Las Kimoa LAB 02 son unas gafas deportivas que, además de llamar la atención por su estética un tanto futurista, acaban ganándose los favores de quienes las utilizan por lo bien que han sabido características aparentemente contrapuestas entre sí: pantalla de gran dimensión pero válidas para caras finas, montadas al aire pero con buena estructura y resistencia sin renunciar a la ligereza, protegidas y ventiladas por igual…
Inicialmente tenía ciertos prejuicios y recelos hacia las Kimoa LAB 02 porque no soy especialmente fan, ni de este estilo de gafas tan grandotas que tan de moda se han puesto en los últimos años (gafas de soldador como las denomina un amiguete), ni de las gafas deportivas montadas al aire pero, después de haber estado usándolas de manera intensiva durante un par de meses, no solo he quedado muy a gusto, sino que estoy seguro de que seguiré tirando de ellas durante mucho tiempo, sobre todo ahora que ya hemos entrado de lleno en la época del año en la que predominan el intenso calor y luminosidad a los que, en las tierras por las que entreno, se añaden los vientos hipohuracanados que te resecan y llenan de arenilla los ojos si no los proteges adecuadamente.
Si es la primera vez que escucháis el nombre de Kimoa, no os preocupéis porque es una marca de ropa, complementos y accesorios con apenas un lustro de vida, fundada allá por 2017, entre otros, por Fernando Alonso quien, a pesar de haber vendido en el último trimestre de 2021 el 75% de su participación en la misma a Revolution Brands, sigue siendo el principal embajador de la marca que ha tenido en estos cinco años de vida su buena dosis de fama y repercusión mediática por ser patrocinadora del equipo McLaren de 2018 o aparecer en competiciones icónicas del motor como el Dakar o las 500 millas de Indianápolis.
Toda esta información la podéis encontrar detallada de manera mucho más extensa y precisa en su página web, donde también podéis informaros sobre sus valores, compromisos sociales y corporativos, acciones en favor del medio ambiente, eventos, etc. Así que, con vuestro permiso, reconduzco el artículo hacia las protagonistas de este artículo, las Kimoa LAB 02.
No tengo la certeza de que sea así, pero apostaría a que, dentro de la gama LAB, aglutinan aquellas prendas o accesorios que afrontan el deporte primando el rendimiento, si no a alto nivel, sí al menos dándole la suficiente importancia como para que incluso los que lo practiquen a un nivel medio – alto puedan quedar satisfechos.
Además de las gafas deportivas, dentro de la familia LAB hay gafas de esquí y maillots, chaquetas y calcetines de ciclismo con lo que ya solo faltaría que incluyeran el casco para que Fernando Alonso pudiera practicar el ciclismo vestido con un kit con una marca 100% propia. No creo que acaben haciendo esto pero como es tan aficionado al ciclismo y no es raro verle dando pedales, lo mismo le da por ahí, quién sabe.
Las Kimoa LAB 02 son la segunda iteración, modelo, generación o como queráis verlo y, si las comparamos con las primeras que lanzaron, salta a la vista el cambio y evolución y, aunque las anteriores puedan tener un marcado toque retro o vintage que a muchos les atraerá, creo que estaréis de acuerdo en que las actuales son más molonas y apostaría a que también rinden infinitamente mejor a todos los niveles.
Las Gafas Kimoa LAB 02 al detalle
Si no me han fallado las cuentas, podemos elegir actualmente seis colores diferentes para la montura de las Kimoa LAB 02 que podemos combinar con varias tonalidades y categorías de filtrado de luz de lentes fotocromáticas o estándar, pudiendo elegir en este segundo caso también entre polarizadas o no.
También existe la posibilidad de adquirirlas en modo pack que incluye una gafa completa más una segunda lente adicional, opción que generalmente me parece la más recomendable porque, por un poco más de precio, se puede combinar dos opciones además de tener un repuesto para cuando se deterioren.
En mi caso, la elección suele ser una lente fotocromática de categoría 0-2 para el trail running e invierno y otra de categoría 2 o 3 que, a veces he elegido espejada, para correr en asfalto en verano y para la bicicleta.
