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Sólo hay una prueba de velocidad capaz de causar cuatro pequeños infartos consecutivos, y esa es la carrera de relevos. Donde cada uno de los tres cambios puede tanto dar la victoria como suponer un drama irreparable, y donde ser un gran velocista no te asegura, ni siquiera, llegar a meta sano y salvo. Estados Unidos y Jamaica, Jamaica y Estados Unidos, son dos países que han llevado a la estratosfera la pelea del récord mundial de 4×100 metros en las últimas décadas, un proceso que coronó cima por última vez en los Juegos Olímpicos de Londres, en unas veinticuatro horas mágicas para las pruebas de relevos.

yohan-blakeLos jamaicanos llevaban toda la temporada advirtiendo, y en Londres destrozaron todos los registros habidos y por haber. Nesta Carter, Michael Frater, Yohan Blake y Usain Bolt culminaron las cuatro postas perfectas en las que no sólo reventaron el récord mundial con unos espeluznantes 36.84 segundos, sino que relegaron a sus eternos rivales, los estadounidenses, a la segunda plaza. Los cuatro relevistas isleños llegaban a la cita en un gran momento de forma, y supieron compaginarse a la perfección para sacar un promedio de poco más de nueve segundos por corredor. Nesta Carter, el primer relevista, no había batido su mejor marca del hectómetro ese año pero sí había realizado el mejor invierno de su vida, proclamándose subcampeón mundial de sesenta metros lisos en Estambul con un gran registro de 6.49 segundos en las espaldas. Con una mejor marca de 9,78 segundos en los cien metros, Carter no se había clasificado para la prueba individual en Londres. Tampoco lo había hecho Michael Frater, subcampeón mundial de Helsinki y experimentadísimo en carreras de relevos de todos los colores.

Pero si había dos personas que ese día podían marcar la diferencia, esos eran Yohan Blake y Usain Bolt. El primero se encontraba atravesando su momento más dulce, tras haber derrotado al marciano Bolt en varias ocasiones, campeón mundial en Daegu y habiendo dado el paso de niño atrevido a velocista plenamente asentado en la élite, pocos días antes de conseguir su marca de 9.69 segundos en Laussane. En la última posta, un Usain Bolt que había comenzado la temporada con dudas tras su espantada de Daegu pero que, como siempre, corría a otro nivel, capaz de lo bueno y de lo mejor. Enfrente, sus archienemigos los estadounidenses, vestidos de rojo para la ocasión: Trell Kimmons, unos renacidos Justin Gatlin y Tyson Gay con Ryan Bailey cerrando la formación. La carrera arrancó muy igualada en las dos primeras postas entre los dos equipos favoritos, sin que ninguno consiguiera deshacerse del contrario, pero el despegue de los jamaicanos llegó con la tercera posta, con la espectacular curva que hizoYohan Blake en la que consiguió coger la compensación a Tyson Gay, como éste si nunca hubiera sido el seguno hombre más rápido de la historia. La carrera no pudo llegar más emocionante a la última recta, tras tres cambios casi perfectos por parte de ambos equipos, con Bailey ligeramente aventajado con respecto a Bolt. Por poco tiempo, claro. El astro jamaicano puso la directa, desplegó la zancada y en apenas veinte metros abrió un hueco que ya no perdería hasta la línea de meta. Una carrera histórica en la que Jamaica batió el récord olímpico y mundial con unos geniales 36,84 por delante de los estadounidenses que, no contentos con ser segundos, lo fueron con 37,04, la segunda mejor marca de la historia, una historia que acababan de escribir.

http://www.youtube.com/watch?v=uwLDpcye-VM

LAS ESTADOUNIDENSES SE TOMAN LA REVANCHA

Y si la carrera masculina fue impresionante, no menos espectacular fue la femenina, donde las estadounidenses vengaron a sus compatriotas y doblegaron sin piedad a las jamaicanas. Lo hicieron un día antes, eso sí, pero reservando un hueco de honor para los Estados Unidos en las nóminas de récords, desbancando una plusmarca mundial de veintisiete años de antigüedad y que pertenecía nada menos que a las germanas de la RDA. También batieron, por supuesto, el récord olímpico, que también pertenecía a aquellas germanas que parecían salidas de una máquina expendedora de atletas perfectos. Tianna Madison, Allyson Felix, Bianca Knight y Carmelita Jeter formaban un cuarteto espectacular, pero a priori no parecían capacitadas para destrozar el récord mundial y humillar a las jamaicanas de la manera en que lo hicieron. Carmelita Jeter llegaba con la rabia de no haber podido conseguir el oro ni en cien ni en doscientos metros, derrotada por la muy competitiva Shelly-Ann Fraser-Pryce en los que probablemente serán sus últimos Juegos Olímpicos competitivos. Allyson Felix, por su parte, llegaba en un momento de forma espléndido, flamante campeona olímpica de doscientos metros mientras que Madison y Knight conformaban un espectacular cuarteto.

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Y de poco le sirvió la medalla de oro a Shelly-Ann: las estadounidenses arrancaron como cohetes, con Madison humillando la velocidad de reacción de la campeona olímpica, con Allyson Felix protagonizando una contrarrecta que cualquiera diría que iba a echar a volar y con Carmelita Jeter sacudiéndose encima todos sus demonios: los de haber sido la mujer más rápida, pero sin un oro olímpico, la de ser constantemente derrotada por las jamaicanas en las grandes citas y la de ser la más poderosa de las segundonas. Entró dominante en meta, con amplia ventaja y señaló el marcador cuando entraba en meta, con la sonrisa de una niña pequeña en navidad, con un grito de 40.82 segundos que dejaba para la historia años y años de perfección germana para dar paso a la justicia atlética que, esta vez sí, le dio a Jeter y a sus compañeras el oro y la marca que se merecían.

http://www.youtube.com/watch?v=sAfhf_u_QBI

Los días diez y once de agosto de 2012 pasarán a la historia como las 24 horas en las que cada equipo de relevistas hizo historia, a su manera. Los jamaicanos asentaron su hegemonía por delante de los estadounidenses con un gran récord y despliegue de superioridad, mientras que las estadounidenses se convirtieron en las alemanas de los años ochenta y dieron un auténtico golpe de autoridad sobre la mesa. 36,84 y 40,82, dos marcas difíciles de borrar pero, dada la vorágine de marcas estratosféricas en la que ha entrado la velocidad, que seguramente veremos caer en demasiado poco tiempo. Unos segundos apenas.

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