Podium senior masculino con Polat Arikan y Alemayehu Bezabeh, de origen keniano y etíope respectivamente
El cada vez menos «Europeo» de campo a través, celebrado hace una semana en Belgrado, ha dejado a España un botín de tres preseas y una serie de lecturas susceptibles de ser analizadas.
En primer lugar, la naturaleza de nuestros éxitos, todos ellos logrados en categoría sénior, que contrasta con el discreto rendimiento de los más jóvenes, una disparidad que se ha convertido en tendencia en los últimos años. Hay que tomar, eso sí, estos datos con prudencia, teniendo en cuenta que las selecciones juniors suelen renovarse constantemente dado que son sólo dos años, o tres a lo sumo, el tiempo que los atletas pertenecen a esta categoría, lo cual provoca, casi espontáneamente, hornadas más o menos talentosas. En cambio las absolutas son selecciones más asentadas, con unos pilares que suelen sustentar el equipo durante unos cuantos años (ahí están Javier Guerra, «Penti» o Diana Martín) y una insólita y exitosa renovación constante de sus componentes más importantes cuando, por ley de vida, éstos han de dejar paso a la pujanza de los nuevos talentos.
Además del empeño y buen hacer de los atletas y técnicos españoles que buscan su eclosión en la máxima categoría, que es «la que cuenta», sacrificando de algún modo un florecimiento prematuro, quizás habría que buscar parte de la explicación a este antagonismo en el demérito de otras potencias del campo a través europeo, que por cuestión de un mal enfocado programa de tecnificación, no consiguen desarrollar el evidente potencial de muchos de sus jóvenes llamados a triunfar en categoría sénior. Sea como fuere, bienvenido sea, podemos felicitarnos por ello.
La segunda cuestión en la que me gustaría hacer hincapié es una de ámbito más bien extradeportivo, aunque con enorme trascendencia en la competición. Me refiero a la adulteración que está sufriendo el modelo de este campeonato en los últimos años, y que, visto lo visto, no hará sino agravarse en el futuro, por las llamadas «nacionalizaciones exprés».
El Europeo de campo a través es desde hace casi dos décadas una prioridad para los fondistas del viejo continente, un refugio donde poder reivindicar su protagonismo perdido respecto a los atletas de origen africano que copan las primeras posiciones de cualquier cross de nivel internacional que se precie, y por supuesto del Campeonato del Mundo, donde los europeos son meros figurantes y cualquier meritoria actuación queda eclipsada por la voracidad africana. El campeonato está concebido como una competición de representación por países que últimamente transgrede los límites de toda lógica, ya que se ha convertido en un escaparate político para algunas federaciones nacionales, que encubren su torpe gestión deportiva de detección y promoción de talentos autóctonos con indisimulados fichajes de atletas nacidos y formados en otros países, principalmente africanos, que aseguran sus triunfos para regocijo desvergonzado de sus dirigentes. En otras ocasiones se pone en marcha una vertiginosa maquinaria administrativa, que bien la quisiera para sí un inmigrante cualquiera que lleve años y años entre las fronteras de su país de adopción y haya de ajustarse a unos plazos totalmente diferentes para regular su situación.
Estos hechos nada tienen que ver con la realidad de los movimientos migratorios naturales fruto de la globalización, con deportistas inmigrantes formados en su país de acogida e identificados con el mismo. Resulta lacerante quien confunde de forma demagógica ambas circunstancias, cuando no tienen absolutamente nada que ver una con otra. Y es contra la laxitud de las normas y leyes que lo permiten contra quien carga mi desaprobación, más que contra el propio deportista que se aprovecha de las mismas, a veces por extrema necesidad, aunque otras con pocos escrúpulos, como si de un mercenario se tratase.
Es necesario un profundo debate entre las autoridades competentes y una revisión de las normativas que regulan las nuevas vicisitudes del deporte mundial para adaptarse a estos recientes y cada vez más frecuentes acontecimientos, y proteger este tipo de competiciones, tal y como están concebidas, de su total desvirtualización.
Totalmente de acuerdo
me quito el sombrero. totalmente de acuerdo
Como en todo hay que hacer gradaciones y como casi siempre nuestro pais tiene lo peor de lo peor porque ya es grave hacer nacionalizaciones express (que por desgracia las hacen bastantes paises) pero más grave es que esos nacionalizados tengan papeles con edades falsas o peor aun que encima hayan dado positivo por dopaje. Las leyes son las leyes y como siempre van por detrás de las demandas ciudadanas pero no sería la primera vez que la RFEA actua de oficio para dejar en el ostracismo a un atleta y debería hacer lo mismo con estos personajes. Es una pena que los poderes «faticos» de Odriozola solo valgan para fastidiar a la gente que se queja de las injusticias sufridas y no para apartar a los tramposos de nuestro deporte. Por lo demas los españoles estuvieron bastante bien y hay que valorarlos muy positivamente porque con los medios que se están empleando casi que cualquier resultado es aceptable.
Gran artículo Álvaro!! A mi me parece penoso ver un Europeo comandado por africanos malillos, y que han sido nacionalizados para tapar las carencias del país. Y encima quitando plazas a otros atletas. Pero se le puede poner un límite a esto?? O saltarán otros quejándose por otros temas? (racismo, igualdad de derechos..)