Cuando la vida aprieta elige un ritmo más suave, pero no te detengas. Tu forma física empeorará, evidentemente y de manera circunstancial. Pero recuperarás el equilibrio que te han arrebatado los problemas.

Lo argumento.

Correr, por muchos kilómetros que lleves encima –o precisamente para ser capaz de llevarlos– es una actividad que requiere un formidable equilibrio mental. Sin entrenamiento no se llega a ninguna parte; el atletismo es un deporte sin piedad, que coloca a cada cual en su sitio según aptitudes y actitudes, una disciplina en la que no hay casualidades y en la que es preciso trabajar y trabajar en busca de escasísimas recompensas. Sabemos que rara vez un atleta de élite, a lo largo de su carrera, mejora más que unos pocos segundos o fracciones en su especialidad. Y que perder dos, tres miserables sesiones en el momento justo puede arruinar un estado de forma que cuesta meses adquirir. Por eso la psicología es tan importante. O tienes las cosas claras o no aguantas. Te rindes.

Hace falta tener una cabeza muy bien amueblada para superarse a uno mismo, para vencer al enemigo que llevamos dentro y soportar el rigor de los rodajes, las series, las pesas, los estiramientos, las posibles lesiones y adversidades de toda índole, incluida la atmosférica que sufrimos en estos días de frío gélido en España. Hay que enfocar el objetivo, pensar en él, ambicionarlo, quererlo cuando se agotan las fuerzas y sobreviene el pesimismo y te sorprendes preguntándote: ¿pero qué demonios hago matándome por bajar un cochino segundo, si podría ir a un ritmo más cómodo?

Tengo un amigo corredor hipersensible a los problemas. Al menor contratiempo, adiós a los planes. Lleva dándole a las zapatillas veintimuchos años y durante ese tiempo, igual que todos, ha acomodado sus metas a la realidad que le rodea. Pasó de la etapa de estudiante en la que cada entrenamiento era una fiesta y buscaba mínimas, puestos y marcas, a una apacible categoría de veterano en la que cada año se impone un reto accesible para él: bajar de 37 minutos en 10 kilómetros, de 1.20 en media o, simplemente, sentir esa plenitud física del cuarentón que aún es capaz de completar un mil en «dos cincuenta y pico».

Pero las aventuras de mi amigo no siempre llegan a buen puerto. Se nota cuando su cabeza se desordena por razones personales o laborales. Se le nublan los objetivos. Todo le da pereza. Y cuando sale, su estilo ya no es redondo, las series se ralentizan, tira la toalla al menor atisbo de fatiga. Entonces hay que preguntarle qué le ocurre. Porque le ocurre algo, sin duda, y su inquietud se refleja en los entrenamientos.

Y es que en la vida y en el deporte hay cosas que pasan, y cosas que se quedan. Que nos marcan. Esta misma semana un atleta mayúsculo, el gran Sebastian Coe, ha declarado que si Steve Ovett le hubiera vencido en los 1.500 metrosde los Juegos de Moscú, habría sido un perdedor el resto de su carrera. Tal vez tenga razón. Uno se acostumbra a no pelear por la victoria, y se olvida de ganar. De conseguir sus objetivos. Pero esas sutilezas, esas fijaciones con batir a tal o cual rival en un momento cumbre sólo valen para la élite.

Para el resto de los mortales, para nosotros, es mejor aplazar los objetivos atléticos por una buena causa. Ordenar prioridades.

Que correr no te haga sufrir psicológicamente. No es tu trabajo, ya habrá mejores ocasiones. A Coe la gloria olímpica le llegaba cada cuatro años. Para nosotros, en cambio, hay unos Juegos en ruta disponibles cada fin de semana. Y si no se puede hacer el maratón en 3 horas en septiembre, se intenta en octubre.

Pero atención, que las dificultades de ahí fuera no destruyan al corredor que llevas dentro. Ante el trabajo, la familia, los golpes de la vida y de la salud, levanta el pie del acelerador; no estás centrado y, posiblemente, te estrellarás en tus objetivos y añadirás frustración deportiva a tus problemas extradeportivos. Prueba otra táctica: retrocede en tus pretensiones para tomar carrerilla. Eso sí, no dejes de correr completamente. Sobre todo a cierta edad, aprende a disfrutar sin exprimirte. Por extraño que parezca, regalarse unos kilómetros lentos, incluso en los periodos de mayor zozobra, ayuda a pensar mejor y a mirar de frente a las dificultades. Tal vez también a vencerlas.

Por consiguiente, cambia de estrategia en los malos momentos. No escondas las zapatillas, sino el crono, y apresúrate, amigo. Apresúrate a correr despacio.

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Licenciado en Periodismo y corredor practicante (cada vez más lento) a razón de 4/5 días por semana. Ha desempeñado diversas responsabilidades en instituciones públicas, siempre en el área de comunicación, y ha participado en los equipos de prensa de varias campañas electorales autonómicas, nacionales y europeas. Autor del libro "El Derecho a la Fatiga", un estudio sobre el dopaje en las carreras de fondo y mediofondo.

7 Comentarios

  1. Me encanta el enfoque de este artículo. Llevo como un mes con mucho trabajo y poco tiempo para correr. Como no tengo la hora u hora y media que me tocaría salir según el entrenamiento, no salgo. Así que cambiaré el chip y salir aunque sea media horica de tranqui 🙂

  2. Desde hace mucho tiempo esa es mi filosofía, salgo para disfrutar no para estresarme más. Hace ya años corría siempre con un plan que seguía a rajatabla y cuando no podía seguirlo así porque estaba mal por la causa que fuera no salía, todo ello me llevaba a sentirme peor porque empeoraba mi forma y me frustraba. Después de muchas frustraciones de estas, decidí que había que salir lo que se pueda y no dejarlo. Ahora lo confirmo es mejor salir un poquito, lo que puedas, al ritmo que puedas que no salir, vence a tu pereza, a tu exigencia y disfruta. El ejercicio te predispone para afrontar mejor los problemas gracias a las tensiones que liberas y las hormonas que segregas con su práctica. ¡Animo!

  3. Buenas tardes. Amigo por favor necesito ayuda desde hace 2 meses estoy sufriendo un dolor en el pie derecho por debajo del tobillo que me imposibilita correr como quisiera a veces le e dado descanso por 2 dias y mejora un 90porciento pero vuelve de nuevo el dolor no quisiera parar de correr porque amo el running. Que me recomendarian uds. Para tratar ese lesion si se puede llamar. Ya visite a un traumatologo y su ayuda me parece que no fue la mas aceptada.

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