Frase de la semana
«Me retiraré después de Río»- Usain Bolt. Lo curioso es que no hace mucho dijo que lo haría después del Mundial de Londres de 2017.
Vídeo de la semana
Strongman Run Hellendoom es una prueba que reúne a 8000 atletas que mezclan deporte, aventura y divertimento. 18 kilómetros con 23 obstáculos. El 8 de septiembre se celebró la edición de este año.
El día que Mourinho ayudó a un atleta
He de reconocer que el fútbol profesional no es precisamente mi deporte favorito. Los valores que transmite no son aquellos que me hicieron amar el deporte. Amaños, violencia, auténticos grupos terroristas que campan a sus anchas por los estadios, machismo (la mujer solo sirve como aficionada), deudas astronómicas que pagamos todos, futbolistas intentando engañar al arbitro, pisar al contrario, morder la oreja… Es el único deporte en el que se ven periódicamente gritos racistas, etc.
Lo que hace grande al atletismo con respecto al fútbol es que nosotros respetamos y admiramos al rival. En el pasado Campeonato de Europa de pista cubierta, Ruth Beitia vencía a Ebba Jungmark y Emma Green-Tregaro, la atleta que logró en Moscú que sus uñas superaran en popularidad a las de Florence Griffith-Joyner, y al acabar el concurso, todo el Scandinavium de Gotemburgo se puso en pie aplaudiendo a las concursantes de altura. Una española derrotaba a dos suecas y todo el mundo ovacionando el maravilloso espectáculo que nos depararon. No se miraba el nacionalismo, solo al atleta y su esfuerzo. En atletismo esto no es noticia. Es nuestra educación, son nuestros valores y es la manera de entender nuestro deporte. Los que lo practicamos lo tenemos asumido desde el primer día que te pones a las órdenes de un entrenador. Pero esto nunca acontecería en el fútbol, por dos motivos: el primero porque las aficiones nunca reconocen el esfuerzo del equipo rival y puede acabar el partido pitando a los suyos si perdieron, pero nunca ovacionando al rival. Y por otra parte, las protagonistas en Gotemburgo eran mujeres y el fútbol femenino está considerado de 5ª división, por ese motivo no lo televisan, ni hacen carruseles, ni le dedican ni media página en la prensa deportiva.
Pero hay un elemento casi único del fútbol: el teatro. Verborrea, mímica, gestos, discursos, polémicas, etc. Por mi desconocimiento del fútbol no voy a santificar ni a crucificar a nadie. No debo hacerlo y además sería entrar en ese circo que no me aporta nada. Pero si narraré unos hechos que tienen de coprotagonistas a un atleta, Carlos Calado, y al entrenador de fútbol más mediático del mundo, José Mourinho.
Desde los años 80, los portugueses tuvieron fondistas de extraordinario nivel: Fernando Mamede, Antoino Leitao, Rosa Mota, Aurora Cunha, Carlos Lopes, José Regalo, Manuela Machado, Ezequiel Canario, los gemelos Castro (Domingos y Dionísio), Paulo Guerra… En maratón masculino tenían menos nivel. Su mejor hombre, una vez retirado Lopes, fue Antonio Pinto y entre los hombres de segundo nivel estaba Carlos Calado, atleta que se prodigaba mucho en pruebas de ruta. No era un hombre de grandes marcas (2h16.24) pero era un atleta que promediaba muchas carreras, a lo largo de año, lo que le hacía tener un palmarés repleto de victorias. Entre esos triunfos están varios logrados en España, sobre todo en la Maratón Ciudad de Jerez, donde se consagró el rey de la prueba por sus repetidos triunfos. Ganó la maratón del antiguo enclave portugués de Macao en 1998, fue campeón nacional por equipos en 2001 y a nivel internacional quedó 23º en la categoría junior en el campeonato del mundo de cross en Auckland y 87º en el campeonato del mundo de Ostende 2001.
Calado era del Algarve, al sur de Portugal. No es la región que más fondistas ha dado al país vecino, ya que la zona donde proceden la mayoría de grandes fondistas es el norte (Mota, Regalo, Lopes, Leitao). Canario del Algarve y Mamede del Alentejo son algunas de esas pocas excepciones.
Pero un día todo cambió en la vida de este maratoniano. Calado vivió, en carne propia, una tragedia digna de ser escrita por Sófocles. El atleta luso estaba entrenando en una concentración en la Isla de Madeira cuando después de la cena, hablaba por teléfono con su esposa. Fue la última vez. Ascensión, su mujer, se fue a bañar, pero como la noche estaba lluviosa decidió no abrir la ventana de la lavandería, donde estaba el calentador de agua. El dispositivo no tenía un tubo de conexión al exterior, un descuido que resultó fatal. Ascensión de 25 años y sus dos hijos de (3 y 5 años) que estaban durmiendo fallecían envenenados por el monóxido de carbono liberado por el calentador.