El pack elegido para este artículo incluye una lente gris oscuro polarizada de categoría 3 y una lente rosa de categoría 2, algo más clarita, que utilizo cuando hago trail running ya que, para eso, como he comentado otras veces, no termino de ir a gusto con gafas muy oscuras.
Por cierto, la lente rosa no es polarizada, pero eso no quiere decir que sea peor que una polarizada, sino que simplemente es así, no polarizadas y, si lo pensáis bien, tiene todo el sentido del mundo ya que, en condiciones de baja luminosidad, refleja menos y permite ver con más nitidez los colores claros. Obviamente, polarizadas o no, damos por asumido que ambas filtran la radiación, que es una cosa diferente al tema de la polarización.
Todas las lentes tienen un tratamiento antivaho que funciona bastante bien y que no tiene pinta de haber perdido propiedades.
También se limpian muy fácilmente, sobre todo cuando están humedecidas, algo que les va a pasar por el interior con total certeza en cuanto te las pongas en la cabeza o toquen tus cejas.
Antes de asustarte si le ves una marca por el exterior, prueba a humedecerla un poco y limpiarla porque seguramente sea algo de porquería que se le ha quedado pegada, no una rayadura que, por cierto, debería tardar en aparecer porque también llevan un tratamiento antirrayaduras. He dicho «debería tardar» porque no he tenido la mala suerte de que se me hayan caído de manera brusca y, lo siento, pero me niego a probar su resistencia a las rayaduras de manera intencionada así que, de momento, por lo que a mí respecta, solo puedo decir que están como el primer día.
La gafa está montada al aire por lo que no tiene estructura como tal y es la propia lente o pantalla la que hace de nexo de unión para todas las piezas que son, a saber: las dos patillas y el puente, al que se le une a su vez la gomita que queda en contacto con la nariz.
No he encontrado las especificaciones del material de esas partes estructurales pero apuesto a que es el Grilamid TR90 al que recurren la mayoría de fabricantes de gafas deportivas por lo bien que combina cualidades como la ligereza o resistencia sin penalizar la adaptabilidad y maleabilidad.
De hecho, este último me ha parecido especialmente sorprendente en las Kimoa LAB 02 porque es increíble la facilidad con la que se pueden deformarse las patillas sin por ello perder su capacidad para presionar contra nuestra cabeza para sujetarlas.
Lo bueno es que, a pesar de esta gran facilidad para deformarse, ya no solo la patilla, sino la gafa al completo porque la lente también cede lo suyo, no me han parecido especialmente endebles al manipularlas en marcha, tanto para recolocármelas, como para ponerlas o quitarlas en la cabeza o los agujeros del casco de ciclismo. De hecho, creo que son las primeras gafas montadas al aire y con pantalla con las que me siento a gusto y sin miedo.
La unión entre la patilla y la pieza estructural me parece suficientemente robusta, con un mecanismo de movimiento suficientemente contundente como para que no se desajuste o rompa prematuramente.
Lo que no me ha gustado tanto ha sido la unión de esta pieza con la lente, sobre todo la patillita superior que me da que puede ser uno de los puntos críticos de cara a determinar el tiempo de vida de las Kimoa LAB 02 si eres de los que cambian la lente a menudo.
Si eres, como un servidor, de los que la cambian cuando está rayada o, como mucho, un par de veces al año para pasar de la oscura a la clara y viceversa, seguramente tienes gafa para mucho tiempo.
El puente encaja a presión y, al contrario que la pieza de la patilla, se suelta con mucha facilidad, tanta que hay que llevar cuidado al limpiar la lente porque, a poco que frotes, lo puedes soltar, con el riesgo de pérdida que puede suponer si esta operación la estás haciendo en marcha.
No es ajustable pero, por la forma y tamaño que tiene y por cómo se adapta la lente, creo que es apto para la mayoría de narices.
En cuanto a las dimensiones, son unas gafas grandotas, salta a la vista, pero se adaptan muy bien incluso a caras finas y, como están bastante curvadas, hasta te libran las pestañas kilométricas, os lo digo por experiencia.
Lo que le cuesta librar es la humedad de unas cejas pobladas ya que probablemente toquen con la parte superior de la lente.
Para los que prefieran ver lo del tamaño de una forma más cuantitativa, ahí van los números que me han salido al echar la tanda de medidas:
- Patilla: Longitud 120 mm.
