El Feedback electrodérmico es una técnica utilizada por los psicólogos deportivos como parte del plan de entrenamiento para mejorar la capacidad de concentración del atleta.
Un deportista no sólo ha de ser capaz de concentrarse, sinó que también ha de controlar cuándo quiere que ocurra, incluso en los momentos que puede haber distracciones externas.
La técnica de la electrodermia se puede llevar a cabo de forma sencilla gracias a un aparato que puede medir los cambios de conductancia (movimiento de electrones) de la piel en las palmas de las manos que se produce a raíz de la transpiración. Esto no es ni más ni menos que los cambios que se producen en una conducta de afrontar o evitar una determinada situación (un corredor en la línea de salida de una carrera, por ejemplo).
De esta manera el feedback electrodérmico proporciona los datos necesarios para saber los cambios que se producen en su propio cuerpo como consecuencia de la situación en la que se encuentre.
¿Cómo se pone en practica?
Se conecta el aparato al deportista y se le lleva a poner en práctica los momentos en los que más problemas presenta. El aparato, entonces, emite un sonido cuando la actividad eléctrica de la piel aumenta, o sea, cuando el atleta se pone más nervioso, se distrae.
Durante la práctica se le suele pedir al atleta que piense en esos momentos en los que ejecutó mal una estrategia, un movimiento o una técnica. Esos pensamientos negativos le llevarán a producir cierta ansiedad por la que el aparato aumentará su tono, de manera que es una forma de alertar al propio atleta, ayudándole a darse cuenta de los cambios que pueden producir en su cuerpo y rendimiento este tipo de pensamientos, que son los que disminuyen su capacidad de concentración, y por lo tanto puede aprender a deshecharlos con este tipo de entrenamiento.
Dando un paso más allá en la técnica del feedback electrodérmico, se le puede pedir al deportista -en todo momento conectado al aparato- que se tumbe o se siente y se relaje, que ralentice la respiración y que se concentre en algún aspecto técnico de la ejecución. Acto seguido otra persona le intenta desconcentrar, ya sea con sonidos, gritos, palabras o movimientos -sin tener contacto físico-. Si el deportista al final de la sesión consigue mantener su relajación y concentración el aparato habrá emitido tonos relativamente bajos, un claro indicativo de que estará aprendiendo a concentrarse aunque la situación sea adversa, algo que en la práctica le revocará unos mejores resultados.
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