Los hermanos Castro, compañeros de entrenamientos, le daban la noticia y según relataba Dionísio Castro, temerosos de posibles reacciones emocionales extremas de Calado, lo primero que hicieron fue ir a buscar un médico. Ellos mismos declaraban que tenían miedo de que se suicidara, algo que el propio Calado reconoció con posterioridad . El país enteró se conmocionó ante el drama vivido por Calado, se multiplicaron las muestras de cariño y al entierro acudían muchos atletas conocidos: Ezequiel Canario, Aurora Cunha, los gemelos Castro, Manuela Machado… Otros muchos más expresaron sus condolencias.
A los 15 días de la tragedia se disputaba el Campeonato de Portugal de cross y todos los amigos le recomendaron que siguiera entrenando para que le pudiera servir de pequeña válvula de escape dada la situación extrema que estaba viviendo. Dionísio Castro siempre aseguró que el atletismo fue un elemento fundamental para superar esta situación. Y así lo hizo, continuó con su preparación con la idea de correr el Campeonato de Portugal y dedicarle la prueba a su familia. La línea de meta la cruzaba Domingos Castro en primera posición, pero el verdadero vencedor de la prueba era Carlos Calado, ya que todos compañeros, atletas y espectadores del circuito se volcaron con él. Acabo la prueba siendo levantado en hombros (http://videos.sapo.pt/rsuErVEw8z0CI2fteERN – minuto 7)
Las muestras de solidaridad empezaron a hacerse públicas por todo el país y Mourinho, que era amigo de los hermanos Castro, conoció la noticia de primera mano. El entrenador portugués estaba empezando su carrera como entrenador y lo hacía de manera exitosa en el Oporto. El destino hizo que la tragedia casi coincidiera en el tiempo con un partido de máxima rivalidad entre el Benfica y el Oporto. El triunfo caía en manos del equipo «tripeiro» y Mourinho acudía victorioso al set de televisión. Después de responder a varias preguntas sobre el partido, hizo un silencio, sacó un papel de su bolsillo y en el medio de una pregunta respondió: «si me permite, me gustaría dar un numerito, que es el número de cuenta de Carlos Calado, que es el 0033… es en esta cuenta donde voy a depositar la prima de este partido y espero que mucha gente de este país pueda ayudar al chico, que yo conozco personalmente y se lo merece” (Min. 1:30)
Mourinho cumplió su palabra, le entregó el dinero y una camiseta firmada por todos los componentes del equipo «portista» con el nombre de Calado en la espalda. Una vez conocido el gesto de Mourinho, el Benfica, en boca de Eusebio, también quiso apoyar al atleta. La cuenta fue abierta para que le ayudaran a tener apoyo psicológico en los primeros momentos al tratarse de un atleta que vivía con 5.000 € al año en el momento de producirse la tragedia.
La situación actual de los actores de esta historia es bien distinta dependiendo del protagonista. Carlos Calado abandonó el atletismo profesional años después de la tragedia y ahora ejerce de mecánico de coches. Rehizo su vida, se volvió a casar con la hija de un atleta (Dionísio Ventura), antiguo campeón nacional de marcha, con la que ha tenido otros dos hijos. Visita semanalmente la tumba de su anterior familia y cada vez que le preguntan quién fue la persona que más le ayudó, la primera persona que le viene a la boca es Mourinho.
Los hermanos Castro se han dedicado a negocios de distinta índole. Gestionaron un club de atletismo que llevaba su nombre, se dedicaron a la representación de atletas y futbolistas, regentan negocios petrolíferos en Angola y han organizado eventos deportivos, el último de ellos la media maratón de Luanda.
El fondo portugués, al igual que le sucedió al finlandés y en menor medida al español, está en clara recesión. En el último Campeonato de Portugal de 10.000, sólo un atleta lograba bajar de los 30 minutos. En 2012 sólo 6 atletas bajaron de esa barrera. El mejor, Rui Pedro Silva (no confundir con Rui Silva) con 28:31.16. Sin pretender quitar ningún mérito a Silva, pero de estar en activo Mamede o Lopes lo doblarían en un 10.000. Rui Silva sigue luchando con las lesiones de las que afortunadamente parece se está recuperando. Su último medallista a nivel internacional, José Rocha, ha dado positivo (pasaporte biológico). En mujeres la cosa está algo mejor gracias a Ana Dulce Félix y Jéssica Augusto, pero siguen estando muy lejos de las marcas de antaño.
Mourinho continuó su exitosa carrera en el fútbol. No lo veremos en los grandes festivales del teatro nacional como Mérida, Almagro, Olmedo, pero lo veremos, emulando a Rafael Álvarez «El Brujo», Quico Cadaval… en otros teatros más mediáticos como Stamford Bridge, Old Trafford o Emirates Stadium. Los gestos, la mímica, la verborrea seguirán siendo su punto fuerte. Los «antimourinhistas» podrán hablar mal del entrenador del Chelsea a todo el mundo menos a un desvalido atleta que vivía con 5000 € al año. Los «mourinhistas» tendrán otra historia para ensalzar su figura. Con el atletismo ha seguido teniendo alguna relación pero de menor calado, la última fue dar la salida de la media maratón de Setúbal, su ciudad natal.