Frase de la semana
«Muchas gracias por esta experiencia a tu lado… ¡Sin ti no habría sido posible! Si hay alguien con quien tenía que compartir el debut, ¡ese alguien era TÚ! ES ALGO QUE LO RECORDAREMOS SIEMPRE… GET YOUR DREAMS!!»
Frase de Javier Guerra, en su Twitter, dirigida a Javier López Villarubia después de su papel de liebre en el Campeonato de España de maratón. Papel que fue fundamental para la consecución de la mínima que le permitirá acudir al Campeonato del Mundo de Moscú, 2h12:21.
Vídeo de la semana
No todos los keniatas pasan bien los obstáculos…
Historias de Boston
El Maratón de Boston es más que una carrera, es un pedazo muy importante en la historia de la maratón. Su primera edición data de 1897, un año después de la maratón olímpica de Atenas. Los americanos intentaron emular lo que habían vivido en los JJ.OO. de Atenas. En la primera edición del maratón bostoniano participaron 18 corredores, mientras que en este año fueron más de 26.000 los particpantes que tomaron la salida en Hopkinton. La prueba contaba con el atractivo de disputarse con carácter anual, algo que le daba cierta ventaja con respecto a los Juegos Olímpicos y además contaba con la ventaja añadida de que los maratones olímpicos eran en verano, con unas condiciones climáticas generalmente desfavorables, mientras que la maratón de Boston tiene lugar en el mes de abril en Nueva Inglaterra, lo que garantiza mejores condiciones para correr.
Boston se celebró incluso durante el transcurso de las dos guerras mundiales. La única excepción fue en 1918, que debido a la Primera Guerra Mundial, se optó por hacer una prueba por relevos en una base militar norteamericana. Una de las señas de identidad de los ganadores de Boston es que se les sigue premiando con una rama de laurel sobre la cabeza. La corona formada por hojas de laurel, generalmente era entregada como recompensa a poetas, deportistas y guerreros en la antigua Grecia y Roma. Por asimilación, un deportista «laureado» es una persona que ha recibido un premio. Este hecho lleno de simbolismo solo perdura en Boston, aunque los JJ.OO. de Atenas lo recuperó y, de una manera incongruente, se volvió a eliminar en Pekín 2008.
La fecha para la celebración del evento es el Patriots Day (Día de los patriotas) que es el tercer lunes del mes de abril. La historia de la prueba está jalonada de anécdotas, de hechos históricos y de referencias en la historia atlética. Una de las más mencionadas es la lucha de las mujeres por conseguir la igualdad en este evento. La primera maratoniana no corrió en Boston, como se suele decir, sino que fue Stamatis Rovithi. La atleta griega se convirtió en la primera mujer en correr un maratón cuando cubría el circuito olímpico propuesto para la Maratón a Atenas 1896. Violet Piercy es la primera mujer de la que consta una marca, 3h40.22 en 1926. Pero fue en Boston donde se inició la lucha por la igualdad. Hasta el año 1972, las mujeres habían sido excluidas de la maratón. Sin embargo, en 1966, Roberta «Bobbi» Gibb se escondió detrás de un arbusto en el inicio de la maratón de Boston y, a escondidas, logró terminar en un tiempo no oficial de 3h21:25. Fue la primera mujer conocida que logró completar la maratón de Boston. «No tenía la intención de hacer una declaración feminista», dijo Gibb. «Estaba corriendo en contra de la distancia (no contra los hombres) y estaba midiendo mi propio potencial». Al año siguiente, el número 261 en la maratón de Boston fue asignado a K.V. Switzer. Se trataba de una atleta femenina que utilizó solo las iniciales para engañar a la organización y así conseguir un dorsal. En lugar del examen médico preceptivo, su entrenador entregó un certificado de salud a los organizadores. Tenía 20 años y estaba estudiando en la Universidad de Siracusa. A los dos kilómetros de carrera, los organizadores de la carrera se percataron de que estaba corriendo una mujer y fue entonces cuando el director de la carrera Will Cloney y, sobre todo, el juez Jock Semple, intentaron sacarla del recorrido o al menos retirarle el dorsal, pero sus compañeros de equipo y su novio, un jugador de fútbol americano, repelieron la agresión y logró terminar la prueba en 4h20. En esa edición volvió a correr Gibb, que se retiraba unos metros antes de la línea de meta, realizando un tiempo aproximado de 3h27.17. Las imágenes de Semple intentando retirar a Switzer de la prueba fueron portada de todos periódicos al día siguiente y permitieron que se abriera un debate sobre la presencia de la mujer en las maratones.
Estas reivindicaciones permitieron que, poco a poco, se fueran cambiando las normas hasta que se admitió la participación femenina en la maratón. En 1972, cinco ediciones más tarde de la primera carrera de Switzer, se permitió la participación de la primera mujer en la maratón de Boston. En 1996 la B.A.A. (Boston Athletics Association) reconocía oficialmente como vencedores a las mujeres que participaron en las ediciones de 1966 a 1971.
