Frase de la semana
«Padre sólo hay uno y maratones hay muchas». Explicación de Dulce Félix sobre su pobre estado de forma de cara a la maratón de Nueva York. Hace un mes fallecía su padre y estuvo con él hasta el último momento.
Vídeo de la semana
Entrevista a Julius Arile, quinto clasificado en la maratón de Nueva York
Julius Arile: la transformación de un guerrillero en atleta
Toda prueba atlética está sujeta a sorpresas. En parte es lo que hace grande al atletismo. Predecir todos los triunfadores de un gran campeonato es un tarea que nadie ha logrado y que difícilmente se logre. En la pasada edición de la maratón de Nueva York no hemos tenido sorpresas en los dos vencedores, tanto Geoffrey Mutai como Priscah Jeptoo estaban en todas las quinielas. Mutai lleva una carrera muy regular que tuvo su momento cumbre en el año 2011 cuando logró los dos triunfos norteamericanos, Boston y Nueva York. En ambas pruebas destrozó los récords del circuito y lograba ser el hombre que más rápido ha corrido los 42.195 metros (2h03:02). Después vino la retirada en Boston 2012 que le dejó fuera de los Juegos Olímpicos. El extremo calor acabó con todas sus posibilidades pero resurgió en Berlín, aunque bien es cierto que con la ayuda de su compañero de entrenamientos Dennis Kimetto, que le dejó ganar para que pudiera asegurarse la bolsa de los $500.000 de la general de la World Major Marathons 2012. Este año lo iniciaba mal con su retirada por lesión en el Maratón de Londres, pero sus triunfos en la media maratón de Río de Janeiro y Udine nos ponían en la pista de que estábamos nuevamente ante el mejor Mutai. En un día muy malo por el viento y el frío, volvió a demostrar que en forma es imparable. Su palmarés muestra 7 triunfos de 11 pruebas.
El triunfo de Priscah Jeptoo tampoco es sorpresa, venía de vencer a Meseret Defar y Tirunesh Dibaba en la Great North Run y además con un tiempo de 65:45, aunque no es homologable por ser una prueba en descenso. Priscah lleva 5 de 9 triunfos y ha acabado entre las tres primeras en todas las pruebas, lo que demuestra una gran regularidad.
Todos los grandes han tenido días malos en la maratón: Abebe Bikila quedó quinto en su visita a Boston, debido según su entrenador al frío reinante, y se retiró en México y Zarauz. Samuel Wanjiru tiene en su palmarés una retirada y el resto siempre fueron podios, pero su carrera fue tan exitosa como efímera. El más regular de los maratonianos de hoy en día es Tsegaye Kebede: sus dos únicas actuaciones fuera de un podio fueron su 8º puesto en su primera maratón en Ámsterdam y su 4º puesto en el pasado Campeonato del Mundo de Moscú. Además, acumula 9 carreras sub 2:09.
Pero más allá de los dos primeros puestos hemos tenido alguna sorpresa positiva y negativa. En el reverso de la moneda estuvieron las actuaciones de Martin Lel, que se retiraba, de Stanley Biwott, que se hundía en el tramo final, de Meb Keflezighi, que se iba a más de 2h23 :47 y de Edna Kiplagat, a la que le pesaba el esfuerzo de Moscú y realizaba 2h30.04. Pero también hemos tenido actuaciones que han sorprendido a todo el mundo. En la carrera masculina destacaron dos: Lusapho April (3º) y Julius Arile (4º). En mujeres no hubo grandes sorpresas, quizá la mayor alegría fue ver que las veteranas europeas rindieron a un nivel extraordinario. En Nueva York, tres europeas entraban en 3ª, 4ª y 5ª posición. Sus edades: la letona Prokopcuka, tercera, nació en 1976, la francesa Daunay (4ª) es de 1974 y Valeria Straneo, medallista de plata en el pasado Campeonato del Mundo, es de 1976. A ellas hay que sumar a Konovalova, tercera en Chicago, que es de 1974 y Mikitenko, tercera en Berlín y que nació en 1972. Esto significa que 5 de las mejores maratonianas de Europa rondan los 40 años. A la vista de estos datos se podría aseverar que las mujeres parece que tienen más longevidad atlética que los hombres, al menos en estos momentos.
