Un tal James Nielsen, canadiense por más señas, ha batido esta semana el récord mundial de la Milla de la Cerveza (The Beer Mile) con 4:57.0.
¿Que qué es la Milla de la Cerveza? Mal empezamos, si usted no ha oído hablar del asunto. Se trata de una especialidad que causa furor (1.700 cutre-carreras en los últimos tres años) y que consiste en correr 1.609,34 metros en una pista de atletismo, bebiendo una lata de cerveza de 33 centílitros cada vez que se pasa por meta y demostrando que está vacía volcándola sobre la cabeza antes de reemprender la marcha. Son, pues, cuatro lingotazos tan rápido como el esófago propio consienta, mientras se ventila con la mayor dignidad posible la distancia más sacrosanta del atletismo. El auténtico selfie borrachuzo del mediofondo, o sea.
No sé qué diría el octogenario Sir Roger Bannister -estos días noticia por el 60º aniversario del 3:59.4 y por su enfermedad de Parkinson, que el hombre lleva con humor-, pero a primera vista, esta variante de la milla semeja más una payasada de hooligans que un reto deportivo. ¿O no? El caso es que el evento ya tiene web propia (www.beermile.com) con ránkings de los cien mejores por género, categoría y marca de cerveza. Y utiliza un requisito viral para su propagación: si uno quiere que se homologue su marca, hay que grabar el correspondiente vídeo donde se vea íntegramente la prueba y subirlo a las redes sociales, además de enviarlo por supuesto a la web matriz.
Una importante condición más: en el supuesto de que se vomite antes de llegar a meta, se corren 400 metros extra como penalización.
Pese a la pintoresca normativa, algún atleta de talla mundial como Nick Symmonds (siempre dispuesto a hacer tonterías como intentar ligarse a Paris Hilton con una caja de bombones cuando todo el mundo sabe que está a dieta) ya se ha apuntado a la movida, fracasando tan rotundamente, por cierto, como con la biznieta de Conrad Hilton (aquí se le puede ver ejecutando su MMP de 5:15).
Añádase a la mayor gloria del invento que el vídeo del susodicho James Nielsen va por el millón doscientas mil visitas, grado de popularidad impensable para un corredor de 34 años acreditado en unos modestos 3:51.65 (1.500 metros) y 2h21:01 en maratón.
Aunque si hay un indicio incontrovertible del éxito de la Milla de la Cerveza, es que ya genera imitaciones con chocolate o huevos y lo que te rondaré morena, porque en algunos foros norteamericanos se especula con la posibilidad de introducir variantes eróticas entre las que no va figurar -esto ya se sabe- la obligación de correrse cuatro veces en cinco minutos, que más que homologar la plusmarca, habría que donar el cuerpo del posible recordman a la ciencia.
En fin, qué puedo decir. Sin restarle mérito a correr en un tiempo real de 4:21 la milla (Nielsen invirtió 37 segundos en beberse casi 1,3 litros de cerveza, que no es moco de pavo), cogiendo encima un pedo de consideración con el agravante del ácido láctico, uno piensa de estas cosas que -como en el anuncio del año 2000- ser el primer hombre que llega al Polo Sur al volante de un Galloper con Georgie Dann cantando La Barbacoa tiene un mérito relativo. Vamos, que los auténticos récords mundiales son los que tienen sustancia, palmarés, concurrencia y en eventos que se celebran bajo la supervisión de jueces cualificados.
Jamás la Milla de la Cerveza, ni los 100 metros haciendo el pino desplazarán al atletismo ortodoxo, el de los Juegos Olímpicos y los estadios, el de Dick Fosbury, Sebastian Coe o Bob Beamon. Pero la Milla de la Cerveza, aparte de ser una payasada divertida que por supuesto intentaré un día de estos, cumple sin pretenderlo la misma función que los esperpentos de Valle Inclán: lleva a las autoridades deportivas ante los espejos del callejón del Gato para verse ridículamente deformados. Y eso supone una cura de humildad para la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, que hoy carece de recursos para llegar al gran público, me refiero al público con mayúsculas, el de este mundo globalizado que vivimos y que sí se interesa masivamente, aunque sea por curiosidad, ante cierto tipo de mamarrachadas simpáticas.