La participación femenina tuvo un triste lunar con la supuesta victoria de Rosie Ruiz en la maratón de 1980. La ganadora fue coronada con un tiempo récord de 2h31.56. Se le impuso la perceptiva corona de laurel, pero todo empezaba a oscurecerse al ver que en la rueda de prensa no contestaba a ninguna de las preguntas técnicas de los periodistas; no recordaba detalles de la ruta. Se le preguntó por sus sentimientos al pasar por Wellesley Collage, una universidad femenina de gran prestigio, y no hizo ninguna mención a la cantidad de chicas que estaban a esa altura agolpadas.
Bill Rodgers, el ganador ese año en hombres, señalaba que hablando con ella, no le sabía decir cuántos kilómetros entrenaba, ni tampoco a qué ritmos. Tampoco supo contestar cómo había logrado una mejora de 25 minutos sobre su marca en tan solo 6 meses. Estos hechos, junto a su apariencia al llegar a meta (no sudaba) hizo levantar la sospecha de que había hecho trampa. Finalmente fueron revisadas las cintas de vídeo de la carrera y se comprobó que había engañado a todo el mundo. La investigación posterior concluyó que Ruiz se había colado la mayor parte de la carrera y se mezcló en el pelotón cuando faltaba una milla para la línea de meta. Llegaron a realizar pruebas médicas y comprobaron que sus pulsaciones en reposo eran 76, muy alejadas de las 50 que suele tener una maratoniana de 2h31. Ruiz fue descalificada oficialmente, y fue proclamada ganadora la canadiense Jacqueline Gareau, que había entrado en meta con un tiempo de 2h34:28. Ruiz era una atleta aficionada que el año previo a su supuesta victoria en Boston había corrido la maratón de Nueva York en 2h56:29. Con ese registro fue 11ª. Sin embargo, una periodista (Susan Morrow) informó que la había visto en el metro mientras se disputaba la maratón de Nueva York y que, al ser interrogada, le dijo que estaba lesionada. A pesar de la múltiples evidencias del engaño, Ruiz siempre negó las trampas hasta el punto de negarse a devolver la medalla que la acreditaba como ganadora.
La trampa parece que también persiguió la vida personal de esta «atleta». Dos años más tarde, en 1982, Ruiz fue detenida por malversación de 60.000 dólares de una empresa inmobiliaria en la que trabajaba. Pasó una semana de la cárcel y fue condenada a cinco años de libertad condicional. En 1983 fue condenada por tráfico de cocaína.
Todos los esfuerzos de la organización se centraron en intentar, dentro de lo posible, compensar a la verdadera ganadora, Gareau. El jueves después de la carrera, que siempre se celebra en lunes, se montó una línea de meta ficticia para sacar fotos en las que la canadiense rompiera una cinta de meta. Esta acción se volvió a repetir en 2005, con motivo del 25 aniversario de su victoria, como acto de desagravio.
Lo único positivo de las trampas de Ruiz es que todas las organizaciones de las maratones agudizaron el ingenio y no escatimaron en gastos para tener controlado el recorrido de todos los corredores. Fruto de estas medidas surgieron los chips, que hoy en día son casi imprescindibles en todas las pruebas de ruta.
Salvador García es el protagonista de otra las anécdotas que jalonan la historia del Maratón de Boston. El maratoniano mexicano fue el primer atleta latinoamericano que logró vencer en Nueva York. El «Halcón» siempre fue un atleta peculiar, tanto en las formas como en el fondo. Sus hazañas eran tan sonadas como sus extravagancias. Entre ellas está la de tener unos doberman, de nombre Napoleón y Hitler, que intentó que fueran en un avión en el asiento contiguo al suyo. Decía que pagando el correspondiente billete, sus perros tenían derecho a viajar con él. Sus intentos, obviamente, fueron infructuosos. Pero además, protagonizó una anécdota que causó mucho revuelo en la edición de la maratón de Boston de 1994. En ese año, Pete Wilson, que era el gobernador de California, defendió la famosa «Proposición 187«. Se trataba de una propuesta legislativa presentada para las elecciones de California que proponía negarle a los inmigrantes indocumentados servicios sociales, servicios médicos y educación pública. Esta medida afectaba fundamentalmente a la población mexicana que estaba asentada en el estado de California. Salvador García salió a la carrera con una cinta al pelo en la que criticaba veladamente, pero de forma soez, la decisión del gobernador Wilson. En su cinta de pelo se podía leer «Wil son of…» (Wil hijo de…). Intentaron convencerle de que podía ser descalificado, pero su argumento fue irrebatible «Lo que pone en mi cinta no tiene ningún significado»; aunque todo el mundo sabía perfectamente lo que quería decir el atleta mexicano.
En esa misma edición vencía Cosmas Ndeti. Su marca fue récord de la prueba con 2h07:15 y también sería mejor marca del año 1994. Esa edición contó con viento a favor, lo que benefició a Martín Fiz, que batía la plusmarca nacional en hombres con 2h10:21, 6 segundos menos que el leonés Rodrigo Gavela y Mónica Pont hacía lo propio en mujeres con un registro de 2h29.36, mejorando el récord de María Luisa Muñoz. Ndeti acabaría ganando en tres ocasiones la maratón de Boston. A su hijo lo llamó Cosmas Boston Ndeti en honor a la maratón que lo consagró como uno de los grandes de la distancia en los noventa.