguramente también lo hacía Indurain; no lo sabemos, pero siempre nos quedará la duda. Porque los deportes en general han alcanzado unas cotas de espectáculo y de inversiones económicas que no se pueden dejar al capricho de un simple atleta. Y así se entiende que se droguen. Y seríamos muy hipócritas si dijéramos que nos importa. A mí, en particular, no. Estamos hablando de personas que compiten, que morderían en el cuello al rival para poder llegar una nariz antes a la meta, saltar un milímetro más, ganar por un tubular, meter el coche en la pole position aun a costa de que el rival se parta el alma en una curva. Y las firmas patrocinadoras aplaudirían por ello, de la misma manera que hacen la vista gorda cuando descubren sus tejemanejes ilegales.
El mundo entero se droga, con cualquier cosa, desde los derivados del opio hasta los derivados de la uva alvariña. En la literatura universal, grandes escritores se drogaron, desde Poe hasta Baudelaire, pasando por Bukowsky, que se bebió ríos de alcohol. Pintores como Van Gogh o Modigliani; músicos que, en el mundo del rock serían batallones; artistas, geniales o menos geniales, que la cosa no tiene que ver con drogarse más o menos. Políticos que suben a veces a los estrados con la nariz todavía empolvada o el aliento de alcohol trabándole la lengua. Hay ejemplo para todos. Y a todos los toleramos con sus pecados y sus cacas, porque lo que nos importa de ellos no son sus debilidades humanas, sino su obra. Y la obra de un deportista es el espectáculo que se ve en la televisión. Nada más. Hay quien, en el colmo del cinismo alude a que son un mal ejemplo para los niños, que ven en sus héroes un ejemplo a seguir. Si fuésemos honrados, habría que decirle a estos niños que eso, es decir, la fama y el dinero de los grandes deportistas sólo se consigue jugando peligrosamente con los límites del ser humano, y que no hay más que lo que se ve; la competición exige la derrota del contrario y para eso tenemos que forzar nuestros propios límites hasta más allá de lo que los fuerza el enemigo. Y eso sólo es posible de una forma que todos conocen.
Lo siento por Marion Jones, que ha pasado ya a la historia de los malos y, por encima, de forma humillante, a diferencia de sus compañeros del puño negro en lo alto del podio. Pero nadie nos quitará la belleza de los atletas esforzándose por ganar, con o sin drogas. Todo lo demás es negocio e hipocresía.
Fuente: Diario de Pontevedra
Marion Jones: la reina es ahora Juanita Calamidad
Entre 1997 y 2002, Marion Jones sólo perdió una carrera de 100 metros, ganó cinco medallas en los Juegos Olímpicos de Sydney y fue un ciclón en tres Mundiales de Atletismo: Atenas, Sevilla y Edmonton. Hoy, el viento del dopaje ha barrido a aquel ciclón... y a todo su entorno.
Habrá que pedir perdón al maestro Bob Dylan, pero uno no puede resistirse: Marion Jones llamó a las puertas del cielo, como el boxeador Rubin Hurricane Carter: Knockin' The Heaven' s Door.
Y las puertas del cielo escupieron a la chica, ex reina que, perdón de nuevo maestro Dylan, ahora ya es Like a Rolling Stone: como un canto rodado que da tumbos, la princesa en harapos de la majestuosa canción que la letra de Dylan describe tirada por las calles, Like a Rolling Stone: "Harás mejor en quitarte en tu anillo de diamantes, mejor que lo empeñes, cariño (...), ya no tienes secretos que ocultar, tú que vivías tan divertida, ¿cómo te sientes...?" Dylan lo escribió antes de que naciera Marion.
La caída de Marion Jones se ha producido con la violencia de una de sus entradas en meta, como aquella célebre de la final de 100 metros en Sydney. En la caída, la ex reina, María Antonieta del atletismo, ha arrastrado a parejas: C. J. Hunter, Tim Montgomery. Entrenadores: Trevor Graham, Steve Riddick, Charlie Francis. A su agente, Charley Wells. Y, venganza del destino, al Dr. Balco, Victor Conte, el brujo hechicero de la Bahía de San Francisco. Ellos, tanto tiempo a la sombra de las hazañas de la reina, se reparten ahora cárcel, multas, vetos, o, como mínimo, el descrédito más feroz en el país que peor soporta a los perdedores.
