Hace un caluroso y soleado día de verano, cuarenta grados a la sombra y una suave brisa veraniega que te da la misma sensación de estar en una sauna finlandesa. Terminas de comer, o más bien de atiborrarte a chopitos, frituras y demás fauna marina, y cuando terminas te dan unas tremendas ganas de meterte en el mar porque ya no puedes aguantar más… te vas acercando al agua y una voz familiar exclama: “¡insensato, se te va a cortar la digestión!”.
¿Qué se puede hacer ante esta dramática situación?
Corte de digestión
Un corte de digestión consiste en la detención de la actividad normal del tubo digestivo cuando todavía queda algo por digerir.
Ante este imprevisto, el organismo puede reiniciar la digestión tras finalizar el estímulo que la detuvo, o bien terminando con un final menos feliz: a través del vómito. El corte de digestión puede aparecer por muchos motivos y no exactamente por meterse en el agua después de comer. Los cambios de ánimo influyen bastante, puede ocurrirte tanto al recibir un disgusto como una alegría repentina, o por comer un determinado alimento.
Hidrocución
Si se ingiere agua fría inmediatamente después de un ejercicio intenso, la frecuencia cardíaca podría descender provocando problemas cardíacos (fenómeno de hidrocución).
Tras hacer ejercicio, tu cuerpo se encuentra con temperaturas muy elevadas y al ingerir agua fría se puede provocar un reflejo cardiovascular de origen nervioso (parasimpático) que lleva a una alteración del ritmo cardíaco. La hidrocución se entiende como la muerte por inmersión en un líquido antes de que éste pase a los pulmones, es decir, cuando se produce un contacto entre la piel y el agua.
Si decidieras tomarte un baño en estos casos (pasar de ejercicio intenso o larga exposición al sol, al agua) se produciría una vasoconstricción extrema por el cambio de temperatura, de 40º a 20º, y se produciría un “choque hemodinámico” que podría producir un reflejo nervioso e inhibidor que actuaría bloqueando el corazón y los pulmones, llegando a provocar una parada cardiorrespiratoria.
El mito
¿Un corte de digestión puede ser mortal? En parte sí. Hacer la digestión implica un aporte sanguíneo al aparato digestivo para que pueda hacer su trabajo y, ante un reflejo vasoconstrictivo, será más vulnerable a sufrir un síncope por hidrocución un sujeto que esté haciendo la digestión que otro que no la esté haciendo. Esto se debe a que si te encuentras realizando la digestión, el aporte sanguíneo estará centrado en la zona digestiva, y por tanto, en caso de necesidad, habrá un menor aporte sanguíneo dirigido a la zona cerebral.
En definitiva, el problema es la temperatura. Cuanto más fría esté el agua y más elevada sea la temperatura corporal, mayor vulnerabilidad habrá a sufrir un síncope por hidrocución, y aunque la digestión aumente las posibilidades de sufrir una parada cardíaca, no es la causa de fallecimiento.
Independientemente de la ingestión de alimentos, el sujeto más vulnerable a morir hidrocutado es aquel que posea una elevada temperatura corporal (por el ejercicio o simplemente por el calor del verano) y que inmediatamente entre en contacto con el agua fría. La persona no muere por ahogamiento o por una mala digestión sino por el choque térmico y el shock hemodinámico.
Prevención
Lo ideal antes de meterte en el mar y ponerte a disfrutar en el agua es mantener un reposo digestivo durante dos horas y, posteriormente, permanecer unos 5 o 10 minutos en la orilla de la playa. De esta forma, te irás adaptando poco a poco a la temperatura y la activación simpática será progresiva.
Por otro lado, aunque sea de sentido común, cabe resaltar que hay que evitar las principales causas de hidrocución: entrar de forma súbita en el agua fría (tras una exposición prolongada al sol, haciendo la digestión o después de una actividad física intensa), mantener la calma ante cualquier sobresalto emocional y evitar pasar rápidamente del reposo a la actividad intensa.
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