Es habitual confundir una alergia alimentaria con una intolerancia, una intoxicación o incluso malabsorción cuando la realidad es que sólo entre un 2% y un 3% de la población adulta posee algún tipo de alergia.
Nota: El seguro de salud CASER ACTIVA te regala el test de intolerancia alimentaria si contratas hasta final de año. Si tienes síntomas de alguna de ellas, deberías acudir a un especialista para tratar de identificarlas. Pero también puedes conocer mejor estos problemas de la mano de CASER SALUD ACTIVA.
Además, hay una gran diferencia entre ser alérgico o ser intolerante ya que, en el primer caso, nuestro sistema inmunológico reacciona ante una sustancia determinada de forma errónea, como si fuera dañina, produciendo anticuerpos y haciendo que se manifiesten síntomas respiratorios (tos, moqueo…), cutáneos (inflamación de la boca, erupciones…), gastrointestinales (diarrea, vómitos…) o incluso sistémicos (shock anafiláctico).
Sin embargo, en el caso de las intolerancias, lo que reacciona es nuestro metabolismo cuando el cuerpo no puede digerir algún alimento. De este modo, se pueden manifestar síntomas como diarrea o náuseas, aunque en el caso de la lactosa o fructosa no necesariamente tiene por qué ser así si se consume en cantidades pequeñas.
Intolerancia a la lactosa
Las personas con intolerancia a la lactosa tienen niveles muy bajos de lactasa intestinal y tienen problemas con alimentos como leche, yogur, queso, helados, nata y mantequilla, entre otros.
Como no se tiene esta enzima, la lactosa de los alimentos no se puede digerir. Cuando no se puede evitar ingerir alimentos con lactosa, se puede tomar un suplemento de lactasa que neutraliza los efectos provocados por la intolerancia.
Es importante tener en cuenta que con la intolerancia a la lactosa se puede nacer, pero también se puede desarrollar si se abusa de estos alimentos.
Intolerancia al gluten
El gluten es una proteína que aparece en diversos cereales (trigo, avena, cebada…). Cuando se sufre de enfermedad celíaca (no confundir con sensibilidad al gluten), hay que evitar todos los alimentos con gluten, ya que puede dañar el intestino delgado.
Esta intolerancia es genética y será necesario un análisis de sangre para diagnosticarla.
La alimentación de un celíaco deberá estar basada en alimentos sin gluten, como son todo tipo de frutas y verduras, carnes y pescados frescos, lácteos y, en cuanto a cereales, hay muchos tipos aptos: arroz, maíz, mijo, quinoa, etc.
Intolerancia a la fructosa
La fructosa es el azúcar que se encuentra de manera natural en muchas frutas, algunos vegetales y en la miel. La mala noticia es que, al ser muy barata, en los últimos 50 años todas las grandes marcas de comida preparada la han utilizado para sus productos y hay que ir fijándose en los etiquetados.
La intolerancia a la fructosa es hereditaria y ocurre cuando el cuerpo carece de la encima llamada aldolasa B, necesaria para descomponer la fructosa. Además, tampoco se podrá tomar sacarosa (azúcar de la caña).
Una afección con síntomas y restricciones similares es la malabsorción de la fructosa.
Intolerancia a los sulfitos
Los intolerantes a los sulfitos tendrán que evitar algunas bebidas alcohólicas como el vino o la cerveza.
Además, en el último siglo, los sulfitos se han utilizado como conservantes y aditivos alimentarios, por lo que su auge ha provocado que cada vez más gente muestren la intolerancia y síntomas parecidos a los de una alergia: aparición de granos, urticaria, estornudos y secreción nasal.