Como indicaba, las dos sorpresas vinieron del lado masculino. El tercero en meta fue Lusapho April, un atleta sudafricano que había quedado en una pobre 43ª posición (2h19:00) en la maratón olímpica de Londres, después de sufrir una caída al resbalar con la acera en el paso por la media maratón. El atleta sudafricano tiene una mejor marca de 2h08:32, realizada en la maratón de Hannover de este año y declaraba en la previa a Nueva York que le habría gustado emular el triunfo de Wille Mtolo en esta misma maratón en la carrera de 1992 (2h09:29). El triunfo de Mtolo fue el triunfo de la nueva Sudáfrica que acababa de romper con las políticas de segregación racial (Apartheid). El deporte se mostró como un elemento fundamental en la lucha por la igualdad de derechos en Sudáfrica y quedará grabada en la memoria la imagen de Derartu Tulu y Elana Meyer dando la vuelta de honor después del 10.000 metros femenino en los Juegos Olímpicos de Barcelona. April ha conseguido un nuevo podio para Sudáfrica en la durísima, por las condiciones de viento y frío, maratón de Nueva York de este año. La tradición sudafricana en maratón no es nueva. Además del mencionado Mtolo, han tenido a atletas del nivel de Hendrik Ramaala y Josia Thugwane, campeón olímpico en Atlanta 1996.
Pero la mayor sorpresa fue la del cuarto clasificado, Julius Arile. Se trata de un atleta keniata que llegó a Nueva York con un registro previo de 2h12:13 y que acabó batiendo su marca personal en uno de los circuitos más duros y en unas condiciones extremas. Pero su historia personal demuestra, una vez más, el poder transformador del deporte. Arile pasó de estar disparando con AK-47 en sus manos cuando tenía 14 años a ser 5º en una de las maratones más prestigiosas del mundo. Arile decidió empuñar las armas después de que asesinaran a su hermano mayor unos furtivos ugandeses. «Tenía 14 años cuando compré mi primer arma. Era un AK-47, y la tuve que usar muchas veces para proteger a mis vacas, que son tan importantes para la vida de las personas en Pokot (su pueblo). Había ido a la escuela hasta los 14 años. Una tribu llamada Karamojong (tribu de la vecina Uganda) nos atacó y nos robó nuestros animales, y eso se convirtió en el final de mi educación. Robaron 60 de nuestras 70 vacas, y tuve que empezar a buscar a las 10 restantes». Arile compró a un comerciante el arma por cinco vacas. Las incursiones eran constantes y decidieron responder. Los keniatas se adentraron en el territorio de los Karamojong con la idea de realizar una emboscada. Se acercaron aprovechando la oscuridad y se disfrazaron de mujeres y pusieron las armas entre un montón de hierba que se pusieron en la cabeza. Los ugandeses los confundieron con mujeres y cuando estaban desprevenidos los atacaron matándolos a todos y llevándose el ganado de vuelta a Kenia.
Para ellos, la lucha por el ganado es vital porque es su medio de subsistencia. Las vacas son un bien muy preciado y por tanto un objetivo frecuente de robo, sobre todo en el condado de West Pokot, que es una zona sin ley en la frontera con Uganda. «En la frontera, los policías no están cerca y el gobierno no se preocupa por nosotros, nos protegemos a nosotros mismos», dijo Arile. «Las armas de fuego eran fáciles de encontrar, estaban por todas partes. Vives con el peligro porque es algo normal. Vi cómo mi padre y mis hermanos mayores portaban y usaban armas de fuego, por lo que no era nada nuevo. Cuando tuve edad suficiente para portar un arma la compré y luego la usé para ir a Uganda a obtener vacas». La espiral de violencia era continua y en uno de los ataques los Karamojong estuvieron luchando con su tribu durante un día entero. «Los ugandeses llegaron a nosotros, de la misma manera que fuimos allí. Todos estábamos armados en ese momento y vinieron, pero no sabíamos si era el ejército o una milicia. Cuando llegaron a nuestra aldea, logramos echarlos después de una dura lucha armada y fuimos de nuevo en la parte ugandesa. Cuando llegamos allí, mi hermano estaba de pie a mi lado y fue entonces cuando le dispararon en la cabeza. Los pedazos de cerebro volaron sobre mí cuando murió, a mi lado. Cogí la pistola de mi hermano y corrí. Después de eso me di cuenta de que mi vida era muy corta. Pensé que si mi hermano había recibido un disparo, el siguiente podía ser yo». Después de ese día decidió cambiar de domicilio y alejarse de la frontera con Uganda. Reconoce que usó las armas durante 8 años, pero asegura que nunca llegó a matar a nadie.
