Quizás hayas entrenado como nunca. Quizás ese día se dan las mejores condiciones para competir, tal y como has soñado. Quizás los astros se han alineado en ese momento para que logres la marca que tanto has peleado en los últimos entrenamientos. Pero siempre hay algo que no dominas y que se puede volver en tu contra: TU MENTE.
Durante una competición, la mente se puede convertir en tu peor rival, mermando tu capacidad física y tu motivación para correr: puede llegar a agarrotar tus extremidades, bloqueando tus piernas, limitando tus zancadas y la fluidez de las mismas. Puede conseguir dificultar tu respiración cual crisis de ansiedad, provocando un agobio mayor al del esfuerzo realizado.
Sin embargo, lo peor de todo es que tu mente te habla y se regocija de ello en forma de pensamientos negativos: «qué mal voy», «me voy a retirar», «no voy a llegar», «me va a adelantar todo el mundo», «¿cómo puedo ir tan mal a este ritmo?», «no voy a conseguir mi marca», etc. ¿Los conoces?
Resulta muy curioso: has entrenado decenas de veces a ese ritmo sin problema y, ahora, cuando realmente quieres demostrarlo en una competición, la presión te vence y parece inalcanzable. Parece que llevas un lastre en las zapatillas.
Ante este panorama, sólo se puede hacer una cosa: ¡STOP! La cabeza debe dejar de pensar y tienes que intentar controlar esa vocecilla que se está cargando todos tus meses de entrenamiento. Posiblemente tendrás más oportunidades en tu vida para demostrar lo que vales, pero tú has luchado por el «Aquí y Ahora» y no quieres irte a casa con un fracaso.
Para intentar encauzar la situación, te recomiendo llevar a cabo estas estrategias o acciones:
1. Intenta distraer tu mente con otro pensamiento
Lo más sencillo es ir contando los pasos que das con una de tus piernas. Puedes subir un poco la dificultad realizando operaciones matemáticas. El mejor ejemplo es recitar la tabla de multiplicar de algún número a cada paso: 7, 14, 21, 28…
2. Acorta tus zancadas, aumentando la frecuencia de las mismas
La mente ha bloqueado tus piernas, con lo cual notarás una falta de fuerza importante y, en algunos casos, incluso llegas a tropezarte.
Acortar la zancada implica desarrollar menos esfuerzo para avanzar aunque aumentes el número de pasos. Además, así te obligas a contar los pasos más rápido, por lo que tu mente estará más distraída.
3. Pégate a un compañero de viaje y no lo sueltes
El sufrimiento compartido, es menos sufrimiento. Oblígate a seguirlo. Fija tu mirada en su trasero y no dejes que aumente la distancia entre vosotros. Cuando te sientas seguro, échale una mano y tira un poco tú del carro. Esa responsabilidad de tirar de un compañero de viaje te servirá de motivación para correr y será una nueva distracción para tu mente.
4. No pienses jamás en lo que te queda
Plantéate pequeños objetivos dentro de la prueba. Es decir, si vas por el kilómetro 5 y la prueba consta de 10 kilómetros, nunca pienses que llevas la mitad. Tu objetivo debe ser llegar al kilómetro 6 o al próximo avituallamiento cumpliendo la tarea de contar zancadas o de ir pegado al compañero de viaje. Una vez que cumplas tu pequeño objetivo, plantéate un nuevo objetivo a corto plazo, a por el kilómetro 7. Y así sucesivamente cumpliendo pequeñas metas. Cuando menos te lo esperes, habrás conseguido llegar a tu objetivo.
5. Recuerda en todo momento que ese sufrimiento o malas sensaciones son pasajeras
Tu cuerpo está «luchando» para adaptarse a él. Conseguirá vencerlo mejorando esas sensaciones en carrera. ¿Sabes por qué? Porque has entrenado para ello.
#PROHIBIDORENDIRSE
Música.
La música ejerce una acción que puede llegar a ser muy motivante en esos momentos de desánimo. Me ha pasado en varias carreras de 10 y 21, al pasar los dos tercios suelo aflojar el ritmo considerablemente, y no por falta de entrenamiento, entonces, subo el volumen, cambio de playlist y… a correr de nuevo.
Hola Erwin. Por la parte que me toca como autor del artículo, gracias por tu aportación. La música es una buena alternativa motivacional en competición y también ayuda a distraer la mente. Cantar una canción puede ayudarnos en algunos momentos de angustia o levantarnos el ánimo. El problema es que no todas las organizaciones de pruebas permiten competir con música. De hecho, en algunos casos resulta poco seguro para el deportista. Yo la utilizo cuando entreno solo. Si entreno con gente o en competición jamás la llevo, para interactuar con los «compañeros de viaje» y con el entorno, aunque sí lo permita la organización. Un saludo y muchas gracias de nuevo.