El atletismo español se enfrenta a una de sus mayores pruebas de fuego de los últimos años, y lo hace en una de las competiciones más ingratas del circuito internacional. El mundial indoor que se celebra estos días en el centro de Birmingham será el primero desde 2001 en el que no participa Ruth Beitia, después de que la cántabra decidiese colgar las zapatillas de forma definitiva el año pasado. Una selección joven y con pocas opciones de conseguir medallas se enfrentará estos días a una competición convertida en un club aún más exclusivo que unos Juegos Olímpicos.
«Este es un campeonato muy restrictivo», reconocía este viernes Raúl Chapado, presidente de la Federación Española de Atletismo, asegurando que las durísimas marcas mínimas provocan que «sea más complicado venir aquí que a unos Juegos Olímpicos». España llega con 19 atletas y una media de edad inferior a los veinticinco años y con sus mejores opciones pasando por una tarde brillante de Álvaro de Arriba, Óscar Husillos, Adel Mechaal o Ana Peleteiro.
Apenas media milla separa el hotel en el que se alojan los atletas españoles del Barclaycard Arena de Birmingham, aunque el trayecto puede hacerse especialmente largo teniendo en cuenta los cinco grados bajo cero y la constante nevada que acompaña a los que pisan la calle de la capital de la Revolución Industrial. Algunos de nuestros mediofondistas ruedan por los pasillos del hotel mientras otros dan gracias al cielo porque éste sea un campeonato de pista cubierta y no de aire libre
Los españoles cataban la pista por primera vez este viernes por la mañana. Rápida, con poca recta, mucha curva y mucho peralte, era el diagnóstico generalizado entre los nuestros.
Desde el mundial celebrado en Valencia en 2008 hasta la última edición de Portland en 2016, la selección española ha conseguido seis medallas en unos mundiales de pista cubierta: tres de ellas, la mitad exacta, han corrido a cargo de Ruth Beitia en Doha (2010), Sopot (2014) y Portland (2016), sin contar la que también consiguió en Moscú (2006). En total, España ha conseguido 32 medallas en unos mundiales indoor con su cosecha más prolífica siendo precisamente la de Birmingham en 2003.
De jóvenes y veteranos
España vuelve por tanto a una pista talismán con una selección casi copada por debutantes, atletas jóvenes de un presente y un futuro prometedores pero, en muchos casos, todavía por desprecintar en la élite internacional. Desde el veterano Ángel David Rodríguez (60 metros lisos) hasta el jovencísimo Aleix Porras (reserva en el 4×400), la selecta selección nacional dibuja un atletismo en el que los más jóvenes han dejado de ser una opción de futuro y han pasado a sostener un campeonato que roza lo incómodo para nuestros intereses. Sólo entre Ángel David Rodríguez y Samuel García acumulan casi tantas participaciones en este campeonato que el resto de la selección.
Los más jóvenes paseaban el testigo del relevo largo esta mañana por el National Arena: Aleix Porras (plusmarquista nacional sub20) y Manuel Guijarro (bronce en Valencia) se iban mentalizando de su más que posible participación en el relevo 4×400, condicionada al papel que cumplan Óscar Husillos y Lucas Búa en la prueba individual. Esther Guerrero, Marta Pérez, Álvaro de Arriba y el resto de corredores de largo aliento tanteaban el peralte y esquivaban gente en una pista superpoblada de atletas en las horas previas a la competición.
Del triple al 3.000 en Birmingham
Las opciones de medalla y finalistas para España es tan variada como endeble: el catalán Adel Mechaal (3.000), el palentino Óscar Husillos (400), el salmantino Álvaro de Arriba (800) y la gallega Ana Peleteiro (triple salto) se erigen como claras apuestas de pelear por las medallas, en caso de superar el leonino sistema de calificación de estos campeonatos mundiales indoor.
El de Palamòs llega a Birmingham después de conseguir un nuevo doblete nacional en 1.500 y 3.000 metros (y ya van dos sólo en pista cubierta), después de asustar con 7:40.14 minutos y en calidad de campeón europeo y cuarto del mundo. De eficacia probada en el circuito internacional, Mechaal tendrá que hacer una carrera inteligente para poder plantar cara a gente de la calidad del mediofondista marroquí Abdalaati Iguider o del vigente subcampeón mundial Ryan Hill. En este mundial no hay hueco para exhibiciones como la de Valencia y el catalán tendrá que demostrar una vez más que, además de dar espectáculo dentro de nuestras fronteras, también está entre los mejores del mundo.
El fondo y el mediofondo español se debate entre el sueño de estar en una final y el carácter anárquico, abierto e impredecible de la lucha por las medallas en esta competición. Con la tercera marca del campeonato, el salmantino Álvaro de Arriba tendrá que exhibir mucho oficio para colarse en la fiesta de Adam Kszczot. Con dos plusmarcas nacionales en el bolsillo, Óscar Husillos tendrá que hacer horas extras para que Pavel Maslak vuelva a morder el polvo, como ya sucedió en Madrid. «El equipo está convencido de hacer una gran actuación«, decía este viernes Raúl Chapado. ¿Qué sería una gran actuación para las clases medias de la selección? Por ejemplo, para Esther Guerrero, atacar la final y su marca en el 800 femenino, lo mismo que para Laura Bueno.
Otra de las incógnitas reside en los saltadores: Ana Peleteiro llega en un estado de forma envidiable, su temporada invernal más regular por encima de los catorce metros y con un ansia competitiva que invita a pensar en una gran marca en Birmingham. ¿Será suficiente para meterse en la lucha por las medallas, previsiblemente en torno a los catorce metros y medio? La otrora niña prodigio ha encontrado la paz deportiva en Guadalajara, a las órdenes de todo un Iván Pedroso y a la sombra de toda una Yulimar Rojas, y cada vez parece más cerca de la gran saltadora internacional que lleva dentro.
La bola de cristal dice que la actuación española va a ser buena y satisfactoria, al menos si el análisis no se reduce al medallero, la máxima y mínima expresión del atletismo. Con los atletas todavía en la zona de calentamiento, el de Birmingham parece un mundial que va a requerir de comprensión por parte del aficionado para poner en valor la actuación de una selección joven y desamparada en un formato de circo romano en el que a veces ni las medallas están a la altura de las marcas mínimas exigidas para venir.