Conciliar vida laboral, para los afortunados que todavía tenemos trabajo, y familiar se hace un poco difícil en estos tiempos, y si la poca actividad deportiva se ve perjudicada por el tráfico de Madrid y que anochece cada vez más pronto, más complicado todavía.
Así que finalmente sales a andar con la Lola Chusa hasta llegar al paseo de los Chopos y luego te despides de ella, que se encamina hacia una zona del parque a seguir con su paseo y tú te pones a trotar, a ritmo muy lento ya que quieres perfeccionar técnica de carrera:
mirada al frente, zancadas que no se separen mucho del suelo, brazos relajados con los codos flexionados a 90 grados y manos semi-abiertas y fijarse en avanzar como si te estuvieran tirando de las rodillas para adelante...
Sigues hasta llegar a una zona poco iluminada y tenebrosa, por tanto, y te das la vuelta para buscar a tu media-naranja, la zona que se supone iluminada... Mas al llegar allí compruebas que de luces menos que la Leticia Sabater y que tu Lola Chusa se ha adentrado en las tinieblas... Se acabó el experimentar la técnica de carrera y queda apelar a la heróica: "Vade retro, sin Zigtech concebido, adentrate en el inframundo".
Cargado de valor, vigilo los costados, por los que surgen árboles pre-históricos como Marujita Díaz y de
manos largas como El Dioni, y maldigo el llevar las gafas de sol, que aunque graduadas, me oscurecen más todavía la visión. Mi
Dulcinea sigue sola y yo con menos visión que la ministra Salgado, cuando más falta me haría ver brotes verdes en lugar de árboles hiperdesarrollados.
Los minutos pasan y mi
Lois Lane da menos señales que el Banco de España. Así que aflojo el ritmo, que nunca llegará a ser el de unas series de Fistro -el famoso hombre del volcán- para visualizar mejor.
El silencio lo llena todo, la noche es ominosa, llega la hora de ver los deportes para crédulos en la Cuatro y mi
Angelina Jolie que sigue más pérdida que Belén Esteban en
Pasa palabra...
De repente, mi sentidos se afinan y mi pulso se acelera, ya que surge una figura conocida a mi izquierda, que al final resulta que es mi
Lola Chusa. Así que juntitos y deprisa caminamos buscando la salida...
Y esto es todo, ya que el pseudo-entreno no dio para más.
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