Los largos recorridos siempre son una apuesta importante para nuestro cuerpo, por ello debemos programar previamente el entrenamiento, para poder afrontar y disfrutar de la forma más saludable posible estas experiencias inolvidables.
Cuando hablamos de largos recorridos, nos referimos a más de 70 kilómetros de distancia en varias etapas, de manera que, empezar con un reto así sin antes haber realizado largas distancias, es un acto muy temerario. Como mínimo deberías empezar a entrenar dos meses con anterioridad, con recorridos cortos y alargando de forma gradual la distancia, de esta forma conseguirás un fondo óptimo para poder afrontar esos disparatados kilometrajes.
VALORACIONES
Con este tipo de entrenamiento de tan larga duración, podrás ir valorando el tipo de calzado que te será más adecuado, el tipo de calcetín que debes llevar y qué zonas de los pies son las más delicadas. En definitiva, con estos rodajes podrás detectar cualquier anomalía en tus pies y, si fuese el caso, deberías consultar a un podólogo para que te asesore.
EQUIPACIÓN
Como equipo básico deberías contar con el material necesario que nos ayude a cubrir la distancia: un buen calzado, material de higiene para el pie (crema hidratante, vaselina, etc.), ropa transpirable, calcetines que no recalienten el pie y que evacuen el sudor al exterior y una mochila ligera o camelback.
Respecto al calzado, debería ser aquel en el que el talón quede sujeto y ajustado, donde puedas mover libremente los dedos en el interior de la zapatilla sin que choquen con la puntera (sobre todo en las bajadas), y con la capacidad suficiente de incorporar una plantilla en caso de que fuese necesario. Cuando termines, deja que las zapatillas se aireen y se sequen para que estén perfectas en la siguiente etapa.
CUIDADOS
Es importantísimo el cuidado y la higiene de los pies. Antes de afrontar el largo recorrido, incluso con una semana de antelación, deberías empezar a hidratar bien la piel de los pies con cremas o lociones que contengan urea después de cada baño. Lo que no se recomienda es una ducha justo antes de empezar el recorrido, ya que la piel de los pies se ablandaría y sería más propensa a la aparición de ampollas.
Por otra parte, si te sudan mucho los pies, es conveniente tratar el problema de la sudoración con sprays específicos. Además, es importante llevar bien cortadas las uñas de los pies (cortándolas rectas y no redondeadas).
En definitiva, una vez en el camino de nuevo, y antes de empezar cada día, deberíamos colocarnos calcetines limpios y secos y, al terminar la etapa, dedicar un rato a la higiene e hidratación, acudiendo a un podólogo o callista en caso de lesión (ampollas, uñas negras, torceduras, desgarros, etc.).
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