- Puente: Ancho 22 mm.
- Lente: Ancho 135 mm, Alto 60 mm.
- Gafa completa: Ancho total de 143 mm.
¿Y cuánto pesa? Pues la de este artículo, por increíble que os parezca, tan solo 21’2 gramos, de los que 11’6 gramos corresponden a la lente.
En marcha, la verdad es que son francamente cómodas, ya no solo porque queden muy bien ubicadas y no se muevan cuando vas corriendo, ni siquiera en zonas complicadas en las que vas haciendo el cabra.
Me ha sorprendido que, a pesar del gran tamaño de la lente, no me he sentido incómodo con gorra o visera, no se molestan entre ellas cuando la llevas hacia delante.
También me ha gustado mucho cómo envuelve la cara, protegiendo muy bien del viento que viene de cualquier lado sin limitar por ello la transpirabilidad necesaria para que no se te cueza la cara o acumule el vaho internamente.
Aquí entran en juego el diseño de la lente, cómo queda de separada del cuerpo y los agujerillos triangulares que tienen en la parte interior y que, si bien funcionan muy bien para esto, no me gustan de cara a la visibilidad porque, al menos en mi caso, me han molestado un poquito.
No es que sea una molestia molestamente molesta, pero sí que los voy viendo ahí presentes, continuamente, y me llegan incluso a desconcentrar un poquito cuando trato de enfocar a través de esa zona de una forma análoga a como pasa con unas gafas con estructura en esa parte de la lente.
Mi propuesta para Kimoa sería la de hacerlos un poco más pequeños para que el aire pueda pasar pero que, al tenerlas puestas, no llegues a ver a través de ellos y puedas tener así uniformidad en el color de lo que perciben tus ojos (ahora, como ves a través de ellos, puedes tener a la vez el oscuro de la lente y la luminosidad que pasa por ellos).
Por último, para cerrar el artículo, un pequeño recorrido por lo que os encontráis al hacer el unboxing de lo que os llega al comprarlas porque me parece que es un kit curradete, interesante y, sobre todo, práctico.
Vienen en una cajita con cierre de cremallera y que, aunque es un pelín grande para mi gusto y no aprovecha bien todo el espacio interior, como es semirrígida, se adapta relativamente bien a la maleta, bolsa o mochila en la que la lleves y protege más que de sobra a las gafas y lentes de repuesto que lleves en su interior.
Para viajes o desplazamientos, perfecta porque permite meter alguna cosilla en su interior pero, en el día a día, o en la mochila de correr o el cinturón portaobjetos, seguramente acabaréis utilizando la bolsita en vez de la caja.
La bolsita es también grandecilla, algo gruesa y, para la limpieza, como digo siempre, no la recomiendo porque, al final, quieras o no, va a tener porquería así que, por muy buena y suave que pueda llegar a ser, creo que es mejor utilizar un poco de papel higiénico o papel de cocina si la suciedad está más incrustada.
Incluye dos juegos de siliconas adicionales, un poquito más gruesa y un poquito más fina que la que viene de serie con lo que algo de adaptación se permite para el puente no tanto en la anchura como en la separación de la cara o, en su defecto, también sirven como recambio para si queremos cambiarlas pasado un tiempo o cuando la silicona se haya deteriorado.
En mi caso, venían dos puentes de repuesto, pero no estoy seguro de si es porque es un pack con lente adicional o si es porque, por defecto, vienen dos puentes. Eso sí, ojo, porque solo viene el puente, no la gomita o silicona que queda en contacto con la nariz.
La verdad es que las Kimoa LAB 02 han supuesto una grata sorpresa y, quién sabe, lo mismo generan un cambio en mis costumbres y preferencias relativas a las gafas deportivas porque han conseguido que, por primera vez en mi vida, me sienta a gusto corriendo con unas «gafas de soldador».
Así que, nada, a partir de ahora asumiré todos los zasca que puedan llegarme si alguien tira de hemeroteca y localiza por ahí alguna referencia mía diciendo que «prefiero las gafas deportivas tipo mosca, las de dos lentes pequeñas que quedan muy cercanas a la cara».
¡Cómo cambian las preferencias con el tiempo!