Y Conte advierte: "No tiene sentido devolver a otras todas esas medallas que Marion ha ganado... todas las demás que competían contra ella en esas competiciones iban también cargadas".
La caída.
En el apogeo, en los años en torno a Sydney, la tarifa de aparición de Jones en las grandes reuniones europeas se situaba en 100.000 dólares: 60.000 euros de hoy o diez millones de las antiguas pesetas. En 2000-01, embolsó tres millones de euros en premios. El contrato de Nike, que la vendía como La Novia de América, era de dos millones de dólares anuales. Se rescindió en 2005, cuando la sombra de la sospecha ya marcaba a Jones. Nada queda hoy. Marion vació sus cuentas para pagar abogados. Se quedó sin ingresos. Confesó ante la amenaza de ir a la cárcel. Vendió su casa de North Carolina, por 1,2 millones de dólares. Hoy vive en Austin, Texas, junto al velocista Obadele Thompson (9.69 en 100 lisos en 1996 con 5,3 metros de viento a favor), padre de su segundo hijo.
"Preferiría que la medalla olímpica de Jones que correspondería a Thánou (100 metros en Sydney) quede desierta antes que dársela a la griega", dice Lord Sebastian Coe. "¿Alguien le va a reclamar las medallas?", escribe Carlos Toro, uno de los grandes especialistas olímpicos españoles. Responde él mismo: "Quizás deberíamos hacerlo nosotros, los testigos y narradores de todas; los que fuimos engañados y engañamos a la gente con nuestras crónicas deslumbradas. Ellas, como las medallas, acabaron siendo falsas y olvidables". Punto (y) final.
Alejandro Delmás | 19/10/2007
AS.com: noticias deportivas en la red
No quieren el oro de Jones para Thanou
El Comité Olímpico Internacional (COI) busca una justificación jurídica para evitar que el oro de Marion Jones en los 100 metros de los Juegos de Sydney 2000 vaya a parar a la subcampeona de entonces, la griega Ekaterini Thanou, también implicada en un escándalo de dopaje. Marion ha confesado que tomaba anabolizantes por aquel entonces y Ekaterini protagonizó un truculento episodio en Atenas 2004, al huir de un control antidopaje, con caída de moto incluida.
El Comité Disciplinario, compuesto por el ucraniano Serguey Bubka, el alemán Thomas Bach y el suizo Denis Oswald (los dos últimos, expertos en Derecho), estudia qué se puede hacer para que la griega no reciba el título, lo que desprestigiaría totalmente al COI. Mantienen contactos por correo electrónico, próximamente se reunirán en Lausana y elevarán un informe al Comité Ejecutivo, presidido por Jacques Rogge y compuesto por quince personas. Una de ellas es el griego Lambis Nikolaou, vicepresidente del COI. La Federación Griega ya ha reclamado la medalla para su atleta.
Se espera que se tome una decisión al respecto a mediados de diciembre. El caso es muy complicado, porque está claro que Thanou estaba dopada en 2004, pero nadie puede demostrar que también lo estuviera en 2000, el año en que fue plata olímpica, tras Marion Jones.
Ángel Cruz | 20/10/2007
AS.com: noticias deportivas en la red
Atletas míticos rechazan que Jones sea la única que pague por caso de dopaje
MONACO (AFP) — Las leyendas del atletismo Lee Evans y Tommie Smith, campeones olímpicos en México-1968 en los 400 y 200 metros, aseguraron este domingo en Mónaco que "no es justo" que su compatriota Marion Jones, que reconoció haberse dopado, "sea la única en devolver sus medallas".
"Marion fue privada de sus metales incluso aunque no dio positivo en un control. Terminó por reconocerlo, por confesar. Creo que es la buena dirección", remarcó Tommie Smith, el hombre que levantó el puño con un guante negro en el podio de México-1968 para reclamar los derechos de la comunidad negra en Estados Unidos.