Así que se me ocurren dos reflexiones:
1) El modo en que el atletismo se presenta al espectador tiene que evolucionar porque los tres vídeos más vistos de Serguey Bubka en youtube suman menos visitas acumuladas en cinco años que el vídeo de James Nielsen en una semana.
y, 2) Qué pena que el irrepetible Henry Rono no hubiera pillado una Milla de la Cerveza en sus buenos tiempos. Cuentan las crónicas que la noche anterior a batir su récord mundial de 5.000 metros en Knarvik (13:06.20 el 13 de septiembre de 1981) se tomó él solo no cuatro latitas de mierda, no, sino cuatro jarras de litro y medio de cerveza, seguidas de tres botellas de vino en los tugurios de Oslo. Con su talento habría dejado un récord como Dios manda, fuera del alcance de todos los putos friquis que en este planeta somos.
Foto | IMNZ
Lo mejor es el desafortunado comentario del autor «modestos 2h21´en maratón y 3´51″ en 1500». Pues con esos modestos tiempos hace 3 años casi se gana la «modesta Maratón de Sevilla» (se consiguió podio absoluto con 2h23´ y se está sin duda en una final de 1500m de Cto, España, prueba reina del atletismo español
Hola, FerTorrero.
En primer lugar, gracias por expresar tu opinión.
Hombre, hacer 2h21 y 3:51 en 1.500 es muy respetable (¡ya quisiera yo hacerlo aunque fuera tirándome en paracaídas!). Pero hay que poner mi comentario en su contexto: nadie con 2h21 y 3:51 en 1.500 ha tenido jamás tal grado de popularidad como el que tiene James Nielsen en este momento.
Un saludo.
Gracias por contestar de forma tan cordial. Hablemos de popularidad en atletismo. Me sirve el referente de Chema Martinez, al que admiro (no se me ocurre otro más popular que se busque para patrocinios, apadrinar actos, carreras, publicidad, prensa, hasta libros! en España. Recuerdo páginas completas sobre él en marca poco antes de hacer 2h20´en Helinki 2007 o tb 2h20´en Osaka 2005, hablo de memoria pero suenan unos JJOO en 2h19?? Para el recuerdo quedaran sus 2h08´, pero ojo!
Hola de nuevo…
Gracias a ti por tus aportaciones.
Si Chema Martínez no hubiera tenido el currículum que tenìa, no habría sido internacional, y sus 2h20 en unos mundiales habrían sido tan invisibles como los 2h24 de Alfonso Abellán en Seúl-88… Además, la mejor actuación mundialista u olímpica de Chema no le ha dado ni la décima parte de titulares que su carrera contra un autobús, jejeje.
Vivimos en un mundo extraño en el que puedes no conocer a africanos que acreditan 2h05 en maratón pero acabas conociendo a James Nielsen. El atletismo es así de contradictorio cuando se da a conocer en los medios de comunicación, y no digamos en las redes sociales…
Juan Manuel,
La cuestión es que no sé si será mejor o pero seguir haciendo publicidad de la «gesta».
Si no figurase aquí, yo seguiría sin conocer al ínclito canadiense,… y tan feliz.
Lamentablemente, es lo que ahora nos toca vivir, así que mejor llevarlo «en positivo».
Saludos.
Debate zanjado jejeje muy acertado en todo. Por desgracia es así, conocemos los minutos que llevaba Casillas sin ser titular en Liga y seguimos pensando que muchos futbolistas tienen nivel de final mundialista de 100m lisos ,,,,, pero nadie recuerda a Sandra Myers (sus 11″ pelaos en Vigo no creo que fuerzan alcanzables por ninún futbolista) Un fuerte abrazo (da gusto hablar de atletismo)
Un abrazo, Fer!!! Da gusto hablar de atletismo (y sus alrededores).