Saquemos la bola de cristal. El año 2013 nace con la etiqueta de la resaca olímpica. En otras palabras: si hiciéramos caso del tópico, no tendríamos que esperar grandes cosas, porque se supone -como el valor en la antigua mili- que los deportistas lo dieron todo pensando en los Juegos del verano anterior. Pero no siempre ocurre así. El calendario no pilota el talento, sobre todo el talento de los más jóvenes, que no pueden permitirse el lujo de especular con la forma. Además, el 2005 ó el 2009, por referirme a los dos últimos ejercicios postolímpicos, supusieron una excelente cosecha atlética.

Así que cada cual espere, según su capacidad de ilusionarse, lo que quiera del inminente 2013. Yo, modestamente, creo que será un muy buen año y me daría por satisfecho si se cumplieran estos cuatro deseos en el ámbito del atletismo:

1) Que recojamos los frutos de la generación de jóvenes ochocentistas que asombró en Londres: Nigel Amos, Timothy Kitum, Mohamed Aman y Leonard Cosencha, fundamentalmente. Que no sean flor de un día. A David Rudisha, que acaba de cumplir 24 años, le damos de comer aparte, porque lo que ha conseguido le basta para pasar a la historia y lo que venga será un regalo, incluido ese crono de «menos de 45 segundos» que promete en la vuelta a la pista. Para los excesivamente animosos, un jarro de agua fría: por mucho que mejore este plantel, sigo sin ver a ninguno, incluido Rudisha, bajando de 1:40. Hay mucho trecho del 1:40.91 al 1:40.00; tal vez un camino que dure años de travesía en el desierto. Seamos realistas. Aunque los mejores «sólo» anden en 1:41 largo, el espectáculo seguirá siendo grandioso. Saquen las palomitas.

2) Que la primavera traiga las marcas maravillosas que dicen que va a traer en maratón y que sean obtenidas en condiciones de limpieza, que falta hace. Dicen que los récords sólidos de 42,195 kilómetros se baten siempre en año impar, pero con excepciones como Ronaldo da Costa (1998) o Haile Gebreselassie (2008). Sea como fuere, si el clima y las liebres se portan con la quinta de Kipsang, Makau, los Mutai, Kimetto, Abshero y Kebede -sólo por citar los nombres que más soltura han demostrado últimamente por debajo de 2.05-, es evidente que se tambaleará el récord mundial de 2.03:38; por lo pronto en enero, en Dubai, han puesto precio a su cabeza: 500.000 dólares. Vamos, que la cosa empieza fuerte y sin rodeos.

3) Que exploten ¡por fin! los tres jóvenes saltadores españoles con mayor proyección: Eusebio Cáceres, Vicente Docavo y Ana Peleteiro. Eusebio es el que tiene mayor experiencia internacional, y con él ya no valen las excusas. Ó 2013 es su año o no lo será nunca. No debe encogerse en las calificaciones, no puede conformarse con estar en finales. Los 8,40 metros le están esperando y, puestos a pedir, España necesita que le esperen entre el cuarto y sexto intento de la final mundialista de Moscú.

En Ana Peleteiro hay que confiar con madurez y sin presiones. Es la triplista -corrijo- es la saltadora que apunta más talento en la historia del atletismo español. Hay que consolidar los 14 metros. Nada de agobios. Es más, debe ser una obligación que la dejemos crecer entre todos, incluidos los periodistas.

¿Y Vicente Docavo? De Vicente Docavo (16,69 metros indoor el pasado fin de semana) sólo puedo decir que estoy deseando escribir que ha sido el primer español en romper la barrera de los 17 metros en triple. Si lo logra con 21 años, le dará a su prueba un interés que no tenía desde tiempos de Santiago Moreno, y una proyección internacional que nos retrotraerá a los tiempos del hoy seleccionador Ramón Cid o del formidable Luis Felipe Areta.

y 4) Mi último deseo atlético es que Ashton Eaton raye a un nivel parecido al de 2012 y se reconozca al fin su liderazgo en el deporte mundial. En el año que acaba, Eaton ha batido los récords mundiales de héptatlon y decatlon, y ha sido campeón olímpico y mundial indoor, pero no figuró en la votación final que elige al mejor atleta del año. Francamente, no sé qué tendrá que hacer este muchacho para que le voten. Quizá tomar unas lecciones mediáticas de Usain Bolt. En cualquier caso, en el atletismo no puntúa la simpatía ni la mercadotecnia. Los logros de Eaton, salpicados aquí y allá con marcas brutales para un especialista en combinadas (8,23 metros en longitud, 13.35 en vallas altas, 5,30 metros en pértiga, 10.21 en 100 metros, etc) merecen un lugar de honor en el imaginario de las proezas humanas. Ojalá 2013 repare esta irritante injusticia.

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Licenciado en Periodismo y corredor practicante (cada vez más lento) a razón de 4/5 días por semana. Ha desempeñado diversas responsabilidades en instituciones públicas, siempre en el área de comunicación, y ha participado en los equipos de prensa de varias campañas electorales autonómicas, nacionales y europeas. Autor del libro "El Derecho a la Fatiga", un estudio sobre el dopaje en las carreras de fondo y mediofondo.

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