En la salida estaba emocionado sí, hasta ilusionado, con el cosquilleo de afrontar algo desconocido, con nervios pero en el buen sentido de la palabra, de impaciencia.
Mal de verdad lo pasé solamente los últimos tres km, podía haber sido peor, no he sufrido el calvario al que se arriesga uno si las cosas salen torcidas de verdad. Hubiese sido el caso si se me sube del todo el gemelo y me empeño en llegar aunque fuese a la pata coja. Otra cosa es que las fotos den otra idea. De hecho ya os digo que bebí algo, tomé fruta y fui caminando hasta casa de mis familiares sin problema.
Eso sí, creo que me he cargado una vocación de corredor como mínimo. Si os fijáis en la cara del chaval de la foto del medio está pensando algo así como "Menudos mataos estos del maratón, además da pena verlos, mejor sigo con el fúrgol".