La historia del deporte está llena de hechos insólitos y de triunfos en los últimos metros, remontadas increíbles, canastas o goles en los últimos minutos, etc. Pero además de este componente de incertidumbre, que hace tan maravilloso componente del deporte, hay otro elemento que es consustancial con el deporte, la suerte.
Adnan Akkar llegó a los pasados Juegos Asiáticos, disputados hace dos meses en Incheon (Corea del Sur), con la intención de meterse en las finales y lograr una buena clasificación para su país, Iraq. La posibilidad de medalla era remota, ya que en las pruebas en las que tenía la intención de participar (800 y1500 metros) tenía rivales de mucha consideración, entre los cuales había varios atletas africanos nacionalizados en los países del Golfo Pérsico. Pero Akkar lograba una sorprendente medalla de bronce en el 1500 y en el 800 se alzaba con triunfo gracias a su esfuerzo y a un indudable toque de fortuna ya que, por una rocambolesca casualidad, los tres primeros atletas en llegar a meta fueron descalificados.
Otro de los favoritos, Yusuf Saad Kamel, campeón del mundo en 1500 metros en Berlín 2009, y bronce en 800, se quedaba sin posibilidades de medalla cuando a los 200 metros de darse la salida se iba al suelo. El primero en llegar a meta fue Abdulaziz Ladan 1:46.28, después entró el catarí Musaeb Balla (o Bala, dependiendo de la fuente) con 1:46:33 y tercero Abraham Rotich, atleta de origen keniano pero que defiende los colores de Baréin. Ladan fue descalificado por un tropezón que se produjo inmediatamente después del toque de campana. Balla y Rotich fueron descalificados por pisar la línea.
Después de las descalificaciones, el oro pasaba para Adnan Taess Akkar con 1:47.48. El atleta iraquí conseguía el primer oro para su país en unos Juegos Asiáticos desde 1982. El chino Teng Haining se beneficiaba de las descalificaciones y ascendía del quinto al segundo lugar y el atleta de Catar Jamal Hairane pasaba del sexto al tercero.
El vencedor tiene el mérito enorme de conseguir dos medallas para un país con una situación política muy delicada y que viene de una guerra. El propio Taess Akkar tuvo que emigrar del país en los momentos álgidos del conflicto armado. Durante los años 2006 y 2007, los atletas tuvieron que sortear las balas de los francotiradores en la pista de Jadriyah en el centro de Bagdad. Además, entrena en un país con claras deficiencias en instalaciones y con el valor añadido de que no cambió de camiseta a pesar de las ofertas tentadoras que le llegaron de Catar, Baréin y Emiratos Árabes Unidos
El hecho de descalificar a los tres primeros de una gran competición no tiene precedentes pero en los Juegos Olímpicos de Pekín se produjo la descalificación del segundo y tercer clasificado en el 200. La prueba la venció Usain Bolt con 19.30, lo que suponía en ese momento un nuevo récord del mundo. Detrás llegaba Churandy Martina, que en ese momento defendía las Antillas Holandesas y tercero era Wallace Spearmon. Ambos, Martina y Spearmon, eran descalificados por el mismo motivo, por pisar la línea y los beneficiarios de su descalificación fueron Shawn Crawford que pasaba del cuarto al segundo puesto y Walter Dix pasaba del quinto lugar al tercero.
Una de las pruebas que más sorpresas suele deparar son las vallas. Son diez obstáculos que pueden hacer que un mínimo error te deje fuera. Son innumerables los casos de carreras en las que se han visto caídas de los favoritos o descalificaciones de los mismos. En el Campeonato de Europa de pista cubierta de Madrid 2005 se produjeron tres eliminaciones en la prueba de 60 m v. por salidas nulas. Entre las tres víctimas por salidas nulas estaba el letón Stanislav Olijars, que era uno de los grandes favoritos y que era el vigente campeón de Europa en ese momento. La prueba fue ganada por Ladji Doucouré con 7.50, la misma marca que había realizado Olijars en Gante dos años antes. Felipe Vivancos, en una de sus mejores carreras, se alzaba con la plata con 7.61.
El último episodio en las vallas fue en el pasado Campeonato de Europa en el que Bascou, que entró tercero en meta con 13.28, fue descalificado. El beneficiario en esa ocasión fue su compatriota Martinot- Lagarde. Lo hilarante del caso fue que Martinot-Lagarde dio la vuelta de honor convencido que había sido tercero. Se enteró que había entrado cuarto cuando llegó al set de la televisión francesa. Posteriormente, llegó la descalificación de Bascou y Martinot- Lagarde pasó a la medalla de bronce por lo que de manera irónica lo podemos considerar un visionario.
