Frase de la semana
«En mis primeros maratones me pegué contra el muro. Lo pasé fatal y llegué a pensar que me había equivocado», Estela Navascués, campeona de España de maratón, al diario «El Público» en las que comenta su apuesta profesional por el atletismo y sus primeras experiencias en maratón.
Vídeo de la semana
http://channel.nationalgeographic.com/wild/big-cat-week/videos/usain-bolt-vs-a-cheetah/
National Geographic ha hecho una recreación virtual enfrentando a un guepardo, el animal más rápido y a Usain Bolt.
Martin Mathathi y los atletas keniatas que viven en Japón
La tradición señala que el primer domingo del mes de diciembre se disputa la maratón de Fukuoka, una de las maratones más históricas del calendario y que este año disputó su 67 edición. La prueba es exclusivamente masculina, algo común en Japón, donde hay bastantes maratones diferenciadas por sexo. En la edición de este año, Martin Mathathi vencía con un tiempo de 2h07:16 y se resarcía así de su decepción del año pasado, cuando se retiraba en el kilómetro 38.
Joseph Gitau, campeón en esta misma maratón en 2012, se quedaba en el último tramo de la prueba y entraba en 2h09:00, 5 segundos delante del incansable Yuki Kawauchi, que lograba ser el primer japonés en romper las 2h10 tres veces un mismo año. 10 son las maratones que lleva disputadas este año y le espera otra dentro de 7 días. El polaco Henryk Szost era cuarto con 2h09:37 y octavo entraba Ayad Lamdassem (2h12:31), logrando la mínima para el Campeonato de Europa de Zúrich 2014. La gran decepción era el irlandés de origen sudafricano Alistair Cragg que entraba con un tiempo de 2h23.25 y con un parcial del 35 al 40 de 22:31 y unos últimos 2195 metros en 9:54, lo que demuestra que llegó completamente vacío.
Un hecho significativo de esta maratón es que los ganadores de las últimas ediciones son atletas keniatas pero que viven y entrenan en Japón desde hace años. Este hecho no es novedoso pero es significativo. La mezcla resulta imparable: el talento keniata con la rigurosidad, sabiduría y trabajo japonés.
Kenia ha tenido tres fases en el desarrollo de su maratón: los maratonianos procedentes de Japón, los maratonianos que llegaron procedentes de la pista y que hicieron una transición exitosa de la pista al asfalto (Moses Tanui, Paul Tergat, etc.); y un tercer grupo es de maratonianos sin experiencia en la pista y que casi sin calzarse unas zapatillas de clavos han hecho toda su carrera deportiva en la ruta (Wilson Kipsang, Patrick Makau, Abel Kirui, Geoffrey Mutai…).
Su primer gran maratoniano, Douglas Wakiihuri, se formó en Japón y fue ahí donde los keniatas empezaron a cosechar sus primeros éxitos en los 42.195 metros. Wakiihuri lograba el primer oro internacional, en maratón, para Kenia, en el Campeonato del Mundo de Roma en 1987. Kenia tuvo que esperar al Campeonato del Mundo de Osaka 2007 para volver a ganar un título en maratón. En esa ocasión vencía Luke Kibet con 2h15:29. Abel Kirui fue digno sucesor de sus predecesores y vencía en los Campeonatos del Mundo consecutivos (Berlín 2009 y Daegu 2011) y convirtiéndose, hasta la fecha, en el último campeón del mundo de maratón keniata. Wakiihuri, después de su triunfo en Roma, conseguía un año más tarde la plata en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, llegando detrás de Gelindo Bordin. El atleta de los guantes blancos también lograba vencer en la maratón de Londres en 1989 y en la de Nueva York en 1990. Su relación con Japón era inequívoca, todo su trabajo llevaba el sello japonés, desde su preparación hasta sus zapatillas, que eran de una marca japonesa (Asics). Su marca personal es relativamente modesta (2h09:03 en Londres) si la comparamos con las marcas de hoy en día, pero se trataba de un atleta tremendamente competitivo en las grandes citas. En su estancia en Japón fue entrenado por Kiyoshi Nakamura, uno de los entrenadores japoneses más legendarios de esa época y que guió los pasos de, entre otros, Toshihiko Seko, dos veces ganador de la maratón de Boston y que fue uno de los favoritos en la maratón olímpica de L.A. ’84 y que en la actualidad ejerce de entrenador.
