Ustedes ya conocen los hechos. Y si no, les pongo al día. El obstaculista Antonio David Jiménez Pentinel, más conocido por el apelativo de Penti, fue detenido el martes en Sevilla acusado de tráfico de sustancias dopantes, tras haberse decomisado supuestamente en su domicilio -según informan varios medios de comunicación- jeringuillas, ampollas con hormona de crecimiento y sangre lista para realizar autotransfusiones, entre otras sustancias.
Pentinel pasó la noche en los calabozos de la Jefatura de la Policía Nacional de Blas Infante, y al día siguiente fue puesto en libertad con cargos, acusado de un presunto delito contra la salud pública al igual que Iván Hierro, otro atleta detenido en la operación, quien por cierto, el 31 de agosto de 2006 corrió los 3.000 metros en una marca de 7:40.39, extraordinaria teniendo en cuenta que su segundo mejor crono es 7:51.39; también el resto de sus MMP en pruebas de fondo proceden de las semanas comprendidas entre julio y septiembre de 2006.
¿Qué se puede decir, a estas alturas de la película? Pues que da incluso pereza hablar de dopaje. Es la eterna cuestión palpitante, que diría doña Emilia Pardo Bazán. La que nunca se resuelve, y embarra a campeones y no tan campeones en todos los paises del mundo.
Afortunadamente, en España impera el estado de derecho y se reconoce la presunción de inocencia, por mucho que esté de moda zumbarla en los periódicos y redes sociales. Aunque sin pecar de ingenuos. Las prerrogativas del acusado (concebidas para que ni a usted ni a mí nos acusen impunemente de matar a Manolete) resultan, a veces, un coladero de exculpaciones para los verdaderos delincuentes: que si se anulan las escuchas porque falta un cuño en no sé dónde, que si la noticia se filtró vulnerando la Ley de Protección de Datos, que si las pruebas escaparon medio minuto a la custodia directa de la policía científica, que si un informe ad hoc de un médico le da la vuelta a la tortilla y resulta que los doctores no dopan sino que velan cual arcángeles por la salud de sus pacientes olímpicos…
O sea, que entre unas cosas y otras, las grandes operaciones se quedan en pena de telediario, con mucho ruido en los medios, y luego acaban penalmente en casi nada: Galgo o Puerto se disolvieron sin ningún condenado en firme (las apelaciones están en marcha) y muchas bolsas de sangre en el limbo. Eso que tiene que agradecer alguno o alguna.
Sumémosle a esto que la justicia persigue el tráfico de sustancia dopantes, pero no su uso. En otras palabras, que a los jueces le importa un comino si Pentinel, Marta Domínguez, Sergio Sánchez o el sursúmcorda hace trampas: lo que se castiga es el tráfico, el negocio. Recordemos que para la detección administrativa de positivos está, desde hace pocos meses, la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD) que, en este ámbito, ha vaciado de competencias a las federaciones deportivas, incluida la Real Federación Española de Atletismo (RFEA).
¿Tiene derecho, pues, Pentinel a la presunción de inocencia jurídica? Faltaría más. No puede ni debe ser de otra manera. Aunque la posibilidad parezca remota, una conspiración judeomasónica o un error garrafal de la policía pueden haber empujado a un inocente al banquillo, y que ni el sevillano traficase para llegar a fin de mes, ni mucho menos se hubiera tomado en su vida sustancia alienante ninguna. Tiempo tendrá su abogado y él mismo de estructurar la mejor defensa posible.
En este orden de ideas, no tardará en argumentarse que Pentinel es un corredor de 37 años alejado desde hace 9 temporadas de su mejor forma en los 3.000 metros obstáculos, especialmente a raíz de un súbito bajón que sufrió hacia el año 2006, en plenos Europeos de Gotemburgo (era favorito y quedó quinto) y de unos problemas que tuvo posteriormente en el bazo. Vamos, que por más que se haya adaptado al cross en los últimos inviernos, está en pleno declive físico y encima los análisis fueron siempre negativos, lo que para sus seguidores prueba la inverosimilitud de que se dopara, mientras que para un servidor y quizá para usted que me está leyendo curtido en mil decepciones, no demuestra nada.
