Desde que el viejo continente empezase a celebrar campeonatos de atletismo, los diferentes formatos de Rusia han dominado sin necesidad de mirar el retrovisor. La friolera de 120 medallas de oro, 110 de plata y 101 de bronce miran la historia del atletismo continental con la suficiencia que aporta la superioridad aplastante. Pero Ámsterdam será distinto. En Ámsterdam, Rusia va a quedar relegada a un chiste de mal gusto, precisamente por haber cimentado parte de su éxito en el dopaje. Por tener, Rusia no tendrá ni bandera. Rusia tendrá que poner todas sus esperanzas en la mujer que hundió su atletismo.
La delegación rusa al completo subía ayer por la tarde a un autobús ante la atenta mirada de varias delegaciones – entre ellas la española – para ser llevada a su hotel tras calentar en la pista: la mediofondista Yuliya Stepanova y su entrenador. Dos personas. Mientras más de ochenta rusos y rusas esperan un veredicto del Tribunal de Arbitraje Deportivo para ver si pueden competir en los Juegos Olímpicos tras ser acusados de dopaje de estado y apartados de la alta competición, Stepanova podrá tomar salida en los ochocientos metros lisos.
Como en los mejores relatos de la Guerra Fría. La mujer a quien el propio presidente Vladimir Putin bautizó como «Judas» por haber traicionado a su país será la única representante de su país. Yuliya Stepanova perdió en 2013 todos sus logros de los deportivos de los dos años anteriores después de que su pasaporte biológico arrojase resultados anómalos, entre ellos un bronce europeo de 2011 en pista cubierta. En 2014, mientras cumplía su sanción, se mudó a Alemania para asentarse definitivamente en Estados Unidos. Ese mismo año, ella y su esposo Vitaliy – que compone la otra mitad de la selección como entrenador de Yuliya – salieron en un documental de la televisión pública alemana acusando al estado ruso de haber tapado y promovido el dopaje. Desde al RUSADA (agencia rusa antidopaje) al propio gobierno.
Stepanova y su marido destaparon un escándalo deportivo que ha terminado con Rusia relegada al olvido en estos europeos, pero la mediofondista será la única rusa que compita en Ámsterdam. Las autoridades deportivas le han permitido calzarse las zapatillas en Holanda atendiendo a su «contribución verdaderamente excepcional» para luchar contra el dopaje.
La «Judas» de Vladimir Putin tomará salida esta tarde en la segunda serie clasificatoria de 800 metros, tres series antes que la británica Jenny Meadows, a quien dejó fuera de una final internacional cuando iba dopada. Stepanova no llevará la camiseta de Rusia: llevará una con el escudo de la Federación Europa de Atletismo y si gana, sonará el Himno a la Alegría de Beethoven, que a su vez es el himno de la Unión Europea. En la lista de inscritas, su ficha no tiene foto, y donde debería aparecer la bandera de su país, aparece el escudo de European Athletics.
Ámsterdam será un campeonato sin rusos ni rusas. Esto abre muchas puertas al resto de atletas, aunque desde el equipo español también se destaca: «¿Y lo que nos han quitado hasta ahora?». En Ámsterdam, Rusia podrá ver cómo sus 431 medallas conseguidas en esta competición quedan reducidas a la mujer que denunció el dopaje de estado. Las alegrías del incendio.