Los ladrillos del estadio olímpico de Amsterdam verán este miércoles el pistoletazo de salida de un campeonato de Europa algo atípico: un europeo sin marcha, un europeo sin maratón y un europeo sin rusos ni rusas. Un campeonato europeo que ha tenido la mala suerte de coincidir con unos Juegos Olímpicos en tiempo y forma, y que por tanto tiene que adaptarse a la cita deportiva más esperada por todos. ¿Mala suerte? Para algunos más que otros.
Para España esta cita tiene un pequeño componente de mala suerte: no hay pruebas de marcha, donde a buen seguro Miguel Ángel López y Álvaro Martín nos hubiesen regalado algo bonito para celebrar el año del mono del fuego, y tampoco hay maratón, donde Javi Guerra tiene una cuenta pendiente con las pendientes de Zúrich. Pero es sin duda la gran oportunidad para llevarse algo a la boca antes de aterrizar en una cita que puede ser tan mágica como fatal: nuestras opciones de medallas redentoras en Amsterdam son muchas, y en Río de Janeiro no son tantas. Y pocos deportes se levantan de la lona después de un K.O técnico en unos Juegos.
Amsterdam es una oportunidad. Es una oportunidad, por ejemplo, para que Bruno Hortelano siga rompiendo el cronómetro y los pronósticos y se plante en el pódium del cien o el doscientos, pruebas completamente desconocidas para el medallero español. El sprinter está confiado tras batir dos veces el récord nacional en Madrid, y ha llegado a Holanda sabiendo que puede hacer algo grande. Tendrá además un escudero de lujo en el relevo: un Ángel David Rodríguez que confía en poder correr mucho más rápido de lo que ha hecho este año. Y el relevo de 4×100. ¿Récord? Algunos consideran que faltan teloneros.
Amsterdam es una oportunidad. Una oportunidad para que Ruth Beitia siga haciendo historia y consiga su tercer oro consecutivo en un europeo al aire libre dejando el listón de altura donde el resto necesitan un taburete para ponerse al nivel. Por ahora no está haciendo el mejor de sus veranos, pero es la más competitiva de las que este miércoles se plantan en la clasificatoria.
Amsterdam es una oportunidad de oro, y nunca mejor dicho, porque a partir de la semana que viene llegan los Juegos Olímpicos, y llega el miedo: allí las medallas son mucho más caras, donde los velocistas no rompen a sudar para bajar de los diez segundos, y donde saltar dos metros tampoco es ningún misterio. España lo hará bien en Río de Janeiro – las perspectivas son muchísimo mejores que en Londres – pero también hará bien en aprovechar y pegarse un homenaje en el norte de Europa.
EL FONDO, LA MEJOR APUESTA
Amsterdam es una oportunidad. Una oportunidad para que el fondo nacional se congracie de nuevo con la afición y vuelva a ofrecer un campeonato memorable después de varios fiascos. Y los más altos cargos de la Federación están convencidos de que el aragonés Toni Abadía va a pisar el pódium del 10.000, y lo va a hacer bien alto. El discípulo de Pepe Mareca llega en un estado de forma imprevisible, pero siempre para bien. Y no viene solo: un poco por debajo, en el 5.000, Adel Mechaal llega con la capucha de verdugo listo para ejecutar a todo aquel que no tenga mejor final que él. Y muy pocos lo tienen. Y por si fuera poco, Ilias Fifa, otro listo para asaltar las medallas. Y a ver lo que hacen nuestros chicos en esa impredecible distancia que es la media maratón.
“Nuestro campeonato es éste”. La frase es de alguien muy próximo a uno de nuestros mediofondistas. Los atletas del 1.500 tienen una misión esencial: que los españoles vuelvan a ilusionarse por el milqui, que desde hace unos años sólo nos trae decepciones, y no por falta de esfuerzo de nuestros atletas sino por una manifiesta falta de resultados. El líder David Bustos no está en sus mejores marcas, pero tras varios vaivenes entre Cantabria y el resto del mundo parece que ha encontrado la paz atlética a las órdenes de Toni Roig. El pasado jueves se desató los cordones de la presión y se metió un par de miles a ritmos vertiginosos. Si no lo hace él, que lo haga el joven Marc Alcalá, pero alguien debe aprovechar este campeonato para dar algo de lustre a nuestras vitrinas.
Amsterdam es una oportunidad para muchas cosas que no van a suceder en Río de Janeiro. Es una oportunidad para que Borja Vivas vuelva a desenroscar el brazo – y liberar la mente – y volver a pisar pódium. Es una oportunidad para que Sabina Asenjo nos cuele de una vez en una final europea de disco, y para que la niña prodigio Berta Castells obtenga el premio que se merece a sus treinta y dos años, si le deja Laura Redondo claro. Amsterdam también es una buena oportunidad para que no volvamos a ganar una medalla porque un francés tenga un arrebato exhibicionista en recta de meta. Y para no depender del tiempo que tarden las autoridades en cazar a los tramposos.
Indira Terrero no está fina, y Concha Montaner se ha quedado en casa para hacer una marca que aquí le hubiese valido un buen alegrón. Naroa Agirre se ha quedado en tierra porque la espalda ha decidido jugarle una mala pasada. Pero quién sabe: igual Caridad Jerez decide dar una sorpresa, o igual vemos caer por fin el récord más viejo de España a manos de Sergio Fernández. Jorge Ureña tiene un objetivo más que loable en mente: los 8.100 puntos en decathlon. O los relevos certifican la renovación que muestran sus números y vemos
Sea lo que sea, que aprovechen. Porque dentro de un mes llega Río de Janeiro, y se acabaron las alegrías. Conseguir una medalla o un buen puesto o una actuación satisfactoria en un campeonato de Europa no es moco de pavo, pero salir vivo de unos Juegos Olímpicos es cosa de héroes.