Evans recordó que ha habido otros casos de confesiones de dopaje tras el paso de los años y que no han recibido sanciones tan severas como las de Jones.
El COI no sabe a quién dar las medallas de Jones
La Ejecutiva del Comité Olímpico Internacional (COI), reunida en Lausana (Suiza), decidió despojar oficialmente de sus cinco medallas de Sydney 2000 a la estadounidense Marion Jones, siguiendo el camino marcado por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), pero, al igual que esta, no ha decidido a quiénes irán a parar sus medallas. "Sólo se pueden redistribuir los puestos cuando se sepa con certeza que no hay más personas implicadas", dijo Jacques Rogge, presidente del COI.
El problema principal radica en que el oro de Marion Jones en 100 metros iría a las manos de la griega Ekaterini Thanou, que en los Juegos de 2004 protagonizó un caso de dopaje, por el que fue sancionada dos años. Se sospecha que ya en Sydney, cuatro años antes, consumía sustancias prohibidas, pero es difícil que se pueda probar.
Marion Jones ganó el oro en 100, 200 y 4x400 metros, y el bronce en longitud y en el relevo 4x100.
Conte revelará casos de dopaje
Victor Conte, ex jefe de los laboratorios Balco, se reunirá de inmediato en Nueva York con Richard Pound, presidente de la AMA, para revelarle casos de dopaje por él conocidos entre deportistas de élite. Por su parte, Justin Gatlin ha declarado en L'Equipe que espera que le rebajen la sanción y estar en Pekín.
Ángel Cruz | 13/12/2007
Fuente: AS
Thanou estudia demandar al COI
ATENAS.- La velocista griega Katerina Thanou considera emprender acciones legales contra el Comité Olímpico Internacional (COI) si la medalla de oro de los 100 metros lisos en los JJOO de Sydney 2000, recientemente retirada a Marion Jones por dopaje, no recae sobre sus hombros.
Tras la confesión pública de Jones, el COI desposeyó a la estadounidense de los cinco metales logrados en aquella cita olímpica. Thanou finalizó aquella carrera en segunda posición y ahora reclama su derecho a subir un escalón en el podio, pero el COI ha reiterado en varias ocasiones que esperará a que se aclare el 'caso Balco' para redistribuir el botín de Jones.
Han pasado ya cuatro años desde que una jeringuilla cargada con la hormona de crecimiento (THG) enviada de forma anónima -posteriormente se supo que el delator era Trevor Graham, reputado entrenador de 'sprinters'- a la agencia antidopaje estadounidense (USADA), destapara el mayor escándalo de dopaje en la historia del deporte estadounidense. Atletas, entre ellos Marion Jones, jugadores de fútbol americano y de béisbol de primer nivel figuran entre los posibles clientes de los laboratorios Balco, en San Francisco. Allí se creó el THG.
"Tomaremos medidas legales si es necesario, en el momento adecuado", declaró a Reuters Gregory Ioannidis, abogada de Thanou. Y la posible demanda no se reduce a la polémica medalla, sino a cualquier intento por vincular a la griega con Balco.
Thanou tampoco es una atleta limpia. Antes de los JJOO de Atenas, en 2004, no se presentó a varios controles antidopaje, el último de ellos poco antes de iniciar la competición. Desaparecida junto a su compañero en el equipo griego Costas Kenteris, fue sancionada dos años. Desde diciembre es libre de volver a competir.
Fuente: El Mundo
Sentencian a Marion Jones a seis meses de prisión
WHITE PLAINS, EEUU (Reuters) - La ex campeona olímpica estadounidense Marion Jones fue sentenciada el viernes a seis meses de prisión por mentirle a fiscales federales sobre su uso de esteroides.
El juez de la Corte de Distrito de Estados Unidos Kenneth Karas impuso la sentencia después de que Jones se declarara culpable de dos acusaciones en octubre.
La atleta también fue despojada de las cinco medallas que ganó en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000.
Jones, quien llegó a facturar millones de dólares por su imagen, ahora se encuentra en la ruina.
Marion Jones espera cumplir su condena en Texas