Todos los récords acaban por batirse pero, seguramente, el tope de 2h02:57 de Dennis Kimetto no será superado jamás por ningún miembro de la generación de Samuel Wanjiru, aquella quinta que arrasó en ruta a partir del año 2007, y cuyos integrantes más egregios -aparte del tristemente desaparecido campeón olímpico en los Juegos de Pekín- son Geoffrey Mutai, Wilson Kipsang, Patrick Makau, Tsegay Kebede o Abel Kirui, entre otros.
La mayoría de ellos supera o ronda los 30 años y, aunque sus componentes logren todavía grandes victorias esta temporada, la pura verdad es que ha pasado su clímax; que la ruptura de las 2h03:00 los ha envejecido a todos de un plumazo y su capacidad de respuesta a corto plazo es limitada porque Chicago, Amsterdam, Frankfurt, y sobre todo Nueva York, carecen de un circuito o una climatología tan dulce como Berlín.
La lógica deportiva, por añadidura, dice que en el futuro ya no estarán para esos trotes que Kimetto, treintañero también aunque llegado a la élite hace sólo dos campañas, se ha marcado por las calles berlinesas escoltado con impotencia por Emmanuel Mutai. Mutai, por cierto, merece comentario aparte porque también es wanjiruano de pro, y en el último lustro se ha convertido, si prescindimos de su exhibición en Londres-2011, en un segundón que vive una extraña segunda juventud.
El caso es que Kimetto no sólo ha hecho añicos un récord, es que ha reventado el crono para todo el resto de temporada otoñal, reduciendo el interés de otros grandes maratones a la emoción por la victoria. Nadie más en 2014 podrá bajar de 2h03, tal vez ni siquiera de 2h04. Queda el morbo de averiguar si Kekenisa Bekele actualiza el récord nacional de Etiopía aún en poder de Haile Gebrselassie (2h03:59), de evaluar la progresión del joven Tsegaye Mekonnen y, por supuesto, la lucha por el emblemático triunfo en la Gran Manzana.
Pero por lo que se refiere a récords, la cuestión se depachó en cuanto Kimetto, el pasado domingo, firmó un parcial de 14:10 del kilómetro 30 al 35 después de haber transitado por el muro de las lamentaciones en 1h27:37, todo ello para devorar 35.000 metros en 1h41:47, desempeño bestial, hiperbólico, estratosférico y sigan ustedes con los adjetivos que prefieran porque la ocasión lo merece.
Y es que la magnitud de la proeza de correr dos medios maratones consecutivos en menos de 1h01:30 con cero segundos de recuperación es tan enorme, que quizá ni su propio autor pueda repetirla. Tendrá que ser una nueva generación de maratonistas más jóvenes la que, atraída por la pasta gansa que se mueve en ruta, empuje en el futuro la plusmarca de los 42,195 kilómetros hasta el borde de las simbólicas dos horas justas.
El regular, inteligente y ambicioso Kipsang, esa fuerza de la naturaleza llamada Geoffrey Mutai, el anárquico Makau, el incombustible Kebede, el caza-metales Kirui y, desde luego, Wanjiru (un Prefontaine africano), revolucionaron las pruebas de asfalto como nadie lo hizo jamás, saliendo de la nada para discutir el trono al mismísimo Gebrselassie. Pero en septiembre de 2014 empieza, reloj en mano, el fin de su espléndido reinado. Lo más probable es que ninguno será factor en los Juegos Olímpicos de Río, que pillará a varios de ellos casi en la categoría M35 y a merced del Stephen Kiprotich de turno -ustedes me entienden- leáse un don nadie con marca anodina que se transfigura cuando hay medallas en el horizonte.
A Kimetto, en definitiva, le ha cabido el honor de superar con creces a una grandísma generación, de llegar donde otros no pudieron aprendiendo del mismísimo Mutai, su compañero de entrenamientos por la altiplanicie del Cuerno de África. Su récord es cruel como la invención del sonido que apartó a las estrellas del cine mudo. Además, desde el punto de vista estadístico, las 2h02:57 alejan de primera línea mundial a cualquier corredor acreditado por encima de 2h05:00 y señalan el inicio de una era cronométrica que nos llevará a nuevas burradas, con permiso de la Agencia Mundial Antidopaje, que ya veremos cómo gestiona semejante exuberancia.
Buenos apuntes. De esa generación me quedaré con la duda de saber que hubiera hecho en Berlin el Geoffrey Mutai de NY, creo que hubiera dejado la cosa en 2.03 peladitas porque aquello fue estratosferico.
De lo de ayer me quedo como dices aparte de lo de Kimetto con lo de Emmanuelle Mutai al que sigo desde que hace algo así como 6-8 años te corría en 2.08-2.07 de manera excepcional y que ha ido rebajando su marca tanto como el guión lo ha exigido para ser siempre, como bien dices, un segundón de lujo.Suelo ser exceptico con el tema del dopaje y bastante certero cuando se trata de atletas blancos y españoles porque sé hasta donde llegamos pero aqui me cabe el margen de la duda porque como decía el gran Jordan Santos desconocemos tanto de los del cuerno de África que podemos tener un inmenso abanico de mejoras con solo fijarnos en su dieta, entrenos, condiciones de vida etc. Ojo que no digo que no haya chamusquina porque por desgracia donde hay dinero hay corrupción y los maratones están moviendo mucho y no sería descabellado pensar que se pueden cerrar bocas con miles de dollares como vimos con por ejemplo Lance Armstrong.
En cuanto al futuro inmediato el único circuito medianamente agradecido es Chicago que ademas tiene un reparto espectacular pero quizas no adecuado. A Kipchoge y sobre todo a Bekele le pesan muchos los galones y ni el otro por el uno ni por los que vienen detras querran ensalzarse en una carrera suicida para tener que claudicar en los últimos kms. Kenenisa querrá ganar, querrá seguramente hacer algún día el record de Etiopia y de paso hacer lo que Haile no hizo, ganar el oro en la Olimpiadas de Rio. Es previsible casi siempre.
Yo como soñador y admirador de Bekele, le imagino, este 12 de Octubre en Chicago, en el km35 en 1:42 y poco, y ¿quién mejor que él para pegarse unos 7 kms finales brutales? ¿en unos 20:30?
Por soñar…