El fichaje de los atletas keniatas se produjo con la idea de reforzar los equipos de cara a los Ekiden. Wakiihuri fue un pionero, pero sus éxitos hicieron que los equipos japoneses siguieran viendo en Kenia una fuente para seguir sacando atletas. El más destacado de la historia sin duda fue Sammy Wanjiru que, en su corta carrera atlética, lograría ser el mejor maratoniano del mundo. En Pekín 2008 lograba su mayor éxito deportivo al conseguir el oro olímpico y además borraba de la lista el récord olímpico de Carlos Lopes. Otro de los pioneros en marchar a entrenar a Japón fue Erick Wainaina, medallista de bronce en los JJ.OO. de Atlanta en 1996 y medalla de plata en Sídney 2000. Nació en Nyahururu y es en de esa población desde donde han partido buena parte de los atletas keniatas que han ido a Japón, incluyendo a Wanjiru. Stephen Mayaka fue el primer corredor keniata en una escuela secundaria en Japón y el primero en hacer todo el trayecto completo de la escuela secundaria a la universidad y después a un equipo corporativo.
La conexión Kenia-Japón se había desarrollado fuertemente gracias a una conexión entre un entrenador local y un reclutador japonés que buscaba talentos en la zona de Nyahururu. Los atletas eran reclutados para los institutos japoneses para que, una vez allí, defiendieran los colores, fundamentalmente, en las carreras por relevos (Ekiden). Cierto día, el entrenador le preguntó a Sammy si estaba interesado en ir a Japón y el fondista keniata le respondió que no sabía ni dónde estaba, pero que sólo estaba interesado en ir si en Japón iría a la escuela. Y en el año 2002 se marchó a la «Sendai Ikuei Gakuen High School», en el noreste del país. Allí ayudó a la escuela a establecer un récord en el Ekiden. Después de graduarse en 2005 se quedó en Japón defendiendo los colores del equipo corporativo del Toyota Kyusshu. En su estancia en Japón entrenó con Koichi Morishita, medallista de plata olímpico en Barcelona 1992.
Pero la integración de los atletas keniatas en Japón no es fácil, ya que la cultura es muy distinta. Así relataba los problemas de adaptación de los keniatas Johnson Muiruri, un atleta que entrenaba con Wanjiru y que se convirtió en su mejor amigo: «un keniata no consigue una novia allí, a menos que permanezca 20 años». Un ejemplo fue lo acontecido con Wanjiru, que estaba casado con una keniata pero vivía y entrenaba en Japón. Los meses previos a su fallecimiento pasó más tiempo en Kenia precisamente por eso. A la temprana edad de 24 años fallecía en extrañas circunstancias después de unos meses previos muy turbulentos. Mayaka narraba así su proceso de aclimatación: «el lenguaje y la comida eran difíciles de asimilar, y yo nunca había vivido un invierno. La escuela estaba fuera del país, también, y cuando llegué a la escuela la gente no estaba acostumbrados a ver a un hombre de raza negra. Los niños escapaban y a la gente le entraba el pánico cuando llegaba a una tienda. Pero una vez que me empezaron a ver en las revistas y en la televisión dijeron, ‘Oh, esta es la persona que vemos por aquí!’, y se acostumbraron a mí.»
Pero más allá de los problemas lógicos de adaptación de estas culturas tan distintas, el resultado de la simbiosis de atletas keniatas y entrenadores japoneses ha sido muy satisfactorio para ambas partes. Los atletas se han beneficiado de un sistema y una metodología de trabajo excelente y han llevado mucho dinero de vuelta a sus tierras. El propio Wanjiru es un ejemplo de la tradicional ayuda a la comunidad que habitualmente realizan muchos de los grandes atletas keniatas. Ken Kasmili, un atleta que entrenaba en Kenia con Wanjiru, relataba que el campeón olímpico en Pekín le pagaba los estudios a su hijo para que trabajara menos horas y se centrara en el atletismo. Por otra parte, las organizaciones japonesas se han beneficiado del inmenso potencial de los atletas keniatas que defienden, con éxito, los colores de estos equipos.