Y así llegamos al punto que quería: a ponderar la existencia de tres planos independientes aunque emocionalmente conectados, el de la ley, el administrativo-deportivo, y el pasional. En el plano de la ley, Penti tiene todo el derecho a defenderse y no hay que dar nada por supuesto mientras un juez no dicte sentencia. En el plano administrativo-deportivo, ídem de lo mismo, y la AEPSAD decidirá qué sanción disciplinaria corresponde, si es que corresponde.
Pero, atención. A muchas millas de distancia de los tribunales, en el ecosistema de las pistas, en la pasión de cada aficionado y más allá del posible castigo de dos años sin competir que le propine la AEPSAD, Pentinel goza -no revelo ningún secreto- de una nefasta reputación que los hechos de esta semana no contribuyen, precisamente, a mejorar.
Y del mismo modo que es respetable que los amigos de Antonio David arguyan con razón que jamás ha dado positivo oficial, yo también con el corazón roto por mil embusteros que han ensuciado mi deporte favorito, y que encima han negado y juramentado en falso como San Pedro, tengo el derecho pasional a poner en duda de la A a la Z todo el currículo del campeón de Europa de 3.000 metros obstáculos en Munich-2002, y a desear que le vaya lo mejor posible en lo personal y hasta en lo judicial, pero nunca vuelva a rondar una pista como atleta, entrenador, ni organizador.
Y hasta aquí mi reflexión porque me siento tan triste, tan cabreado, tan hasta los cojones de que nos tome el pelo cualquier mentiroso con patas -y ya no me refiero a Pentinel-, que me callo para no soltar en caliente un disparate del que luego tenga que arrepentirme.
Foto | EFE
Amen
No conozco de nada a Penti, que conste, y sólo soy un aficionado y amante enfermizo de este deporte en todas su vertientes, practicante impenitente de diario, con lluvia, sol, frío y nieve y también, abogado penalista igual de impenitente en la creencia de el derecho a la presunción de inocencia y harto de las tropelías que policial y judicialmente se cometen en determinados «casos mediaticos».
Si los casos se caen, por nulidad en las escuchas y esas cosas que comentas, es porque se hacen mal los deberes, deberes que nada mas y nada menos significan vulneración de derechos fundamentales del ser humano, partiendo de la base de que estamos en un estado garantista y esperemos que así continue por el bien de todos respetado y leído amigo. Mi queja va más allá, mucho más allá, precisamente en el hecho de que los famosos casos de dopaje giran en torno a determinados deportes, y otros muchos, con mayor número de practicantes y por lo tanto número de posibilidades, no saltan a la luz, porque pueden ser considerados como el sustento del ocio del pueblo e interés general…supongo que nos entendemos todos.
Veamos y esperemos que los indicios se conviertan en pruebas, y después opinemos de unos hechos que hoy por hoy ampara la presunción de inocencia, y sigamos haciendo grandes columnas sin atisbos de pesimismo, sino de alzar la voz del deporte por encima de todo, sin rencores a nadie, que cada uno elija su destino.
Larga vida al atletismo, larga vida al deporte y a los deportistas españoles.
Por cierto, soy abogado defensor en al operación skype, así conocí de cerca las operaciones policiales contra el dopaje, y si queréis, también puedo contar como se ha llevado a cabo esta investigación, como ha nacido, como se ha desarrollado y las consecuencias que por ahora han traído, después opinemos compañeros, con todo el respeto a las plurales opiniones de todos y el sumo respeto al foro en el que escribo y participo lo que el tiempo nos deja.
Ivan hierro es inocente nadie duda del mejor atleta cántabro que tenemos
Amén
Bastante mala suerte ha tenido con las.lesiones que las marcas que tiene le situaban en la elite de españa y Europa