En 2003 se organizó una carrera denominada «Carrera por la paz» que organizó Tegla Lorupe, atleta keniata que llegó a poseer el récord del mundo de maratón femenino. La carrera cambió su vida. Nunca había corrido antes, pero le atrajo que había un premio de 25.000 chelines kenianos (216 €), cantidad importante allí. Arile ganó y ahí empezó su amor por el atletismo. Al año siguiente (2004) renunciaba definitivamente a las armas. La decisión fue comprendida y aceptada por la mayoría de sus amigos pero otros lo consideraban un cobarde. Pasó de estar luchando a ser un pacificador y trató de convencer a sus compañeros para que también abandonaran las armas. En 2006 ya estaba corriendo de una manera más profesional, cambiando unas zapatillas sacadas de neumáticos viejos por unas zapatillas para correr decentes.
A esas alturas de su vida, su compromiso por pacificar la zona fue en aumento y se llegó a trasladar a a Nueva York , en 2006, para hablar ante la ONU del Tratado sobre Comercio de Armas. Su primera visita a la «Gran Manzana» fue para reunirse con Kofi Annan (Secretario General de la ONU en ese momento) y el fallecido primer ministro keniata John Michuki. «En ese momento el gobierno de Kenia envió tropas a Pokot para desarmar a las comunidades. Fue muy violento. Le dije que la única forma de desarmar a la gente era consiguiendo que abandonaran las armas voluntariamente y no por la fuerza. El Tratado sobre Comercio de Armas ayudó a cortar el suministro de armas».
Aquel viaje a Nueva York suponía la primera vez que Arile salía de Kenia. «Era tan diferente a Pokot! Allí compré mi primer par de zapatos para correr apropiados. Todavía los tengo en casa». En junio del año pasado regresó a Nueva York para entrevistarse nuevamente con el Secretario General de la ONU, el coreano Ban-Ki Moon. El motivo era nuevamente el desarme de la zona en conflicto. Arile quiere seguir ayudando a su pueblo a vivir una vida próspera y pacífica. Después de haber jugado un papel clave en el desarme de las tribus en la región, ha puesto sus miras en la creación de un campo de entrenamiento para fomentar y aprovechar el talento de los jóvenes de la región y quiere además construir una escuela para educar en paz a los hijos de los milicianos.
Su carrera deportiva ha ido paralela a la política. Ha participado en pruebas en carreras en Polonia, Marruecos, Alemania, Estados Unidos y China. Se mudó a Iten, una de las mecas del fondo mundial. Allí entrena junto con otros 6 compañeros que proceden de la lucha armada en Pokot y algunos de ellos ya le han ganado en más de una vez, hecho del que se siente orgulloso. A nivel atlético ha progresado mucho. Julius corrió el año pasado en 2h12:13 en Praga, después la maratón de Eindhoven. Allí, después de ir con el grupo de cabeza al paso del kilómetros 30 en 1h28.39, tuvo calambres en el cuádriceps derecho y se vio obligado a abandonar al paso por el kilómetro 40. Su siguiente maratón fue Honolulú, prueba marcada siempre por la humedad, done en esta pasada edición vencía el nuevo recordman mundial, Wilson Kipsang (2h12.31) y Julius Arile realizaba 2h15:17. Este año 2013 había sido séptimo en la maratón de Praga con 2h13:31 y este fin de semana pasado puso final a la temporada con un cuarto puesto en Nueva York y una nueva mejor marca personal, 2h10:03.
Zane Branson, su agente que trabaja en PossoSports Europa, decía antes de la maratón de Honolulú: «Julius todavía no tiene la base de kilómetros suficiente como para llevarlo a un maratón de clase mundial, pero tiene el talento para correr en 2h05». Quién sabe lo que hará en 2014, pero el ex-guerrillero dará que hablar.