El porcentaje total de atletas keniatas que entrenan en Japón es pequeño si lo comparamos con el número de corredores de élite que tiene el país africano. No llegan a la centena, sin embargo en los grandes campeonatos siempre hay algún atleta en el equipo keniata que procede de Japón. En el 10.000 de Moscú, representando al equipo keniata estaban Bedan Karoki y Paul Tanui, dos atletas que ganaron su puesto en los Trials keniatas y que entrenan en Japón. Muchos de los fondistas que entrenan en Kenia están llevados por mánagers que los enfocan a la ruta, ya que ahí es donde está el dinero. En Japón, aunque compiten en ruta, siguen celebrando competiciones de pista habitualmente y hace que preparen de manera más concienzuda la temporada de pista.
Mathathi, ganador la semana pasada en Fukuoka, tiene muchas similitudes con Wanjiru: nació en Nyahururu, al igual que el campeón olímpico en Pekín, y además empezó en la pista y ha hecho una reconversión a la ruta, aunque Mathathi ha realizado un cambio de una manera mucho más gradual que Wanjiru. En pista tiene unos registros personales de 13:03.84 en 5000 y 26:59.88 en 10000 metros. Fue medalla de bronce en el 10.000 del Campeonato del Mundo de Osaka en 2007. En ruta ya ha ganado la Great North Run, una de las medias maratones más prestigiosas del mundo y ahora llega el triunfo en Fukuoka. Sus marcas en ruta son 59:48 en media maratón (58:56 en la media maratón en descenso de Great North Run) y ahora logra este registro de 2h07:16. Sus últimos kilómetros fueron excelentes, cubriendo en solitario la parte más dura de la carrera en la que logró los parciales más rápidos (14:39 del 35 al 40 y 6:24 los últimos 2195 metros). Mathathi pertenece al «Suzuki Hamamatsu AC», equipo que sustituyó al extinto equipo «Suzuki», un club formado por 25 atletas entre los que también está Yukifumi Murakami, medallista de bronce en el Campeonato del Mundo de Berlín 2009 en jabalina. El club está afincado en la prefectura de Shizuoka, donde trabaja para difundir y popularizar el atletismo entre los estudiantes y trabajadores de la empresa.
La emigración para Japón no ha sido exclusivamente keniata. Etiopía, Marruecos y Sudáfrica han sido algunos de los países que han llevado atletas a las escuelas niponas. Biruk Bekele fue uno de los primeros etíopes que fue reclutado. Llegó en 1994, ganó la maratón de Hokkaido en 1996 y después de su retirada se convirtió en agente de atletas e intermediario para que los atletas etíopes vayan a entrenar a Japón. De todos modos, su número es muy inferior a los keniatas. El censo de atletas etíopes en Japón no llega a la decena y los keniatas están casi en la centena. Mayaka, que ahora ejerce de entrenador, asegura que el motivo de la desproporción es el idioma, ya que los keniatas saben hablar inglés y se pueden comunicar en este idioma con todos sus compañeros, entrenadores, etc. Los marroquíes y etíopes tienen más complicaciones con el idioma y por tanto su aclimatación se hace más complicada.
Los inicios en muchos casos tampoco son lucrativos. Los corredores son tratados como estudiantes que tienen la matrícula gratuita, alojamiento, alimentación, ayuda para aprender japonés, una pequeña beca, pero tienen que asistir a clases, estudiar y pasar exámenes como el resto. Hace un lustro se modificó la confección de los relevos en los Ekiden, variando la longitud de las etapas de los Ekiden en hombres y mujeres. Los corredores extranjeros ahora tienen que hacer el relevo más corto, que el caso de los hombres es de 8.3 km, y en mujeres es de 3.3 km, distancias mucho más cortas que los 22.3 km y 11.6 km que puede llegar a tener un relevo de un atleta japonés. La razón del cambio era reducir la ventaja a los equipos que podían traer un atleta africano en comparación con los que no se lo podían permitir. Esta medida ha hecho que el fichaje de atletas femeninas extranjeras sea mínimo, ya que no merece la pena el desembolsar un gasto importante por una atleta que luego solo hará 3.3 kilómetros.
Maratón de Fukuoka 2013