Esta semana quiero hablaros de algo que solemos hacer muchos maratonianos y que viene muy bien para la preparación: combinar superficies.
En los días de rodaje me gusta empezar trotando por el monte, con un continuo sube-baja para coger fuerza y mejorar la estabilidad de mis tobillos. En el monte encuentro el lugar perfecto para mejorar la fuerza de mi musculatura, pues ésta trabaja cuando subimos las cuestas, impulsando y tirando de brazos, y también cuando las bajamos. El campo ayuda a muchos niveles, incluso de core y faja lumbo-pélvica.
Corriendo por el monte cuesta arriba, nuestra zancada se acorta, evidentemente. Si, además, la superficie es más arenosa, nuestros isquios sufren más y en bajadas muy prolongadas hacen que nuestra zona lumbar tenga más trabajo de la cuenta. Todo ello enriquece nuestra carrera y hace que trabajemos más y que se activen otros grupos musculares. Pero tenemos que escuchar a nuestro cuerpo e interpretar sus sensaciones para subir o bajar nuestra cadera, adelantar o retrasar el centro de gravedad, y valorar si merece la penar correr más impulsando de metatarso o si al hacerlo «desperdiciamos» fuerza y energía.
La segunda mitad intento terminar por el asfalto a un ritmo de 3:30 por kilómetro aproximadamente. Correr siempre por asfalto puede ser más lesivo, pero ahora que ya quedan pocas semanas para el Maratón de Los Ángeles, el asfalto me permite alargar la zancada y acostumbrarme a la superficie en la que correré la carrera. Aquí puedo correr alto de cadera y prestar más atención a la técnica.
Los días de series, cuando estoy en el principio de la temporada, los suelo hacer con alguna cuesta, pero cuando ya estoy en el período específico busco un perfil llano y ritmos muy controlados, por ello opto a la pista o a circuitos de asfalto lo más planos posibles, con buen firme y sin demasiadas curvas.
La pista me permite saber cuál es mi estado de forma real. Me gusta mantener la «chispa» y en la pista no puedes dejar de empujar, de impulsarte… ahí no hay «trampa ni cartón» y, de vez en cuando, los estímulos más alegres nos vienen realmente bien antes de dar paso a otro ciclo de volumen.
Como veis, como casi todos mis compañeros corredores, soy poco amigo de los espacios cerrados… pero además combinar superficies me permite prevenir lesiones. Para huir de ellas también me gusta mucho el trabajo de estabilización, core, trabajo con fitball o los circuitos tipo «Oregón», donde nuestro propio cuerpo aprende a equilibrarse y ganar fuerza sin necesidad de cargas de peso.
#GOrunLA
Anteriormente: «La importancia del calentamiento antes de correr«
Muy interesante el articulo y buena calidad del video no se extiende demasiado siendo un tema un poco complejo