En Daegu el beneficiado fue Richardson que estaba destinado a ser bronce, pero Dayron Robles tocó dos veces a Liu Xiang e hizo que el chino perdiera las opciones al oro y el cubano se ganó una descalificación que acabó beneficiando al norteamericano. Richardson, que atacó tercero la última valla fue el que se hizo con el oro.
Más sorprendente fue el oro de Voula Patoulidou en Barcelona. Devers había vencido en la final de 100 metros y nadie dudaba de su victoria, pero un tropezón en la última valla la dejaba fuera del oro. Patoulidou hacía la carrera de su vida. Ganó la final con una marca de 12.64 pero fue una sorpresa mayúscula ya que venía de ser cuarta en series (13.17), tercera en cuartos de final (13.05), tercera en la final con una gran marca personal (12.88). Todo el mundo creyó que en esa semifinal había alcanzado su límite pero su gran mejoría y la fortuna, por la caída de Devers hizo que consiguiera un oro totalmente inesperado. Nunca volvió a acercarse a esas marcas. Después probó en salto de longitud pero nunca alcanzó gran nivel.
Wolfgang Norwig tuvo mucha suerte en los JJ.OO. de Múnich 1972 cuando la IAAF, un par de días antes de la calificación, decidió que Bob Seagren y la mayoría de los otros pertiguistas no podían usar sus pértigas y tuvieron que usar unas que nunca habían visto antes.
Los JJ.OO. de México 1968 pasaron a la historia por muchos motivos (Black Power, Beamon, Fosbury, final de triple, etc.) pero también por alguna sorpresa, y entre ellas destaca la de Amos Biwot, que tuvo la inmensa fortuna de que los JJ.OO. fueran en altitud, lo que le benefició de manera considerable, ya que al ser keniano no tuvo problemas de adaptación. Llegó a los JJ.OO. con 8:44.8, marca muy alejada de los primeros del ránking mundial y, por si fuera poco, tenía una técnica penosa. En la final aguantó en el grupo de cabeza y en una última recta prodigiosa le hizo conseguir un sorprendente oro.
Otro de los atletas que tuvo la mayor de las fortunas fue Peter Rono que se hizo con un inesperado metal dorado en los JJ.OO. de Seúl 1988. La suerte se adueñó del atleta keniano, ya que todos los favoritos llegaron tocados físicamente. Cram estaba tocado en un gemelo. Aouita, que también estaba con problemas, no salió en el 1500 y sólo hizo el 800 (3º). Bile estaba lesionado, Coe no fue seleccionado y Elliot, que finalmente fue plata, llegó con molestias en una ingle.
Los relevos, marcha y la pértiga también han sido fuente inagotable de sorpresas y de atletas que consiguieron sus metales por su esfuerzo pero también por un toque innegable de fortuna.
En otros deportes se han producido casos donde la suerte jugó un papel fundamental. En la memoria dos casos.
Steve Bradbury es considerado por el propio canal de Youtube del COI como el medallista de oro más afortunado de la historia olímpica. El patinador australiano no tenía ninguna opción de medalla en la disciplina de 1000 m de patinaje de velocidad sobre pista corta en los JJ.OO. de invierno de Salt Lake City 2002. En cuartos de final le tocó dos de los grandes favoritos: el favorito local Apolo Ohno y el campeón del mundo Gagnon. Se clasificaban dos, por lo que sus opciones eran casi nulas. Llegó tercero pero con la fortuna de que descalificaron a Gagnon y entró en semifinales.
En semifinales tampoco tenía ninguna opción pero un accidente dejó fuera de carrera a los tres grandes favoritos, entre los que estaba el campeón olímpico hasta esos JJ.OO. El paso a la final volvía a producirse por un hecho fortuito y no por su calidad como patinador, por lo que las opciones en la final se reducían todavía más. Acceder a una medalla era una quimera y en las últimas dos vueltas, de esa final olímpica, perdió el contacto con el cuarteto de cabeza. Estaba completamente descolgado cuando en la última curva sus cuatro oponentes, que tenían mucho más nivel que él, se iban al suelo. Bradbury superaba a todos mientras estos se intentaban levantar para llegar a meta en la mejor posición posible.
http://www.youtube.com/watch?v=fAADWfJO2qM
El segundo caso se produjo en la Eurocopa de fútbol de 1992. Yugoslavia estaba clasificada para acudir a la fase final, pero la Guerra de los Balcanes la dejó fuera. Su plaza vacante fue ocupada por Dinamarca, que a la postre se convirtió vencedora del Campeonato. Sus jugadores estaban de vacaciones cuando fueron avisados de que tenían que reincorporarse a la selección para ir a Suecia, lugar de celebración de dicho torneo.