1980. Con la llegada de la democracia a España, las calles y los permisos para organizar eventos empezaron a ser más accesibles. En un país en el que aún poca —poquísima— gente corría, sólo se organizaban dos carreras en la capital: el maratón de Madrid y la media maratón de Moratalaz.
En el barrio de Canillejas, un grupo de amigos se pone manos a la obra y empieza a organizar una carrera de 10 kilómetros y deciden ponerle el nombre de José Cano, deportista conocido en el barrio, con un objetivo en mente: que al llevar su nombre, la carrera no acabara siendo objeto de deseo de instituciones. «No hay ninguna carrera con el nombre de un señor vivo», dice Pepe, «y eso ha hecho que el político de turno no meta la mano en ella como sí ha pasado con muchas otras carreras de la ciudad, que acaban desapareciendo o con nombres muy diferentes».
Pepe Cano, con 74 años de edad, ha visto la evolución de las carreras a pie y el boom de los últimos 15 años: «pero los organizadores cometen el error de pensar que con esto se gana dinero y en el 99% de los casos no es así. Y se pierde mucho tiempo. La gente piensa: 8.000 corredores a 12 euros más los patrocinadores. Pero, ¿y el sonido?, ¿y los chips? Dorsales, arcos de meta, seguros, comunicación, bebidas, fruta, furgonetas, camisetas y un largo etcétera. Así que la mayoría de carreras aparecen y enseguida se desvanecen».
Pero en los años 80 apenas había gastos: «los dorsales los daba la empresa de bebidas, los seguros no eran obligatorios, no existían los chips… y había cierto aire altruista en torno a una carrera, de ahí que lo que se ingresaba se invirtiera en traer a atletas de primer nivel».
Fue el modelo de la 10K de Canillejas «Trofeo José Cano» en sus primeras ediciones: traer a atletas reconocidos para así llamar la atención de la prensa, patrocinadores y, por supuesto, corredores. «Había pocas empresas patrocinando eventos deportivos y en cuanto entraba una, todas las carreras iban a por ella. Ahora hay muchas, pero no todas quieren patrocinar una carrera con la misma filosofía de siempre, que no sea un festival con colores o luces».
«No a todo se le puede llamar carrera. No hablo ya de las que tienen cajones por necesidad, pero si salen 40.000 corredores por una avenida, enlatados y sin poder correr durante los primeros kilómetros, cuando llega el primero y vuelve a casa, puede ver por televisión cómo están saliendo aún. Es una fiesta, una manifestación, pero no una carrera en la que cualquiera pueda ganar y hay un primero y un último porque han competido«.
Nostálgico de algunas carreras de hace décadas, Pepe también ha visto evolución en los precios de las carreras populares, pero no como le gustaría: «que cada organizador ponga el precio que quiera y la gente es libre de ir o no. Pero en España los corredores han crecido con la idea, a veces impuesta por ayuntamientos, de que tiene que valer tantos euros como kilómetros tenga. Y eso no es viable… sobre todo para carreras solidarias. Limitar el precio ha frenado que algunas carreras siguieran creciendo«.
Y con todo, la 10K de Canillejas cumplirá este domingo 40 ediciones. «Ha habido momentos buenos y malos. Steve Jones ganó el Maratón de Nueva York en 1988 y 15 días después corrió en Canillejas sólo porque quería, sin fijo. Que un atleta que había tenido el récord del mundo de maratón viniera aquí sólo por la recomendación de otros compañeros ingleses fue algo que me hizo sentir muy orgulloso«.
Momentos malos en 40 años es normal que haya: «A principios de los 80 dábamos premios muy buenos, incluso un Renault Clio o un Nissan Patrol para el ganador. Eso hizo que vinieran algunos atletas extranjeros muy buenos y algunos no lo aceptaban… hasta que en la edición de 1984 boicotearon la salida y salieron antes de tiempo. Ahora es impensable, pero en una época en la que no había chips, fue difícil controlar la situación y evitar que la carrera se fuera al traste.»
¿Se llegará a la 50ª edición? «Yo no sé si llegaré, pero la carrera está en buenas manos con mis hijos, que tienen la misma filosofía que yo en la organización. La carrera de Canillejas tiene que ser eterna. Es la Jean Bouin de Madrid, patrimonio de la ciudad y del barrio, y cuando una carrera consigue sobrevivir tantas ediciones es por algo. Muchos corredores la tienen fija en su calendario y me cuentan que es especial para ellos. Eso me da mucha satisfacción».
Y una última reflexión de Pepe Cano, sabio de las carreras a pie y del deporte: «Correr es lo más bonito del mundo. Empiezas a correr, progresas, ves los beneficios… pero es duro. No sirve con entrenar una vez por semana, sin un plan. Se necesita disciplina y tiempo».